“Es, por tanto, una de las necesidades de nuestro tiempo vigilar y trabajar con todo esfuerzo para que el cinematógrafo no siga siendo escuela de corrupción, sino que se transforme en un precioso instrumento de educación y de elevación de la humanidad”

S.S. Pío XI



“Que el cine sea ordenado a la gloria de Dios y a la salvación de las almas, y sirva eficazmente para la extensión del Reino de Cristo sobre la Tierra”.

S. S. Pío XII

miércoles, 30 de septiembre de 2009

EXTRA CINEMATOGRAFICAS

Beato Bernardino de Feltre (+1494)

UN SANTO EXPLICA QUÉ HACER CON LOS LIBROS, DIARIOS
Y REVISTAS IMPIAS.


“A Bernardino se le envió a ejercer su ministerio entre una sociedad constituida, en su mayoría, por gente egoísta, orgullosa y depravada; el fraile opuso a sus vicios la caridad, la austeridad y la humildad. Jamás se olvidó de que era un fraile menor y, cuando recibía en su casa, lavaba los pies a los visitantes, rehusaba la hospitalidad de los ricos y vivía en las casas pobres y entre las familias modestas cuando andaba de viaje. Pero consideraba con razón que tan sólo el buen ejemplo no es bastante y muchas veces se le oía hablar con energía inusitada contra los vicios que observaba a su alrededor. “Se diría”, escribió Jerónimo de Ravena, “que cuando ataca el mal no habla, sino que arroja rayos y truenos por la boca. En dos ocasiones, el furor con que denunciaba los escándalos públicos, hizo que se le reventaran las venas”. “Tiene la mano muy pesada y no sabe halagar”, comentó sobre él, tras uno de sus sermones furibundos, el cardenal d’Agria. Como era de esperarse, su vehemencia le creó muchos enemigos, que algunas veces llegaron a atentar contra su vida, pero él continuó su trabajo, imperturbable. Gracias a sus prédicas, consiguió que se impusieran normas a los desórdenes del carnaval y logró la clausura de varias casas de juego en diversas ciudades; a causa de los abusos que se cometían durante las carreras del día de la Asunción en Brescia, los tradicionales festejos fueron suprimidos; en varios lugares las autoridades civiles destruyeron las estampas y los libros inmorales y procaces. Tal como había sucedido antes con San Bernardino de Siena y en la misma época con Savonarola, cada misión del predicador culminaba con la erección de una pira frente a la iglesia, a la que se prendía fuego para que las gentes arrepentidas quemaran sus barajas, dados, libros y estampas obscenas, joyas de utilería, pelucas, afeites, filtros mágicos y objetos de superstición, paquetes de escandalosos vestidos femeninos y otras vanidades. A aquellos incendios les llamaba Fray Bernardino, “las quemas de la plaza fuerte del diablo” y estaban destinadas no tanto a eliminar las ocasiones de pecado, cuanto a causar una impresión profunda en la imaginación del pueblo. Ante un llamado suyo las autoridades civiles se apresuraban a aprobar o abolir leyes: los hombres y las mujeres quedaron separados en las cárceles, se aprobó el Acta de Propiedad para las mujeres casadas y se impidió que los esposos despilfarrasen los bienes de sus consortes; los senados de Venecia y de Vicenza dejaron de otorgar la inmunidad a los delincuentes que, para quedar a mano con la ley, perseguían a los asesinos y traían sus cabezas.

Fray Bernardino no se detenía a considerar la calidad o la posible influencia de una persona cuando se trataba de combatir alguna trasgresión a la ley moral. Amonestó al príncipe de Mántua, que era un patrocinador muy liberal de los Frailes Menores, por no restringir la rapacidad y el desenfrenado ejercicio del poder entre sus cortesanos; en Milán pronunció un sermón desafiante contra los manejos del duque Galeazzo Visconti; denunció a los Oddi y a los Baglioni, jefes de los partidos rivales en Perugia; cuando Fernando I de Nápoles le ordenó que se trasladase desde Aquila para comparecer ante el tribunal, Bernardino se negó a dar cuenta de sus palabras, a menos que se lo ordenaran sus propios superiores. Los príncipes más sabios y los más prudentes le admiraban y confiaban en él, y no fueron pocas las veces en que solicitaron sus servicios para gestionar las paces. En Brescia, en Narni, en Faenza y en otros sitios, apaciguó reyertas públicas y hasta tumultos, y el propio Papa Inocencio VIII le mandó en una misión de paz a Umbría. Sólo las rivalidades feudales en una ciudad desafiaron todos sus esfuerzos. En tres oportunidades, en 1484, en 1488 y en 1493, un año antes de su muerte, se trasladó a Perugia para establecer la concordia en las disensiones, pero siempre fracasó. Con el propósito de hacer duradera la paz, fomentó la organización de asociaciones de terciarios que se comprometiesen a no hacer uso de las armas contra nadie. A diferencia de otros predicadores y moralistas de su tiempo, Fray Bernardino no permitió que sus propios triunfos o los abusos y relajamientos que observaba entre otros eclesiásticos, le alejaran de la obediencia o le indujeran a adoptar una actitud independiente hacia sus superiores y las autoridades de la Iglesia. Cuando la Santa Sede le ofreció facultades para absolver pecados que correspondía tratar a los obispos, repuso: “Los obispos son los pastores indicados del clero y del pueblo, y yo prefiero depender de ellos en todas las circunstancias en que las leyes de la Iglesia lo requieran”.

De vez en cuando, se oyen comentarios sobre los infortunios que padecieron los judíos por causa de los cristianos durante la Edad Media y no puede negarse que se perpetraron contra ellos monstruosas injusticias. Por otra parte, el problema de abordar las actividades “anti-sociales” de algunos judíos era positivo, muy grave e inadecuadamente tratado por el procedimiento de aislar completamente a los culpables de toda actividad y trato con los cristianos. Durante toda su carrera, Bernardino de Feltre estuvo en conflicto con los judíos, no como pueblo ni como raza, sino como individuos causantes de algunos de los peores abusos que se había propuesto combatir. En Crema habló sobre ellos de esta manera: “A los judíos no se les debe hacer daño en sus personas, en sus propiedades o en cualquier otra forma. Los bienes de la justicia y la caridad cristianas deben extenderse hasta ellos, porque son iguales a nosotros. Lo mismo he dicho en todas partes y lo repito aquí, en Crema, con la esperanza de que llegue a realizarse, porque el buen orden, los supremos pontífices y la caridad cristiana, lo exigen de esta manera. Pero no por eso es menos cierto que las leyes canónicas prohíben los tratos frecuentes y la gran familiaridad con ellos...En la actualidad, nadie tiene escrúpulos en esa cuestión y yo no debo callarme. Los usureros judíos sobrepasan todos los límites: arruinan a los pobres y engordan a expensas suyas. Yo, que vivo de las limosnas y como el pan de los pobres, no puedo hacerme el ciego y el sordo frente a tan enorme injusticia. Los pobres me alimentan y no puedo sujetar mi lengua cuando veo que los roban. Los perros ladran para proteger a sus amos de los ladrones y yo tengo que ladrar por la causa de Cristo”. Los empréstitos de dinero con usura, a intereses altísimos, a los que se refería Bernardino en su sermón, eran la principal (aunque no la única) queja contra los judíos que, por el mismo motivo, se habían hecho odiar de los pobres y necesitar de los ricos.

