“Es, por tanto, una de las necesidades de nuestro tiempo vigilar y trabajar con todo esfuerzo para que el cinematógrafo no siga siendo escuela de corrupción, sino que se transforme en un precioso instrumento de educación y de elevación de la humanidad”

S.S. Pío XI



“Que el cine sea ordenado a la gloria de Dios y a la salvación de las almas, y sirva eficazmente para la extensión del Reino de Cristo sobre la Tierra”.

S. S. Pío XII

miércoles, 15 de diciembre de 2010

LISTADOS:30 PELICULAS CATOLICAS

30 PELICULAS CATOLICAS
(o de inspiración cristiana)



Dejamos entrever, al introducir el listado de 100 PELICULAS REDUCO, que el cine como vehículo de cultura, es decir, de diálogo, y de formación, prácticamente se ha acabado, y que hoy es decididamente un arma revolucionaria de subversión, perversión, embrutecimiento y falsificación, cuando no directamente un instrumento para ofender impunemente a Dios. Este cine es el que procura erigir una legión de insensatos: “El insensato o necio es en el lenguaje bíblico el impío que no piensa en la providencia de Dios, ni en la sanción del pecado, porque nunca se concentra en sí mismo y vive siempre extravertido, mareado por la fascinación de lo fugaz” (Mons. Straubinger, comentario al salmo 13,1).

Nosotros defendemos un cine que, por el contrario, debe hacer entrar al espectador en sí mismo (primero trabajando, relacionando, completando la media medalla que la obra debe ofrecerle), contra un cine –casi todo- que hace extravertir al espectador, dándole todo (la nada) servido en bandeja; hoy, mediante espectaculares efectos especiales, visuales, sonoros y tridimensionales, en una especie de orgiástica sacudida de montaña rusa que, con su acometida de los sentidos, le impide detenerse a pensar.

Frente a esto que pasa, la Iglesia Católica, post Vaticano II, contaminada de la peor herejía que es el Modernismo, no sólo se ha despreocupado groseramente, sino que, cuando no hace silencio, directamente sale a defender lo indefendible, llevando más confusión al pobre católico de a pie. Basta ver un simple listado como el señalado más abajo para darse cuenta de que el catolicismo falsificado es coherente con su modernismo, en la recomendación de filmes que son contrarios u ofensivos con la doctrina católica.

Alguna vez, hace ya muchos años, el Vicario de Cristo se preocupó por estos asuntos, aunque sin consecuencias prácticas merecedoras de positiva mención:
“Frente a los graves problemas que acongojan a la edad presente y que ciertamente despiertan Nuestros más acuciantes cuidados, el del cine podría parecer a algunos secundario y no merecedor de la particular solicitud que le consagramos. En efecto, el cine, siendo por su naturaleza arte y descanso, parece que debería quedar confinado como a los márgenes de la vida, dirigido, entiéndase bien, por las comunes leyes que regulan las ordinarias actividades humanas; pero como, de hecho, se ha convertido para la presente generación en un problema espiritual y moral de inmenso alcance, no puede ser descuidado por quienes se preocupan por la suerte de la parte mejor del hombre y de su porvenir. Sobre todo no la pueden descuidar la Iglesia y sus pastores, a cuya vigilancia no debe sustraerse cuestión alguna moral, particularmente si repercute, con incalculables consecuencias, sobre innumerables almas; pero tampoco todas las personas honradas y deseosas del bien común, las cuales están persuadidas con razón de que todo problema humano, grande o pequeño, ahonda sus raíces en el espíritu más o menos ofuscado, y de que en el espíritu, una vez iluminado, se resuelve debidamente.”
(Discurso de S. S. Pio XII al “mundo cinematográfico”, 28 de octubre de 1955).

