“Es, por tanto, una de las necesidades de nuestro tiempo vigilar y trabajar con todo esfuerzo para que el cinematógrafo no siga siendo escuela de corrupción, sino que se transforme en un precioso instrumento de educación y de elevación de la humanidad”

S.S. Pío XI



“Que el cine sea ordenado a la gloria de Dios y a la salvación de las almas, y sirva eficazmente para la extensión del Reino de Cristo sobre la Tierra”.

S. S. Pío XII

martes, 4 de mayo de 2010

ANIVERSARIO - SOREN KIERKEGAARD

5 de mayo 1813



Nacimiento de Sören Kierkegaard






“¡Kirkegor! Yo no diré que Kirkegor es San Agustín, no diré que es un Agustín, ni que es un santo; pero no hay derecho a decir de él lo que dijo Sciacca. Voy a leerles la carta que dirigí a Sciacca después de su conferencia del 6 de junio sobre Kirkegor, incluso con los insultos del final; a él se la mandé sin insultos y sin insultos se la di al Director de una revista juvenil universitaria: insultos hijos de una justa indignación; pero la caridad pedía suprimirlos. Además, insultar por carta no es caballeroso.


CARTA A UN PSEUDO-MAESTRO

Por el honor de un ausente y el honor del país.


He ido ayer a su “conferencia” sobre el filósofo danés Soeren Kierkegaard para ver si había progresado usted sobre lo escrito en 1944 en su “Historia de la Filosofía”, pág. 499 de la traducción española. No ha progresado usted. Le convendría progresar.

Dice usted allí erróneamente de Kirkegor lo siguiente:

“Deformó los problemas de la existencia, de la moral, del pecado, de la fe, como son entendidos por el cristianismo auténtico (¿el de Usted?). Kirkegor es a la vez la negación del cristianismo (¡falso!), como lo es el mismo Luteranismo, de quien deriva su concepción de la existencia (¡falso!).”

Nunca he visto un gran hombre caricaturizado y calumniado como vi ayer a Kirkegor.

Si yo le dijera a Usted que no ha entendido a Kirkegor y que no posee la llave para entenderlo, se podría replicar que ésas son cuestiones de apreciación y que se puede discrepar en los juicios acerca de un filósofo; pero acerca de los hechos no es lícito tergiversar.

Usted afirmó una cantidad de inexactitudes y falsedades, incluso de hechos; en tono magistral y doctoral, como si todos los presentes fuesen chicos de 6º grado.

No quiero enumerarlas todas. ¿Para qué? Pero para poner un ejemplo, afirmó categóricamente que en la doctrina de Kirkegor “estaba ausente el prójimo”, que era por tanto “antisocial” y de “un refinado y completo egoísmo”...¿Ignora Usted acaso que Kirkegor tiene un libro sobre el amor al prójimo, exégesis de las epístolas de San Juan Evangelista y San Pablo, “Vida y Reino del Amor”, que es una de las más sublimes obras sobre la caridad cristiana de que se puede enorgullecer el Cristianismo? ¿No se ha enterado Usted que Kirkegor es el intérprete más grande de la Escritura Sacra que ha habido después de San Agustín?

Kirkegor amó al prójimo de la manera más alta que se puede imaginar, comparable a la de los más grandes santos...Sus obras geniales, producidas en medio de las mayores dificultades y el desprecio más grande de sus contemporáneos, son puros actos de caridad. ¿No recuerda Usted las palabras que dijo a su amigo Emilio Boesen al morir en un hospital, en el mayor abandono de su nación y de su iglesia, de las cuales es gloria hoy día? Esas palabras las traen sus maestros de Usted, Jolivet y Cornelio Fabro (aunque tampoco éstos entienden mucho al difícil mártir danés): “Saluda de mi parte a todos los hombres: diles que los he amado...” Amor heroico confirmado con obras...

“Que yo he servido a Dios con mis obras, que he servido al prójimo, que he cumplido la misión mía, eso es actualmente seguro...”(1852, Tagebuch).