Un siglo antes, Miguel de Northborough, obispo de Londres, dejó al morir un millar de marcos de plata para que se hiciesen préstamos a los pobres, sin cobrar intereses y con la única garantía del depósito de alguna prenda; y entre las varias experiencias de esta naturaleza, aquella fue la que constituyó el primer “monte de piedad”. En 1462, Bernabé de Terni, otro franciscano, fundó en Perugia una “casa de préstamos” destinada a hacer empréstitos de cantidades reducidas de dinero a los pobres, a cambio de objetos depositados y a intereses muy bajos. Aquella institución tuvo éxito inmediatamente; al año siguiente, se estableció una segunda casa en Orvieto y, muy pronto, los Monte di pietá se extendieron por la Marca, los Estados Pontificios, la Toscana y otras regiones. El sistema fue examinado, reorganizado y perfeccionado por Fray Bernardino quien, en 1484, inauguró su propio monte de piedad en Mántua (el cual tuvo que cerrar muy pronto a causa de la hostilidad de los judíos usureros) y administró otras veinte casas durante los ocho años siguientes. Los detalles de la administración variaban pero, por regla general, manejaban los montes de piedad comisiones mixtas de frailes y laicos, y algunas de las casas de préstamos pertenecían al municipio. El capital inicial se obtenía por suscripciones o por empréstitos de los propios judíos; todas las ganancias se agregaban al capital y se aplicaban a la reducción de los intereses. Por esa causa, era natural que Fray Bernardino fuese blanco de los ataques de los usureros judíos de Lombardía, los cuales consiguieron que algunos de los montes de piedad fuesen clausurados. Sin embargo, surgió una oposición más grave e igualmente inevitable, por parte de algunos canonistas, moralistas y teólogos, quienes insistían en que el interés que se cobraba, por reducido que fuese, constituía una usura, de acuerdo con las leyes canónicas y, en consecuencia, era pecaminoso. Aquellos críticos pedían que si se hacía un préstamo, no se cobrase interés ninguno, lo cual hubiese significado que los montes no habrían podido sostenerse por sí mismos y, por lo tanto, Fray Bernardino se mantuvo firme en su opinión de que era necesario cobrar intereses reducidos. La controversia fue tan prolongada, que en vida del fraile no se llegó a ningún arreglo. Sin embargo, en el quinto Concilio General de Letrán, en 1515, se decretó que los montes de piedad eran instituciones legales y dignas de aliento y de respaldo. De ahí en adelante, surgieron prolíficamente por toda Europa occidental, a excepción de las Islas Británicas. Al beato Bernardino se le recuerda también por sus esfuerzos en pro de estas instituciones benéficas, y en sus imágenes se le representa, a veces, con un montículo verde en las manos, sobre el que campean tres cruces y una leyenda que dice: Curam illius habe".

(Tomado de “Vidas de los Santos de Butler”,Volumen III).

INVITACION


NOTA - SENSATEZ O SENTIMIENTOS

SENSATEZ O SENTIMIENTOS*


A trueque de recordar la vil declaración del Dr. Johnson, celebrada evidentemente por Borges: “El patriotismo es el último refugio de los canallas”, preferimos decir sin declamar lo siguiente: La politiquería es el último refugio de los sentimentales.

El arribo (¿o arribismo?) de directores de cine, actores y vedettes a las arenas de la política-juego, en nombre de la “Cultura”, viene a confirmar nuestra idea. Especialmente ahora que un extremadamente mediocre cineasta, autodenominado “peronista de izquierda”, ha sido designado nuevo “Secretario de Cultura de la Nación”.

Cuando hablamos de “sentimentalismo” decimos que esta clase de personajes –los que la política-juego de la democracia usufructúa, los mismos que cortaron amarras con nuestra tradición cultural y cinematográfica- se vinculan con la realidad sentimentalmente. El sentimentalismo es una coartada para no hacer uso de la inteligencia y para no tener que tomar decisiones respecto de sí mismos en orden a lo espiritual. No es el sentimentalismo una especial capacidad para la sensibilidad estética, sino la “proyección de elementos imaginarios sobre un objeto real” (para usar palabras de Ortega y Gasset), a través de lo cual se termina atrofiando esa capacidad de empatía con lo real mediante los sentimientos, perdiéndose toda capacidad de recto discernimiento y aun de juicio estético. Es un subjetivismo que se niega a asumir la verdad en la realidad, pues al ser éstos hombres de opiniones, se adhieren a ideologías que les confirman tales opiniones centradas en su propio yo.

El Naturalismo que significó la rebelión del hombre contra Dios, trajo entre otras consecuencias, además del rechazo de la idea de pecado original y la necesidad de la gracia de Dios, una clara perturbación de la afectividad, vuelta en el hombre sobre sí mismo y sobre las criaturas, en cualquier caso, siempre de manera egoísta.

En el orden religioso engendró el Modernismo, para el cual la fe se reduce a un sentimiento religioso. Lo que yo siento es lo verdadero. De ahí también que los movimientos pentecostales o carismáticos que han copado la Iglesia católica apelen constantemente, mediante invocaciones “mágicas” o escenificaciones especiales, al “sentir” de los fieles para, sintiendo, entonces poder “creer”.

En el orden político, la tolerancia al error a través de la igualdad que trajo el Liberalismo, determinó el juego político de la democracia, donde, desvinculado el pueblo y sus estamentos naturales de la decisión política y una real representación por la usurpación partidocrática, los partidos políticos o alianzas deben recurrir a toda una actuación, una simulación, una simbología y un estilo publicitario que convoca –especialmente en las campañas electorales- al sentimiento, ya sea el “patriótico”, “familiar”, “deportivo”, etc. Los líderes más renombrados –empezando por Perón- han sabido hacer uso de estos resortes discursivos y publicitarios para cautivar a quienes sólo afrontaban la realidad sentimentalmente, sin razonar. Pero esto pudo ser así porque antes lo “cultural” y “educativo” preparó a las masas con ese fin.

En el orden cultural, entonces, desde el Romanticismo de mediados del siglo XIX (Romanticismo que Ortega decía era inseparable de la democracia, y, claro está, de la mediocridad y la fealdad), pasando por el tango, los periódicos masivos y la escuela estatal y laica, la realidad ha consistido siempre en una adaptación o reducción a la caprichosa voluntad del hombre, ya sea mediante ideologías políticas que se proponían como soluciones integrales y tranquilizadoras –detrás de las cuales evidentemente había una corriente gnóstica- hasta la autonomía del arte, su utilización como “herramienta política” o el hedonismo más vergonzante, todo lo cual, claro está, suele ir entremezclado. La explicación religiosa de tales acciones y motivos puede sintetizarse en estas palabras de Nicolás Gómez Dávila: “El tentador es el enemigo de nuestra alma y el amigo de nuestro corazón”. El Estado liberal, al asumir la distribución de lo “cultural” y “artístico” a la vez que tutelar la educación, no hizo sino destruir el orden tradicional fruto de la religión para, sobre la ruina de esos valores, embrutecer mediante consignas, campañas y los medios habidos y por haber, haciendo del hombre un sujeto vulgar y desarraigado pero “con radio, cine, cultura e información”y, además, “libertad de expresión y libertad de prensa”. Halagándolo con la democracia y desligándolo de toda escala de valores jerárquicos y trascendentes, puso de pie al hombre-masa que tiene derechos y no deberes, y entre esos derechos, el de tener acceso a la cultura que ese mismo Estado democrático configura y con la cual alimenta su hybris y su forma de vida, enteramente materialista. “Se los alienta a los individuos con perfiles psicomentales de notable mediocridad (pero de profundas convicciones vulgocráticas) a que “produzcan” y”realicen” obras “creativas”, que se difunden luego profusamente en publicaciones masivas, a fin de que se “conozcan públicamente” (Popescu).