En otro lugar, el Papa decía palabras que deberían seguir vigentes:
“La Iglesia, que protege y apoya la evolución de todos los verdaderos valores espirituales –así las ciencias como las artes la han tenido siempre como Patrona- no puede permitir que se atente contra los valores que ordenan al hombre respecto de Dios, su último fin. Por consiguiente, ninguno debe admirarse de que también en esta materia ella tome una actitud de vigilancia, conforme a la recomendación del Apóstol: “Examinadlo todo: lo que es bueno tenedlo, pero abstenéos de toda especie de mal”.
(S. S. Pío XII, Encíclica Miranda Prorsus).

Pero si Roma ha dejado de tener la vigilancia celosa con respecto a la Fe, ¿cómo podría tener esa actitud frente al cine y los medios de comunicación, que avanzan cada día en su impiedad anticristiana? El pobre espectador católico se ha quedado solo y perdido en medio de lobos disfrazados de corderos.

Por su parte, los autores o productores y artistas católicos, deberían tener presentes estas palabras:
“Ante todo debe considerarse como sagrada la verdad revelada por Dios. Más aún, ¿no sería la más elevada vocación de las técnicas de difusión hacer que todos conozcan “la fe en Dios y en Cristo”, “aquella fe que es la única que puede dar a millones de hombres la fuerza para soportar con serenidad y fortaleza las indecibles pruebas y angustias de la hora presente?.
A la tarea de servir a la verdad debe unirse el esfuerzo de contribuir al perfeccionamiento moral del hombre. Las técnicas audio-visivas pueden contribuir en tres importantes sectores: la información, la enseñanza y el espectáculo”.
(S. S. Pío XII, Encíclica Miranda Prorsus).

Sin embargo, no basta esa preparación y cautela atinente a lo moral, si antes no se han conocido mínimamente las herramientas o recursos de que puede valerse el cine para comunicar tales valores, ideas o emociones:
“Para que el espectáculo en tales condiciones pueda cumplir su función, es necesario un esfuerzo educativo que prepare al espectador a comprender el lenguaje propio de cada una de estas técnicas, y a formarse una conciencia recta que permita juzgar con madurez los varios elementos ofrecidos por la pantalla y por el altavoz, para que no tenga que sufrir pasivamente su influjo, como sucede con frecuencia”.
(Encíclica Miranda Prorsus).

Desde luego que “esta preparación no puede servir de pretexto para ver espectáculos moralmente ruinosos, sino que debe enseñar a seleccionar los programas en conformidad con la doctrina de la Iglesia y con las indicaciones relativas a su valor moral y religioso, emanadas de las competentes Oficinas Eclesiásticas”.
(Encíclica Miranda Prorsus).

Finalmente el Papa, conociendo muy bien los graves peligros a que el cine podía arrastrar, hacía un llamado al compromiso de los Obispos para transmitir a los fieles sus deberes respecto del cine y los espectáculos públicos:“Renovando las instancias que hacía nuestro Predecesor de feliz memoria en la Encíclica Vigilanti Cura recomendamos vivamente que se invite a los fieles, donde esto es posible, y después de preparación adecuada, a que renueven el compromiso personal que tienen todos los católicos de observar fielmente la obligación de informarse sobre los juicios morales y de conformar con ellos su conducta. A este fin, donde los Obispos lo juzgaren oportuno, podrá destinarse útilmente un domingo del año para promover oraciones e instrucciones a los fieles sobre sus deberes con respecto a los espectáculos y particularmente en relación con el cine”
(Encíclica Miranda Prorsus).

También destacaba Pío XII: “Muy útil será en esta materia la actuación del crítico cinematográfico católico, quien no dejará de acentuar los valores morales, mirando bien que dichos juicios habrán de ser una directiva segura para evitar el peligro de deslizarse a un relativismo moral o de confundir la jerarquía de valores” (Encíclica Miranda Prorsus). Sin embargo, los críticos católicos, aggiornados y liberales, incumpliendo sus deberes, cometen las mismas faltas, repetidas por diversos lugares. Para atestiguarlo basta solamente ingresar en cualquiera de estos sitios y dar un repaso a las películas que consideran católicas, o a los listados que se exhiben sin la menor discriminación o explicación, como si todo fuera lo mismo, llevando de esta forma más confusión al espectador no preparado.
( Ver:Jesucristo en el cine: Las 100 mejores películas católicas
» Las 45 películas del Papa Juan Pablo II » Cinencuentro - No ...)