La Vida y Reino del Amor” es una prueba. Este libro está escrito en una especie de éxtasis de la voluntad de amar a los hombres, a pesar de todos los pesares; por eso ha dado la impresión a Villadsen y otros críticos de ser “casi inhumano”; simplemente porque es “sobrehumano”. Lo que Villadsen nombra “el vértice de nieve de la lógica teológica” no es sino la cúspide de la caridad al fuego blanco. Kirkegor tuvo la misión de luchar en nuestra época contra la confusión dentro de lo religioso, lo mismo que San Agustín se halló en frente de “cristianos académicos, cristianos donatistas, cristianos maniqueos, cristianos arrianos, cristianos pelagianos”, con la misión de demostrar que no eran cristianos; así Kirkegor se halló en frente de cristianos luteranos, hegelianos, mundanos y...democristianos, con la misma misión, agravada ahora al cubo. La cumplió. Naturalmente, no puede resultar agradable a esa clase de cristianos. Será siempre resistido...y calumniado.

Usted parece no haber leído ninguna obra seria acerca de Kirkegor, a pesar de que las enumera en sus “bibliografías”: ni Haecker, ni Przywara, ni Jean Wahl, ni tantos otros.

Sin embargo, debía haber recordado al Quintiliano de sus estudios clásicos, que nos dejó dicho: “Modeste tamen et circunspecto judicio de tantis viris pronuntiandum est...” (Sin embargo, al hablar de hombres tan grandes, nuestro juicio debe ser mesurado y prudente). No debía haber elegido este tema, en todo caso.

Omitiendo cosas fundamentales y exagerando cosas triviales, se puede falsificar del todo la silueta de un gran hombre, es claro. Pero usted, no contento con hacer eso, ha falsificado hechos. Ha hecho Usted un daño a sus oyentes, el daño del pseudo-maestro, impidiendo quizás a muchos para siempre el acceso al “mensaje” de Kirkegor, necesario al mundo moderno.

Si fuese como Usted lo pintó, Kirkegor sería un inventor desaforado de mitologías pueriles, la filosofía sería una cosa despreciable, y el Cristianismo una cosa caótica y maleable, susceptible de mezclas híbridas. Toda la filosofía moderna, en la que Kirkegor hizo tan enorme impacto, desmiente eso.

Le doy las gracias por el poco respeto que ha tenido Usted a este país: me ha enseñado algo.

Por lo demás, estamos acostumbrados ya a estos ultrajes de extranjeros a la cultura del país; por ahora no podemos evitarlos todos.

Le escribo solamente para que sepa Usted que no se ha burlado de todos los argentinos.

Leonardo Castellani Ph. Th. D.


Como ven, los insultos no son sino constatación de hechos; pero era más decente suprimirlos, porque por carta es demasiado fácil insultar, no es ningún acto de valentía.

Si Kirkegor no fue un San Agustín y tiene tres grandes diferencias con él:1ª su melancolía; 2ª sus ataques a la clericatura corrompida: 3ª su “noche oscura perpetua!”, tiene sin embargo diez puntos de contacto capitales que lo hermanan con el Africano:

1º un gran filósofo;
2º un gran místico;
3º un gran “poeta de lo religioso”;
4º el exégeta más grande de la Biblia después del siglo V;
5º el doctor de la fe;
6º el refutador de los “académicos” modernos;
7º el rebatidor del pelagianismo moderno;
8º un obsesionado del problema del mal;
9º el profeta de la interioridad;
10º un escritor de “confesiones”.

En cuanto a la doctrina de Kirkegor, los contactos se podrían multiplicar. Voy a poner como ejemplos el tema de la Angustia y el tema del Tiempo, el primero y el último.

El fondo del hombre es la Angustia –dice Kirkegor- el fondo psicológico. ¡La Angustia! -¿Eso no es sombrío, eso no es luterano, eso no es contrario al cristianismo auténtico? –dice Sciacca.

El fondo del alma es la angustia en sentido metafísico: un sentimiento, o pre-sentimiento, más hondo que todos los sentimientos, que se transforma en algunos en Sentimiento Religioso, en otros en Solicitud Terrenal (esa solicitud que nos prohibió Cristo incluso con respecto a lo que hemos de comer y lo que hemos de vestir, con el ejemplo de las aves del cielo y los lirios del valle), y por último en otros en Desesperación Demoníaca; pero en alguna forma existe en todos los hombres.