Personajes como el nuevo Secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, son el producto de tal política y se ajustan a ese perfil. “Artistas” que viven sumergidos en el plano estético y que, como señalaba Castellani, su vida está dominada por el placer, el sentimentalismo, la vida tanguera, disipada, estulta. Pueden adquirir una inclinación ética a través de la cual llegan al inmundo espacio de la política partidocrática, pero la misma se ve contaminada por los rasgos característicos que ya le son acusados, y por los cuales se le permite salir a la palestra. Como afirma Stan M. Popescu: “Entre los seres humanos, los que más inestabilidad psico-mental demuestran son los artistas (no nos referimos a los auténticos artistas, los compositores y grandes intérpretes de música o los pintores de alto nivel) y los políticos. Ambos sectores son impulsados por el insaciable apetito de fama y, por extensión, de acumulación de bienes materiales. Ambos vibran exageradamente ante los vulgares estímulos (el júbilo, el delirio, la euforia). En cambio, los estímulos negativos: la decepción, la desesperación, el sufrimiento en presencia de la derrota, el dolor en presencia de la humillación, etc., les hacen vivenciar las realidades límites con matices y atisbos patológicos. Ambos sectores suelen complacerse en un estilo de vida licenciosa. La urgencia de éxitos y de variedad y la oxidación de la conciencia moral les propende a desfigurarse en activos agentes de los no-valores. En lo más ínsito y recóndito de su ser, los artistas y políticos anhelan ser considerados, aplaudidos y adulados, no solamente por sus habilidades de interpretación y por sus artificios oratorios de matiz sofista, sino también por sus condiciones de depositarios de los valores y las virtudes tradicionales...Empero, siendo incapaces de conciliar sus aspiraciones con la realidad intrínseca, atacan e ironizan los valores religiosos y las normas tradicionales, y con ello esperan –y encuentran a menudo- los fáciles aplausos de la plebe y del vulgo ignorante de la conciencia moral. La vanidad es el principal producto que se elabora preferentemente y con fruición en la intimidad del político y del artista. Al lado del gusto por la concupiscencia, se yergue el sensualismo, la vanidad y el autoendiosamiento.” (“En busca del jardín interior”).

Confirma el análisis precedente que el nuevo Secretario de Cultura sea investigado por malversación de fondos cuando estuvo al frente del Instituto de Cine. La “acumulación de bienes materiales” de los políticos cuenta con una exculpación: la ideología, que divulga una moral de lucha contra enemigos legendarios o reales pero no de quienes dicen representar, sino de su tranquilidad y su bolsillo. La idea fuerza del progresismo siempre en los labios, la evocación del setentismo “combativo”, las citas inopinadas de Jauretche, el lenguaje “nacional y popular”, la adhesión efusiva e incondicional a uno de los gobiernos más corruptos y calamitosos de que se tenga memoria, demuestran que ese “chamuyo” ideológico-sentimental forma el entramado de repertorio hueco de auto-negación de la realidad en que se despliega, porque lo exitoso de su trayectoria le permite darse los gustos, y todo esto, “sintiendo” que debe hacerlo.

Pero Coscia es, ya lo dijimos, un representante, como el exitoso Solanas, de esos hombres sin fe que asisten como espectadores a un juego que les hace ilusión de ser libres. “Cada hombre es así sobre la tierra un pequeño reino gobernado despóticamente por la opinión”, cita Gueydan de Roussel a Le Mercier de la Riviere. Con esa mirada conducida por las impresiones y esa formación deficiente, los directores del cine argentino, desde los años sesenta en adelante, se han sucedido en una inútil convocatoria de las musas. La fealdad ofrecida y el desinterés popular marcaron las trayectorias que, apuntaladas por el poder político –sobre todo democrático- de turno, empujó y subsidió tantas y tantas indigestas películas. Algunas de estas obras declaman ya en sus títulos este sentimentalismo inexcusable, otras lo exhiben en medio de arbitrariedades y mentiras a designio, buscando atrapar al espectador únicamente a través de lo sensiblero, sin margen para la construcción participada de la obra: “Sentimientos: Mirtha de Liniers a Estambul” (Jorge Coscia); “Sentimental” (Sergio Renán); “Perón, Sinfonía de un sentimiento” (Leonardo Favio); “Tangos, el exilio de Gardel” (“Pino” Solanas); “Made in Argentina” (Juan José Jusid); “La historia oficial” (Luis Puenzo); “Los días de junio” (Alberto Fisherman); “Volver” (David Lipszyc); “Memorias y olvidos” (Simón Feldman); “Camila” (María Luisa Bemberg); “Los chicos de la guerra” (Bebe Kamin); “La noche de los lápices” (Héctor Olivera); “Un lugar en el mundo” (Adolfo Aristarain); “Perdido por perdido” (Alberto Lecchi); “Tango feroz” (Marcelo Piñeyro) y un largo etcétera donde se hace un molienda de victimismo políticamente correcto, anarquismo bien rentado y tango y rock en dosis combinadas. Hoy las nuevas generaciones de directores, nacidos y criados tras el retorno de la “primavera democrática” alfonsinista, alternan el sentimentalismo sin ideales (ya no hay cine “testimonial” o de “denuncia”) con la promiscuidad sexual y la búsqueda de lo “interesante”, despachando un nihilismo adormecedor pero, eso sí, técnicamente irreprochable. Coscia viene a administrar ese nihilismo general de lo “cultural” en la Argentina del cual la generación suya es en gran parte responsable. A tratar de hacer seguir la correntada mediante inyecciones de sentimentalismo y patrioterismo modernizados, para esconder las cosas sucias tras hórridas fachadas de proyectos políticos “transformadores”. No hay sensatez pero tampoco sentimientos nobles en esta disposición para con la cultura porque no hay una “paideia” ni siquiera en la propia actitud hacia la disciplina artística por parte de su mayor responsable. Y no la hay porque se ha disgregado la cultura del hombre en tanto ser espiritual, y como tal, religioso. En estas condiciones, el arte y la cultura no religan al hombre con lo mejor de sí, sino que lo vuelven menos que hombre. Por lo cual se hace indispensable evitar toda clase de contacto con tales manifestaciones “culturales” y “artísticas” excretadas por la usina del mundo, enemigo que “no puede recibir al Espíritu de verdad, porque no le ve ni le conoce” (Jn. 14, 17).

Coscia y Solanas. Apuntan bajo.

* Artículo publicado en Revista “Cabildo” Nº 82, Julio/Agosto 2009.

EXTRA CINEMATOGRAFICAS

NEW YORK, NEW YORK


Diputados y gobernadores argentinos en New York City.



“Estamos en Nueva York. Sí, en Nueva York. Estamos en la cima del mundo. Como lo estuvo una vez Gardel, y, otra vez, King Kong. Estamos en el centro del mundo, en el centro del poder. En la ciudad a la que le cantó Sinatra. En la ciudad judía más grande del mundo. En donde está la ONU. ¡Nueva York! Oh, sí, estamos en la ciudad de Seinfeld y Woody Allen, y de los clubes de Jazz y Broadway y el Central Park. ¡Rascacielos y Wall Street! ¡Manhatttan y el Bronx! ¡La Estatua de la Libertad y el Empire State Building! ¡Somos argentinos en Nueva York, carajo! ¡Suite de 400 dólares y viáticos diarios de 200 dólares a cargo del pueblo argentino! ¡Okey! ¡Nadie que nos demande, ningún tipo del campo para gritarnos, esa gentuza! ¡Yeah! ¡Fascinating, loco! ¡That’s entertainment! ¡Abajo la dictadura! ¡Vivan los Derechos Humanos! ¡Viva la Democracia! ¡¡¡Viva!!!”


Sabe el lector que los muy democráticos funcionarios argentinos adictos al gobierno, son premiados por su obediencia servil con lujosos viajes a diversas “cumbres” alrededor del mundo. La miseria de millones de hombres, mujeres y niños, el trabajo esforzado y las angustias cotidianas de miles de trabajadores, la mentira hecha sistema de la “Libertad”, sólo acumulan dinero en las arcas de los ladrones de guante blanco, como los que se disfrazan de políticos en la “bendita” Democracia. Representantes del vulgo que sólo pasean su hybris sin medir consecuencias, dispuestos a satisfacer sus insaciables apetitos en medio de sentimientos de superioridad, independencia e inmunidad. Deseo de poder, excitación de los bajos instintos, autoafirmación bochornosa, mentiras y discursos combativos, todo vale para poder llegar a la “cima”, a ser parte de ese “mundo”. Asombro estúpido por lo “inmenso”, lo “lujoso”, los “espectacular”, lo “importante”. Show bussiness.
No saben nada. Se miran al espejo y se creen Gardel con las “rubias de New York”, cuando no son sino un mono trepado a una mole de cemento, a punto de ser derribados. La paciencia de los pobres acumula carbones encendidos sobre las cabezas alucinadas de los que “devoran a mi pueblo como comen pan sin cuidarse de Dios para nada!” como dice el Salmo 52. Y es la palabra de Dios la que acierta a explicar estas cosas que hieren el corazón del que ama a Dios y su justicia:

“Pero, mis pies casi resbalaron,
cerca estuve de dar un mal paso;
porque envidiaba a los jactanciosos
al observar la prosperidad de los pecadores.
No hay para ellos tribulaciones:
su cuerpo está sano y robusto.
No conocen las inquietudes de los mortales,
ni son golpeados como los demás hombres.