Tales críticos, periodistas, teóricos o cinéfilos llevan la confusión y la trasladan a los espectadores o lectores despreocupados, que aplauden toda obra o la creen sinceramente católica por su tema o su ambiente (como si cualquier pintura fuera digna de destacar por el simple motivo de que exhibe la figura de la Virgen o Nuestro Señor), y además de desinteresarse de fortalecer su fe (un deber que tenemos todos), tampoco ayudan en materia cinematográfica, de la que parecen estar faltos. “Educando el sentido estético de los espectadores superaremos problemas de impacto moral. Hay una gran solidaridad entre ambos campos: el de la formación cultural y moral. Si es capaz, el cristiano espectador, de leer educadamente este nuevo lenguaje de las imágenes, penetrará mejor en la sicología de los personajes, admirará el arte de una presentación técnica impecable y podrá gozar de la combinación de un buen montaje, sin enredarse tanto en el golpe más superficial de una escena objetable” ( C. A. Duhourq, “X, Y, Z del cine” ). No basta en el arte con las buenas intenciones; la obra y su verdad nos son comunicadas a través de la belleza de la forma, sólo a través de ella existe lo que el gran público llama “mensaje”, y que nosotros decimos es mucho más. Pero, por las características del cine, es muy fácil el engaño: algunos directores mediocres convocan a buenos actores, a un buen dialoguista, a un buen músico y a un buen fotógrafo, y creen que con eso ya tienen una buena película. El caso de “El hombre de dos reinos” es paradigmático. Pero el cine no es eso, y muchas veces la autenticidad no significa magnificencia o “alta cultura”. Cada film demanda una forma, una imagen, una rigurosa atención específica, un problema que se le plantea a su hacedor y que éste, con sus colaboradores, debe resolver. Muchas películas, se nos hace evidente, han sido tocadas especialmente por la gracia de Dios, logrando lo que parecía imposible; es el caso de los dos films de Mel Gibson que mencionamos, más otra media docena de obras inolvidables e inimitables.

Hemos confeccionado un listado donde hay algunas pocas películas de difícil acceso o en malas condiciones técnicas, que no hemos podido ver, pero debíamos completar el número y nos hemos valido de referencias; número que sin embargo sería muy exagerado doblar, no ya por la cantidad de la oferta, sino por su calidad. Entendemos por cine católico o de inspiración cristiana aquel que está sustentado por una cosmovisión basada en la Fe en Cristo, y en las verdades que se contienen en el dogma y la doctrina cristianas, esto más allá de que la fábula comprenda personajes que tengan o no la fe. Un film puede ser católico sin que los personajes que lo protagonizan lo sepan, y un film puede ser anticatólico aunque sus protagonistas sean sacerdotes o monjas. Evidentemente es un listado “fuera de circuito”, con films que los ya difundidos listados que circulan por Internet no adoptarán. En la medida en que tengamos acceso a otros films y se hagan dignos de incluirse, el listado se actualizará, mejorará o ampliará. De todas formas lo fundamental ya ha sido dicho y le queda al espectador hacerse cargo de qué es lo que hace con estos films: si han de nutrir su afán de meditación, para ampliar el conocimiento de Dios por otras vías y, a imitación de los arquetipos muchas veces presentados, seguir el camino de la caridad, o si simplemente alimentan su admiración sentimental tras la cual llega la pereza de tener que asumir una vida que es una milicia. Porque no debe confundir los fines con los medios, y el cine es sólo un medio, como el arte, para conocer la verdad. Y sólo conoce la verdad el que la ama. Y el que la ama la practica.