-¡Son cuentos!- dice Sciacca- es que él era un angustiado perpetuo. Justamente: porque fue un perpetuo angustiado, por eso pudo ver la angustia fundamental en todos los hombres, como ningún otro hombre hasta hoy día...El hombre triste conoce la tristeza en otros, el hombre santo conoce la santidad en otros, el hombre inteligente distingue la inteligencia, el enamorado percibe el amor. “Dame un enamorado y entenderá lo que digo” –dice San Agustín. Conocemos a los demás por medio de nosotros mismos.

-Pero hay muchísimos hombres que no tienen angustia, que testifican en contra de esa universal angustia –prosigue Sciacca.

-Los hombres que dicen que no tienen angustia tienen angustia de su angustia: la cubren, la esconden, la velan con un mar de palabras, o diversiones, u ocupaciones, de miedo que le tienen, no se atreven a mirarle la cara, pero mírenlos obrar y moverse y verán cómo la incancelable inquietud se traduce en sus actos y gestos. Podría hacerles diez análisis psicológicos, si hubiera tiempo, de angustias escondidas en seres humanos que no parecen angustiados”.


R. P. Leonardo Castellani, “San Agustín y Nosotros”




“El hecho de que un autor anónimo, con la ayuda de la prensa, pueda día a día, encontrar ocasión de decir (incluso sobre materias intelectuales, morales y religiosas) lo que le viene en gana, y lo que tal vez estaría muy lejos de tener el valor de decir como individuo, que cada vez que abre la boca (¿o sería mejor decir sus fauces abismales?), se dirige a un mismo tiempo a miles y millares; que puede hacer que se repita lo que ha dicho mil veces diez mil, y que en todo eso nadie tenga responsabilidad, de forma que no es como en los antiguos tiempos en que la multitud, relativamente impenitente, poseía la omnipotencia, sino que ahora una cosa absolutamente impenitente, un nadie, una unanimidad, que es el autor, y otra unanimidad, el público, algunas veces, incluso suscriptores anónimos, son los que la tienen, y con todo esto, ¡nadie, nadie! ¡Dios mío! ¡Y a pesar de todo, nuestros Estados se llaman a sí mismos Estados cristianos! Que nadie diga que en este caso le es posible a la “verdad”, mediante la ayuda de la prensa, obtener beneficios de las mentiras y los errores. ¡Oh vosotros que decís eso!, ¿os atrevéis a sostener que los hombres considerados como multitud están tan dispuestos a caer sobre la verdad como sobre la mentira, siendo la primera muchas veces de mal sabor y estando la segunda preparada siempre delicadamente? ¡Sin mencionar el hecho de que dificulta aun más la aceptación de la verdad la necesidad de admitir que uno ha estado equivocado! ¿O es que tal vez os atrevéis a sostener también que la “verdad” puede ser entendida con la misma rapidez que la falsedad, la cual no requiere conocimiento preliminar, ni enseñanza, ni disciplina, ni abstinencia, ni abnegación, ni honesta preocupación sobre uno mismo, ni labor paciente? No, la verdad –que aborrece también esta mentira de aspirar a una gran difusión como meta –no tiene alas en los pies. En primer lugar, no puede trabajar con los fantásticos medios de la prensa, la cual es la mentira; el comunicador de la verdad sólo puede ser un individuo. Y la comunicación de la verdad sólo puede ser dirigida al individuo; porque la verdad consiste precisamente en esa concepción de la vida expresada por el individuo. La verdad no puede ser comunicada ni recibida si no es como si lo fuera bajo los ojos de Dios, ni sin la ayuda de Dios, ni sin Dios sea el término medio, ya que El mismo es la verdad. Por tanto, sólo puede ser comunicada y recibida por “el individuo”, el cual puede ser cualquier hombre viviente”.

Kierkegaard -Sobre la dedicatoria a “Ese individuo”



“Dios, en cuanto hombre, se reviste de la forma de siervo insignificante y de tal manera expresa lo de ser un pobre hombre que a ninguno de los hombres se le pueda ocurrir jamás, en ese aspecto, sentirse excluido y mucho menos pensar que son los honores y el prestigio humanos los que a uno le acercan más a Dios. No, él es el hombre insignificante. Mirad hacia acá, nos dice, y considerad a fondo lo que es ser hombre, pero, ¡cuidadito!, pues además soy Dios…y dichoso aquel que no se escandalizare de mí”


Kierkegaard -La enfermedad mortal