Por eso la soberbia los envuelve como un collar;
y la violencia los cubre como un manto.
De su craso corazón desborda su iniquidad;
desfogan los caprichos de su ánimo.
Zahieren y hablan con malignidad,
y altivamente amenazan con su opresión.
Su boca se abre contra el cielo,
y su lengua se pasea por toda la tierra.

Así el pueblo se vuelve hacia ellos
y encuentra sus días plenos;
y dice:”¿Acaso lo sabe Dios?
¿Tiene conocimiento el Altísimo?
Ved cómo tales impíos están siempre tranquilos
y aumentan su poder.
Luego, en vano he guardado puro mi corazón,
y lavado mis manos en la inocencia,
puesto que yo padezco flagelos todo el tiempo
y soy atormentado cada día.”

Si yo dijere: “Hablaré como ellos”,
renegaría del linaje de tus hijos.
Me puse, pues, a reflexionar para comprender esto;
pero me pareció demasiado difícil para mí.
Hasta que penetré en los santos arcanos de Dios,
y consideré la suerte final de aquellos hombres.
En verdad Tú los pones en un camino resbaladizo
y los dejas precipitarse en la ruina.
¡Cómo se deslizaron de golpe!
Son arrebatados, consumidos por el terror,
son como quien despierta de un sueño;
así Tú, Señor, al despertar despreciarás su ficción”.
(Salmo 72)


“No te acalores a causa de los malvados,
ni envidies a los que cometen la iniquidad.
Porque muy pronto serán cortados como el heno,
y como hierba verde se secarán.
Tú, espera en Dios y obra el bien;
permanece en la tierra y cultiva la rectitud.
Pon tus delicias en Dios,
y Él te otorgará lo que tu corazón busca.
Entrega al Señor tu camino;
confíate a Él y déjale obrar.
Él hará aparecer tu justicia como el día,
y tu causa como la luz meridiana,
calla ante Dios y espera de Él;
no te acalores a causa del que prospera en su camino,
del hombre que obra torcidamente.
Depón el rencor y aplaca la ira,
no te irrites: sería para peor;
porque los que obran mal serán exterminados,
mas los que esperan en Dios heredarán la tierra.
(Salmo 36)

“Pues en mi pueblo hay malvados;
ponen asechanzas
como el pajarero que se agacha,
arman trampas para cazar hombres.
Como jaula llena de pájaros,
así están sus casas llenas de fraude;
así se han engrandecido y enriquecido.
Engordaron y brillan de gordura;
sobresalen en maldad;
no hacen justicia al huérfano
-y sin embargo prosperan-,
no hacen justicia a los pobres.
¿Y Yo no habré de castigar estas cosas?
Dice el Señor.
¿De una nación como ésta
no he de tomar venganza?
Cosa extraña y terrible acontece en la tierra:
los profetas profetizan mentira,
y los sacerdotes gobiernan según su antojo;
y esto le gusta a mi pueblo.
Pero ¿qué haréis
cuando estas cosas lleguen a su fin?”
(Jeremías. V, 26-31)

viernes, 25 de septiembre de 2009

EXTRA CINEMATOGRAFICAS


CASTIGOS DE DIOS
Por Padre PEDRO MUÑOZ.
Publicado en revista IESUS CHRISTUS, nº 39, mayo-junio de 1995.




No digas. He pecado y
¿qué mal me ha sucedido?”
(Eccli. 5,4)


Todo pecado es una injuria a Dios nuestro Creador y Señor, porque es una desobediencia a sus mandamientos, y eso exige un castigo.

Hay pecados privados y pecados públicos. Los privados son los que se cometen individualmente y los públicos cuando los cometen los pueblos, sociedades o naciones.

Los primeros son castigados por Dios en esta vida, y en la otra con el Infierno o el Purgatorio según la gravedad; los segundos son castigados sólo en esta vida, porque en la otra ya no existen pueblos o naciones.

Son pecados públicos entre otros muchos, los siguientes.
1) No reconocer el Reinado Social de Jesucristo, olvidando que “si no amamos el Reinado Social de Cristo, caeremos en el Reinado Social del diablo” (Aparisi y Guijaro).
2) Las leyes contrarias a Dios, como el adulterio, el aborto, la eutanasia, el matrimonio civil, los atropellos a la propiedad privada, el nepotismo y favoritismo en los cargos públicos.
3) Las burlas de Dios, de la Virgen y de los Santos en los mass media (televisión, radio, prensa).
4) Los videos pornográficos, playas nudistas, modas indecentes.
5) La corrupción de los niños y jóvenes en las escuelas con la “información e instrucción sexual”.
6) El pecado impuro contra la naturaleza (homosexualidad) castigado por Dios en el Antiguo Testamento con la muerte, y que es uno de los cuatro pecados que claman venganza a Dios.
7) Las injusticias sociales y los escándalos económicos, que trastornan la sociedad y arruinan las naciones al servir los intereses extranjeros antes que los de la Patria.
8) El ecumenismo, que pone en pie de igualdad a Jesucristo y a su Iglesia con los demás dioses y religiones falsos, y el uso de los Templos, que son casa de oración, para conciertos y reuniones políticas o para cultos acatólicos y paganos.
9) Los homicidios –como los asesinatos terroristas-, que son otro de los cuatro pecados que claman venganza a Dios.

Un pueblo que comete tales pecados y sus Autoridades que lo consienten o lo amparan atraen los castigos de Dios. En efecto, la Sagrada Escritura abunda en ejemplos que “se han escrito para escarmiento nuestro, que hemos alcanzado las postrimerías de los siglos” (I Cor. 10,11), así: calamidades, desgracias, enfermedades nuevas y desconocidas, terremotos, guerras, hambres, sequías, inundaciones, incendios, etc.

En nuestro siglo (XX) no faltan las lecciones.

Martinica es una isla francesa del archipiélago de las Antillas. Su capital es Saint Pierre. El Viernes Santo de 1906 gran parte de la ciudad, que tenía 25.000 habitantes, blasfemó de Dios de un modo horrendo. En una plaza pública, como burla de la muerte redentora de Jesucristo, se crucificó a un cerdo y se le enterró solemnemente. Se quería ver si al tercer día resucitaba por Pascua. En aquel momento empezó a humear el monte Pelé, que desde 1851 estaba quieto, y catorce días después empezó una erupción como nunca se había visto. La ciudad fue completamente destruida y sepultada por el fuego y la lava.

El SIDA es el castigo enviado por Dios por el pecado nefando homosexual, y por el cual destruyó las ciudades de Sodoma y Gomorra. El SIDA tuvo su origen en el pecado ”contra natura” y ahora se está convirtiendo en una epidemia mundial, pero los hombres no quieren guardar la castidad.

Coré, Datán, Abirón y 250 israelitas fueron tragados por la tierra por haberse amotinado contra Moisés (Núm. 16). Hacía 120 años que en Messina de Sicilia no había ningún terremoto. El 24 de diciembre de 1908 un diario marxista se permitió publicar la siguiente blasfemia: “NIÑO JESÚS, ENVIANOS DE NUEVO, SI ES QUE PUEDES, UN TERREMOTO”. Al cabo de cuatro días hubo el espantoso terremoto en que murieron en pocos minutos un tercio de los habitantes; el incendio que siguió destruyó toda la ciudad. Entre los escombros se hallaron fragmentos del periódico blasfemo.