1. La Pasión de Cristo. Mel Gibson, 2004.
2. Vértigo. Alfred Hitchcock, 1958.
3. I confess. Alfred Hitchcock, 1952.
4. El hombre equivocado. Alfred Hitchcock, 1956.
5. Cielo sobre el pantano. Augusto Genina, 1949.
6. La canción de Bernadette. Henry King, 1943.
7. La guerra de Dios. Rafael Gil, 1953.
8. Apocalypto. Mel Gibson, 2006.
9. Katyn. Andrzej Wajda, 2007.
10. El canto del gallo. Rafael Gil, 1955.
11. El gran pecador. Robert Siodmak, 1947.
12. El jugador (TVM). Alfred Hitchcock, 1961.
13. Colapso (TVM). Alfred Hitchcock, 1955.
14. La pasión de Juana de Arco. Carl T. Dreyer, 1928.
15. Diálogos de Carmelitas. P. Agostini y R. I. Bruckberger, 1959
16. Monsieur Vincent. Maurice Cloche, 1947.
17. El Exorcista. William Friedkin, 1973.
18. Teresa de Jesús. Juan de Orduña, 1961.
19. Golgotha. Julien Duvivier, 1935.
20. Marcelino, Pan y Vino. Ladislao Vajda, 1955.
21. Molokai. Luis Lucía, 1959.
22. El fugitivo. John Ford, 1947.
23. La Fe. Rafael Gil, 1947.
24. San Ignacio de Loyola. José Díaz Morales, 1948.
25. Detective Story. William Wyler, 1951.
26. Tierra del Fuego (Sinfonía bárbara). Mario Soffici, 1948.
27. Reina Santa. Rafael Gil, 1947.
28. Ordet. Carl T. Dreyer, 1955.
29. Becket. Peter Glenville, 1964.
30. Cristiada. Dean Wright, 2012.

OTRAS PELÍCULAS INTERESANTES:

El beso de Judas. Rafael Gil, 1953.
Sin novedad en el Alcázar. Augusto Genina, 1940.
Fray Escoba. Ramón Torrado, 1961.
El signo de la cruz. Cecil B. De Mille, 1932.
La Señora de Fátima. Rafael Gil, 1951.
Don Bosco. Leandro Castellani, 1988.
El delator. John Ford, 1935.
Rosa de América. Alberto de Zavalía, 1946.
El diablo a las 4. Mervyn LeRoy, 1961.
Un Dios prohibido. Pablo Moreno, 2013.
Balarrasa. J. A. Nieves Conde, 1950.
Un ángel pasó por BrooklynLadislao Vajda, 1957.
Le sorcier du ciel, Marcel Blistène (1949)
Rosa de Lima. José M. de Elorrieta,1962.
The reluctant saint. Edward Dmytryck, 1962.
Don Quijote de la Mancha. Rafael Gil, 1949.
Cielo negro. Manuel Mur Oti, 1951.
El pequeño mundo de don Camilo. Julien Duvivier, 1952.
Padre Brown, detective. Robert Hammer, 1954.
Mensajeros de paz. Josè Marìa Elorrieta, 1957.
El Cid. Anthony Mann, 1961.
El señor de La Salle. Luis Saslavsky, 1964.
El camarada don Camilo. Luigi Comencini, 1965.
Andrei Rublev. Andrei Tarkovsky, 1966.
Un millón en la basura. José María Forqué, 1967.
Mi hijo, Ceferino Namuncurá, Jorge Mobaied, 1972.
Pedro y Pablo. Robert Day, 1981.
Maximilien Kolbe. Krisztof Zanussi, 1991.
Ahí tienes a tu madre. Leandro Borrel, 2004.
El exorcismo de Emily Rose. Scott Derrikson, 2005
San Agustín. Christian Duguay, 2010.
Las Crónicas de Narnia. Michael Apted, 2010.
El rito. Mikael Hafstrom, 2011.
11 de septiembre de 1683. Renzo Martinelli, 2012.
Ignacio de Loyola. Paolo Dy, 2016