A Jacinta le reveló la Virgen de Fátima que “LAS GUERRAS NO SON SINO CASTIGOS POR LOS PECADOS DEL MUNDO”. El mismo Jesucristo (Mt. 23.34-28. 8) anunció a los judíos una espantosa guerra por no creer en El como Mesías. En efecto, al año 70, Tito, hijo de Vespasiano, entró a sangre y fuego en Jerusalén, destruyó el templo y asesinó a más de un millón de judíos. Los que pudieron huir se dispersaron por todo el mundo.

Por haber prevaricado el pueblo judío yendo tras los dioses falsos, Dios lo castigó con una sequía espantosa que duró tres años y medio (III Rey. 17). No olvidemos que la Virgen de la Salette como castigo de los pecados del mundo anunció hace un siglo que “LAS ESTACIONES CAMBIARAN Y LA TIERRA NO PRODUCIRA MAS QUE MALOS FRUTOS”.

El Titanic era el transatlántico más grande del mundo, orgullo de la técnica y del poder económico. Ofrecía todos los placeres y comodidades: piscina, pista de patinaje, teatro, café, jardín, grandes salones...Fue presentado al mundo como el “busque indestructible”. Tenía en sus planchas innumerables blasfemias que los obreros habían escrito entre risotadas impías; una de ellas decía”NI EL MISMO CRISTO PODRA HACERTE NAUFRAGAR”. Un oficial católico escribía: “Estoy convencido de que este vapor no llegará a América a causa de las horribles blasfemias que lleva estampadas en toda su quilla”. Efectivamente, en su primer viaje, un iceberg, cuya punta apenas asomaba en el agua, lo partió en dos hundiéndolo para siempre. Entre escenas horribles se ahogaron 1500 pasajeros.

La Democracia, con sus libertades de perdición, con su educación materialista, su moral permisiva, sus derechos humanos arbitrariamente aplicados, con su indefensión de los buenos y tolerancia con los malos, ha creado un hombre sin voluntad, incapaz de controlar sus instintos, que necesita la pastilla para controlarse en la carretera, la pastilla para dormir, la pastilla para superar las depresiones y los stress, la pastilla para planificar los nacimientos...,es decir, un HOMBRE-PASTILLA.

En las Letanías de los Santos pedimos a Dios nos libre de los rayos, tempestades, terremotos, pestes, hambre, guerras...,pero, ¿quién las reza hoy?

Cuando sobrevienen esas desgracias se apresuran los mass media a tranquilizarnos con “expertos que nos explican esos fenómenos”; pero sin mencionar las causas que han podido provocarlas, para no despertar en la gente “la superstición religiosa”..., y Dios continúa castigándonos sirviéndose de causas naturales o de la malicia de los hombres. Muchos se ríen de Dios, en quien no creen; pero Dios también se ríe de ellos, con la diferencia que, después de la muerte, Dios continuará riéndose y ellos no podrán reírse más.

Hay un castigo que Dios envía a los pueblos pecadores y consiste en entregarlos en manos de malos gobernantes. Así lo hizo en otro tiempo con el pueblo judío (Sal. 105 y IV Rey.9, 9-14). Es un castigo terrible porque los malos gobernantes tiranizan sus pueblos, los asfixian con impuestos siempre en aumento, los corrompen con vicios, les arrancan la Fe, destrozan sus familias, arruinan la Nación, destruyen las sanas costumbres, los aborregan con lavados de cerebro, les mienten con frecuencia, y los engañan con libertades que León XIII llamaba de perdición, convirtiéndolos en animales que sólo ansían, como los antiguos paganos de Roma, llenar bien sus estómagos, gozar del sexo, y divertirse sin freno.

En esos pueblos impera el egoísmo, la ambición, la violencia, el engaño, la estafa, el desorden, el vicio, la ley del más astuto y descarado, y se enseñorean desvergonzadamente en ellos los afeminados, los impúdicos y los impíos.

Es el castigo que ha caído sobre España y otros pueblos con la DEMOCRACIA LIBERAL, donde la mentira se hace verdad, lo feo artístico, lo grosero moral, el desorden impide la convivencia, el error se adueña de los espíritus, la injusticia ahoga la paz, el país se hunde en la hedionda corrupción, y un malestar invade toda la nación.

Quizá no haya peor castigo para un pueblo que la Democracia, que es “EL GOBIERNO DE TODO LO PEOR, Y TODO LO PEOR HECHO GOBIERNO” (Stan Popescu).

Los pecados públicos exigen que se castiguen los pueblos como tales, y así como “sale el sol para buenos y malos, y llueve sobre justos e injustos” (Mt. 5,45), del mismo modo el castigo ha de ser general para todos...Después, en el Juicio Universal, habrá separación de buenos y malos con el premio y castigo correspondientes (Mt. 25,33).

Hace años que Dios, a través de su Madre Santísima, nos está avisando de inminentes castigos si no nos enmendamos. Recemos a Ella para que nos alcance un verdadero arrepentimiento de nuestros pecados y nos conserve en el santo temor de Dios, pues “A QUIEN TEME AL SEÑOR, LE IRA BIEN EN LO ULTIMO DE SU VIDA, Y EN EL DIA DE SU MUERTE SERA BENDITO” (Eccli. 1, 19).


Anexo al artículo: EL VOLCAN COLOMBIANO
Armero era un pueblo que se encontraba al sur de Bogotá, compuesto de un poco más de 20.000 habitantes.

En el año 1948 fue escenario de desórdenes políticos, originados en la capital como consecuencia de una sublevación popular liderada, entre otros, por Fidel Castro, y conocida con el nombre de “el bogotazo”, durante la cual se intentó derrocar al gobierno conservador, pero que finalmente fracasó.

En ese entonces, era párroco del lugar un piadoso sacerdote de apellido Ramírez, quien fue acusado por los revoltosos de guardar armas en la iglesia a favor del gobierno; por lo cual lo amenazaron de muerte. Dichas acusaciones eran completamente falsas y solamente tenían fundamento en la simpatía que tradicionalmente existió entre el clero y el Partido Conservador.

Lo relevante del caso es que este sacerdote tuvo la oportunidad de escapar de sus agresores y evitar la muerte, pero prefirió quedarse en su puesto y afrontar el martirio. No quería dejar su parroquia a merced de aquellos hombres, que seguramente la iban a profanar como ya se había hecho con las iglesias de Bogotá y de otras partes del país. Además, él mismo decía que cada vez que iba a consultar al Santísimo Sacramento, recibía la orden de permanecer allí.

Por último, pidió con fervor la corona del martirio y le fue concedida esta gracia. Su muerte fue muy cruel pues los verdugos la emprendieron contra él a golpes de varillas de hierro, poniéndolo de rodillas en plena plaza pública y ante la mirada atónita de la gente. Su cuerpo fue arrastrado por las calles en medio de un gran vociferío y, finalmente, arrojado al río que pasa cerca del lugar.

Una vez que el obispo de la diócesis hubo llegado al sitio de los acontecimientos y se hubo enterado de lo ocurrido, maldijo al pueblo y al río. Se había cometido un crimen gravísimo en la persona de un santo sacerdote, quien empezó a ser conocido en toda Colombia como “el mártir de Armero”.

De toda maneras, algunas personas tomaron en serio la tal maldición proferida por el obispo, al punto que decidieron recurrir a Roma para solicitar del entonces Papa reinante, Pío XII, su anulación. El venerable Pontífice vaciló por algún tiempo ante semejante pedido, pero finalmente accedió a hacer una especie de derogación de la sentencia que pendía sobre la triste población de Armero.

Así llegamos al fatídico año 1985. En una madrugada de noviembre, las autoridades advirtieron que algo pasaba cuando vieron las cenizas que caían por todas partes expulsadas por el temible volcán que durante tantos años fue testigo mudo de la historia de aquel pueblo.

Inmediatamente se pensó en evacuar toda la región, ante lo que parecía una inminente tragedia de proporciones alarmantes; se dieron, pues, los primeros pasos de la operación para tratar de alejar lo más posible a los desafortunados pobladores. Por desgracia, todo cambió a última hora, pues había llegado procedente de Bogotá el célebre padre Governa, un científico colombiano especializado en fenómenos naturales (¡quién sabe si en los sobrenaturales también!), quien dictaminó que la situación no era para tanto, que no había ningún peligro, y que todo el mundo podía quedarse tranquilo y dormir esa noche en sus casas. Y dicho esto, regresó a Bogotá antes de terminar el día.

Diez minutos, nada más, bastaron para que más de 20.000 personas quedaran sepultadas bajo el lodo implacable que produjo la nieve derretida por el volcán, y que se fue formando a lo largo del río maldito.

Para dar una idea de la magnitud de la catástrofe, baste decir que la torre de la iglesia, de unos catorce metros de altitud, quedó totalmente cubierta.

Lo único que se salvó fue el cementerio, donde reposan los restos del sacerdote mártir. El padre Governa murió algunas semanas después, mientras participaba en un congreso de sismología en el exterior.

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“Dentro de veinte años –escribía Voltaire en una carta a D’Alembert-, dentro de veinte años ya estará Dios divertido”.

En efecto, esta profecía lleva la fecha 25 de febrero de 1758: pues bien, justamente el 25 de febrero de 1778, es decir a los veinte años cabales, y a la hora precisa en que Dios debía quedar divertido...un vomitillo de sangre acometió al filósofo profeta...y lo dejó divertido para siempre. Así se cumplen las profecías de los enemigos de Cristo”.
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“Al presente –ha escrito una pluma ilustre- miran a la Iglesia y dicen: -Va a morir, y muy pronto desaparecerá su nombre, y no habrá ya cristianos; llegó su hora-; y mientras están diciendo esto, veo que mueren ellos todos los días, y, sin embargo, la Iglesia permanece siempre en pie, anunciando el poder de Dios a todas las generaciones que se van sucediendo”.

Estas palabras fueron pronunciadas por San Agustín hace ya quince siglos...¡Cada día a morir! ¡Pero aun no ha muerto!”

(La Ciencia y la Fe, P. Bernardo Gentilini, Editorial Difusión, 1944)
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“Contad una por una, si podéis, las bancarrotas y las catástrofes de nuestros días, y observaréis llenos de asombro que siempre es el orgullo el castigado por la catástrofe y que el orgullo es el que hace siempre bancarrota. Dios suscita los tiranos contra los pueblos rebeldes y los pueblos rebeldes contra los tiranos: El es el que castiga el orgullo con otro orgullo, hasta que sólo quede en pie el más grande, cuya humillación se ha reservado a sí propio.

Vueltas a la infancia las sociedades de nuestros tiempos, habían llegado a creer que podrían evitar las miradas de Dios tapándose los ojos para no verle. ¡Intento vano! Dios les ha salido al encuentro en todas direcciones y les ha atajado el paso en todos los caminos.

Y verdaderamente era muy difícil no encontrar alguna vez y en alguna parte a Aquel que vive en todas partes y que vive eternamente”.

(José Donoso Cortés, carta al director de la “Revue de Deux-Mondes”, París, 15-11-1852)


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“Se nos advierte contra el peligro de tener parte en sus pecados y en su castigo; de ser hallados, cuando el fin sobrevenga, como meros hijos de este mundo y de sus grandes ciudades; con gustos, opiniones y hábitos propios de las mismas; con un corazón dependiente de la sociedad humana y una razón moldeada por esta. Se nos advierte contra el peligro de encontrarnos el último día, delante de nuestro juez, llenos de los bajos sentimientos, principios y fines que el mundo fomenta; con nuestros pensamientos vagando (si eso fuere entonces posible) detrás de vanidades; con pensamientos no más elevados que la consideración de nuestras propias comodidades y ventajas; con un altivo desprecio por la Iglesia, sus ministros y sus simples fieles; con un amor por el rango y el status, por el esplendor y las modas del mundo, con una afectación de refinamiento, una dependencia de las fuerzas de nuestra razón, una habitual autoestima y una completa ignorancia del número y atrocidad de los pecados que testifican en contra nuestra. Si somos hallados en este estado cuando el fin sobrevenga, ¿dónde nos encontraremos cuando el juicio haya culminado y los santos hayan sido llevados al cielo, y haya silencio y tinieblas donde antes había alegría y expectación? ¿Podrá entonces la gran Babilonia procurarnos algún bien, como si ella fuese inmortal, así como nosotros sí lo somos?
Los hombres de hoy día dan nombres seductores a los pecados y a los pecadores. Pero en aquella hora todos los ciudadanos de Babilonia aparecerán bajo su verdadera luz, aquella que la palabra de Dios arroja sobre ellos: “perros, hechiceros, impuros, asesinos, idólatras, amigos y fautores de la mentira”.

(John Henry Newman, “Cuatro sermones sobre el Anticristo”, Ediciones del Pórtico, 2006).

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jueves, 24 de septiembre de 2009

DOSSIER

LIBERTAD DE PRENSA: MIL MILLONES DE MENTIRAS




El Gobierno miente. Clarín miente. Los Medios mienten.


“Como Satanás, que es su padre, el mundo es natural y forzosamente mentiroso. (...) Le es necesario vivir de mentiras, de oscuridades, de equívocos: mentiras y equívocos de acción, mentiras y equívocos de palabra. Esta libertad impía se ha llamado, pues, libertad de conciencia, libertad religiosa, libertad de pensamiento, libertad de prensa; pero, de hecho y verdaderamente de derecho, era la libertad de blasfemar.

Cardenal. Pie, Obispo de Poitiers.


“El Error antes que el Vicio es el que pierde a las Naciones. No existe más regla de reforma fructuosa que buscar la Verdad y predicarla a toda costa”

P. Guillermo Federico Le Play.


“La comunidad o la nación que peca contra la verdad, que pierde la reverencia a la verdad y el horror a la mentira, está perdida, dejada de la mano de Dios. ¿Y qué castigo más grande que éste, que el que se va de la Verdad, ella se queda y no lo sigue y él se va? ¿Adónde se va? “A las tinieblas de allá afuera” –dice Cristo. La Verdad no puede imponerse a sí misma por fuerza. Si no la aceptan, se retira. ¡Temed a la Verdad que se retira!”

P. Leonardo Castellani – San Agustín y Nosotros.


“Se puede decir que Dios no existe, que Dios es el mal; que la patria no tiene fronteras; que la bandera argentina nos dice menos al corazón que la bandera roja; que no es una honra el ser argentino, y todo esto se ha dicho ¡hasta en el Parlamento!, donde algún diputado llegó a afirmar que su patria era el país donde le daban de comer. Todo se puede decir, sin rubor ni miedo, porque aquí reina eso que llaman libertad de pensamiento y de prensa”.

Hugo Wast. “Año X”, 1960.

“...un país que ha consentido que lo nutran de mentira”.
P. Castellani, Romance de la pobre patria.


Lo dijo textualmente la Presidenta de esta pobre patria Argentina. Lo dijo desembozadamente, como quien se descuida un momento debido al hartazgo de tener que ser siempre hipócrita. Lo dijo con ese tono altivo y ramplón propio de la crápula que se supone impune ante un Dios en el que no cree. Lo dijo corroída por el temor a la crítica insoportable de no ser considerada democrática. Lo dijo y nadie dijo nada:

“La presidenta realizó en la ex ESMA un homenaje a los miembros de la Corte Interamericana de Derechos Humanos con motivo de conmemorase el 30 aniversario de su histórica visita al país en 1979.
Cristina dijo que pretende defender "la libertad para poder decir lo que uno quiere y piensa, aún cuando sea mentira". "Yo prefiero mil millones de mentiras antes de cerrar la boca de alguien: esta es la forma en la que entiendo la libertad y los derechos humanos", agregó.
(Diario La Capital, Rosario, 11 de septiembre de 2009)




Como una señal de su fe democrática, quiso demostrar a la opinión pública, en el fragor de la batalla por el control mediático, que es más democrática que cualquiera, la primera demócrata del país, una campeona de la democracia y los derechos humanos. Por eso descubrió lo que significa este maldito sistema de la “Democracia”: la Mentira.

La mentirosa, esta vez, dijo la verdad.

Y de una forma explícita dejó en claro -¿se dará cuenta su cabeza, debajo de los apliques de cabello tinturado?- que al poner en pie de igualdad la verdad y la mentira, otorgándoles el mismo derecho, le resulta indiferente la verdad o la mentira, en tanto el valor supremo resulta la libertad. Por lo tanto, ¿por qué uno ha de creerle a todo lo que dice, y no pensar que, si está permitida la mentira pública, no ha de estar permitida también la mentira de sus funcionarios y de su propio discurso? ¿Por qué se ha de privar de engañarnos, una persona que desprecia la verdad? ¿Es cinismo o es necedad lo que refleja un discurso tan vil?

Ya decía Antonio Caponnetto que “su mal es justamente la misología –el odio al logos- aquel envilecimiento de la inteligencia que denunciara Platón”. Y de ese desprecio por la verdad, ahora bien explicitado pues “la boca habla de la abundancia del corazón” (Mat. 12,34), nada tienen que decir los periodistas que tan abocados están en estos días a criticar al Gobierno y a la Presidenta. Y nada dicen porque su negocio es enriquecerse a costa de la verdad, su mayor enemigo. Por eso el que pide libertad para todo, es el ladrón y el mentiroso, no el hombre decente, que pide libertad para el bien y la verdad, porque sabe que si se dan derechos a la mentira ésta no tiene otro objeto más que ocultar, falsear y destruir a la verdad.

“Yo para esto nací, y para esto vine al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo aquel que es de la verdad, escucha mi voz” (Jn. 18, 37).

Son los mayores enemigos de Cristo los que se han de aprovechar de esta libertad otorgada por los “democráticos” para la mentira, como el caso de Lenín: “Hay que estar preparados para mentir, engañar, hacer operaciones ilegales, omitir o suprimir la verdad...” (Obras escogidas, Moscú, 3º edición, 1935, XXV, pág. 199, cit. en Cabildo Nº 83).
Y en medio de este desgarramiento del país entre poderes que disputan como hienas lo que el león les ha dejado, los Medios representan a un Sistema de dominación que no admite usufructuarios exclusivos ni permanentes, como los K.

Porque la guerra es por el poder: no está en juego la “Libertad de prensa” (es decir, la libertad para insultar a Dios).

Ahora bien, las potencias del desorden que deplora esta prensa liberal-masónica, esta prensa que editorializa sobre la necesidad de “consensos” y “previsibilidad del juego democrático” y la “defensa de las instituciones”, han sido creadas en gran parte con la prédica constante corruptora de los propios medios, que ahora permite esta posibilidad de que un gobierno democrático pueda salirse de la raya para ponerle límites a la prensa que ya no le es adicta o útil.

La subversión creada se les vuelve a los medios en contra. ¿Qué queda para el futuro sino una perversión más despiadada o la completa anarquía?

Se trata en el fondo de una disputa entre ladrones.

Ladrones que saben que para robar dinero antes deben robar la verdad, en nombre de la “libertad” y la”democracia”.

Y para eso deben tener el control de los medios masivos de comunicación. Medios de los que se sirve el padre de la mentira.

Actualmente, la prensa habla mal de Dios y del gobierno.

El gobierno quiere que hable mal de Dios y bien del gobierno.

Para lo primero, es decir, dar lugar a los enemigos de Dios, los Medios tienen la permisión irrestricta que les da el Gobierno, para lo cual son capaces de publicitar con toda “inocencia” no sólo al ya mundialmente comercializado Che Guevara, sino hasta al mismísimo Lenín, siempre de actualidad, como modelo publicitario de la rebeldía...


Para lo segundo, para que la prensa no moleste al gobierno, éste se acerca al mismo Lenín como ideólogo en las sombras de un proyecto de “Ley de Medios” democrática: “En primer lugar, se trata de la literatura del Partido y de su subordinación al control del Partido. Cada uno es libre de escribir y de hablar cuanto quiera, sin la menor cortapisa. Pero toda asociación libre (incluido todo partido) es también libre para arrojar de su seno aquellos de sus miembros que utilicen el nombre de un partido para propugnar puntos de vista contrarios a éste. La libertad de palabra y de prensa debe ser completa. Pero también debe serlo la libertad de asociación. Yo tengo la obligación de concederte, en nombre de la libertad de palabra, pleno derecho a gritar, a mentir y a escribir todo lo que desees. Pero tú tienes la obligación de concederme a mí, en nombre de la libertad de asociación, el derecho a concertar o anular una alianza con quienes se expresan de tal y tal manera. El Partido es una unión voluntaria, cuya disgregación, primero ideológica y luego material, sería inevitable si no se desembarazase de los miembros que sostienen opiniones opuestas a las del Partido.(...) La libertad de pensamiento y la libertad de crítica en el seno del Partido no nos harán olvidar nunca la libertad de agrupación en asociaciones libres que se denominan partidos” (V.I.Lenin.La organización del Partido y la literatura del Partido, 13 de noviembre de 1905).

Allí donde Lenín dice Partido, póngase Gobierno o póngase Medios. La disputa es la misma, como la táctica. No se prohíbe a nadie nada, ni siquiera que mienta, que diga “mil millones de mentiras” (Cristina), pues hay libertad absoluta. Pero, en cuanto un interés partidario o económico corre peligro, se prohíbe entonces actuar no en nombre de la censura, sino en nombre de las leyes democráticas. Aquel que coarta la libertad de asociación y de expresión pluralista de la sociedad, actúa contra el Partido o el Gobierno (que representan al Pueblo o la Sociedad), y por lo tanto debe ser prohibido. Se censura sin censurar, porque “la libertad de palabra y de prensa debe ser completa” (Lenín).

Así, si Fidel Castro decía “Dentro de la revolución todo, fuera de la revolución, nada”, ahora, a imitación suya, se da a entender que “Dentro de la democracia, todo; fuera de la democracia, nada”.

De esta forma indirecta, bajo la bandera de los grandes valores, el supremo de los cuales es la Libertad, se instaura la mayor dictadura, la del silenciamiento de la verdad.

La Verdad, la gran discriminada en nuestra sociedad.

La Verdad que hace libres, sometida por los esclavos en nombre de la Libertad. Es el principio liberal que se impone a través de los amos del mundo para, en definitiva, hacer callar la voz de Dios y de la Iglesia Católica. No apunta a otra cosa la “libertad religiosa”, también suscripta obedientemente por Cristina antes de llegar a la Casa Rosada:
“América latina (...) va a defender la democracia, el derecho de las minorías, el derecho a pensar, vivir y orar al Dios que uno quiera” (Discurso ante el American Jewish Comitee en Washington. Clarín, 4 de mayo de 2007, en negritas en el original).

Es así como, si coincide con Lenín (financiado por banqueros norteamericanos en su revolución) en la búsqueda del control de los medios, coincide con Bush en defender los “valores de la libertad religiosa”:
“Hoy nuestros ciudadanos profesan muchos y variados credos y damos la bienvenida a toda religión (...) Mi administración trabaja con nuestros aliados y amigos en todo el mundo para avanzar los valores comunes y difundir los beneficios de la libertad en cada rincón del mundo” (George W. Bush, proclama del “Día de la Libertad religiosa”, 16 de enero de 2007).



Libertad de prensa y democracia

“La libertad de prensa es un presupuesto indispensable para el desenvolvimiento de una sociedad democrática” dice el Clarín en una editorial (4 de abril de 2008). Obvio.

“Cada lector de diarios o revistas es un cultor de la democracia”, dice ADEPA, o sea, Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (23 de diciembre de 2008). ¿Qué tal?

En los EEUU la libertad de prensa está garantizada, nos informan, por la primera Enmienda de la Constitución Estadounidense. Tanto los liberales capitalistas como los democráticos socialistas, reclaman ser defensores de la libertad de prensa. ¡Por supuesto!

Son los tan odiados capitalistas e imperialistas yanquis, denostados por esta dirigencia ”progre, nacional y popular”, los que defienden e imponen esta clase de libertades, como la “libertad de prensa”: “El rol de periodismo en nuestras sociedades es múltiple e insustituible: informar libremente a los ciudadanos y hacer que el ámbito de las ideas individuales y colectivas se mantenga activo y floreciente. Los medios son el sistema nervioso central de la sociedad de nuestro tiempo. Ese trabajo merece el mayor respeto y toda la protección, ya que nuestra capacidad para actuar como ciudadanos de manera fundamentada y responsable en una democracia depende de que los periodistas puedan llevar adelante su rol de informarnos libres de presiones o miedo. Nuestra libertad, como dijo Thomas Jefferson, depende de la libertad de ellos” (“Por la libertad de prensa”, Earl Anthony Wayne, embajador de los Estados Unidos, Clarín, 4 de mayo de 2009).


Así, en su concepto tan alto y pluralista de la libertad, Cristina es libre para no hacerle asco a ninguna clase de mentira:



“De su lugar excelso intentan despeñarle,
ellos, que se deleitan con la mentira”
(S. 61, 5)

Como muy democrática que es, Cristina siempre pretende salvar el pellejo escudándose en la voluntad de las multitudes, manejadas por los dueños de la libertad de opinar aunque sea “mil millones de mentiras”.


Como Nuestro Señor, así está hoy la verdad. Cristina, como Pilatos, prefiere mil millones de mentiras, porque como aquel preguntó sin esperar la respuesta,“¿Qué es la verdad?”, y, antes que verse reprobada por los poderosos y el populacho, prefiere lavarse democráticamente las manos. Flagelado por nuestros pecados, Jesucristo, que dijo “Yo soy el camino, la verdad y la vida”(Jn. 14, 6), nuevamente es escarnecido públicamente por la máxima autoridad.



“Desafío a cualquier archivo, a cualquier memoria, que alguna vez haya habido tal libertad para hablar, criticar, oponerse a un gobierno como el que hubo durante la gestión de esta presidenta”, dijo con su habitual soberbia desde los Estados Unidos, sin mencionar que esos medios con tanta libertad fueron los que ayudaron a su marido y a ella a llegar adonde llegaron, precisamente por ocultar al pueblo sus trapisondas y embustes. Esos medios que, para ocultar el fracaso de la “democracia” , no dijeron que sólo 3 de cada 10 personas habilitadas para votar lo hicieron por esta presidenta, que sin embargo insiste en llamar a su gobierno “nacional y popular”, siendo que ni es popular ni nacional, pues pasa más tiempo fuera que dentro del país, sirviendo a los intereses de la gran usura.


La Palabra de Dios sabiamente describe a estos infames personajes que se repiten en todos los tiempos, para castigo de lo pueblos que no aman la verdad:

“En la boca del necio está el azote de su orgullo; mas a los sabios les sirven de guarda sus labios”
Prov. XIV,3.

“El justo aborrece la palabra mentirosa, el impío infama y obra vergonzosamente”
Prov. XIII,5.

“Prefieres el mal al bien
y la falsedad al lenguaje sincero”
S. 51,5.

“La lengua de los sabios hace amable la sabiduría, la boca de los fatuos profiere sandeces”
Prov. XV,2.

“Quien profiere la verdad, propaga la justicia, pero el testigo mentiroso sirve al fraude”
Prov. XII, 17.

“Si Dios fuera vuestro padre, ciertamente me amaríais a Mí, pues Yo nací de Dios, y he venido de Dios; no he venido de Mí mismo, sino que El me ha enviado. ¿Por qué, pues, no entendéis mi lenguaje? Es porque no podéis sufrir mi doctrina. Vosotros sois hijos del diablo, y así queréis satisfacer los deseos de vuestro padre. El fue homicida desde el principio, y no permaneció en la verdad; y así no hay verdad en él. Cuando dice mentira, habla como quien es, por ser de suyo mentiroso y padre de la mentira”.
Jn. 8, 42-46.


Sobre la libertad de prensa:


Detengámonos a considerar lo que la Iglesia y los grandes pensadores han enseñado sobre la hoy puesta en “riesgo”, según los Medios, “Libertad de prensa”. De hecho, los demócratas que dicen que “la persistencia de los llamados “delitos de opinión” constituyen una rémora del pasado, por lo que su eliminación es parte de una deuda que el Estado tiene con la sociedad, en cumplimiento de preceptos constitucionales y pactos internacionales sobre libertad de expresión” (Clarín,21 de septiembre de 2009), esos que dicen representar y estar tan interesados en el bien de la sociedad, pusieron el grito en el cielo cuando alguien cuestionó los datos respecto de los “30.000 desaparecidos”, por no hablar del tabú tema del “Holocausto”, donde se trata al que se atreva a discutir el tema con datos, estadísticas y pruebas documentales por lo menos atendibles, de indeseables y delincuentes, marginándolos, estigmatizándolos y cerrando toda discusión al respecto. Desde luego, los delitos de opinión son algo perimidos, pero, en nombre de la “Democracia”, no pueden dejar que cualquiera opine, aunque más no sea lo que oficialmente se considera como “mentiras”. ¿Cómo, y las “mil millones de mentiras”? Ese es un número muy amplio, pero hay algunas mentiras que se exceden de esa cifra, por eso no son permisibles.

“Volvamos ahora un poco la atención hacia la libertad de hablar y de imprimir cuanto place. Apenas es necesario negar el derecho a semejante libertad cuando se ejerce, no con alguna templanza, sino traspasando toda moderación y todo límite. El derecho es una facultad moral que, como hemos dicho y conviene repetir mucho, es absurdo suponer que haya sido concedido por la naturaleza de igual modo a la verdad y al error, a la honestidad y a la torpeza. Hay derecho para propagar en la sociedad, libre y prudentemente lo verdadero y lo honesto, para que se extienda al mayor número posible su beneficio; pero en cuanto a las opiniones falsas, pestilencia la más mortífera del entendimiento, y en cuanto a lo vicios, que corrompen el alma y las costumbres, es justo que la pública autoridad los cohíba con diligencia para que no vayan cundiendo insensiblemente en daño de la misma sociedad. Y las maldades de los ingenios licenciosos, que redundan en opresión de la multitud ignorante, no han de ser menos reprimidas por la autoridad de las leyes que cualquiera injusticia cometida por fuerza contra los débiles. Tanto más, cuanto que la inmensa mayoría de los ciudadanos no puede de modo alguno, o puede con suma dificultad, precaver esos engaños y artificios dialécticos, singularmente cuando halagan las pasiones. Si a todos es permitida esa licencia ilimitada de hablar y escribir, nada será ya sagrado e inviolable; ni aun se perdonará a aquellos grandes principios naturales tan llenos de verdad y que forman como el patrimonio común y juntamente nobilísimo del género humano. Oculta así la verdad en las tinieblas, casi sin sentirse, como muchas veces sucede, fácilmente se enseñoreará de las opiniones humanas el error pernicioso y múltiple”.
(León XIII, Encíclica Libertas)


“Y junto a los escritos que propagan la impiedad y las malas costumbres, no podemos dejar de mencionar aquellos otros que difunden la mentira y provocan el odio. La mentira, abominable a los ojos de Dios y detestada por todo hombre justo, lo es todavía más cuando esparce la calumnia y siembra discordias entre los hermanos. Como aquellos maniáticos anónimos cuya pluma mojada en la hiel y en el fango hace desmoronarse la felicidad de la vida doméstica y la unión de las familias, así una cierta prensa parece haberse fijado el propósito de destruir, en la gran familia de los pueblos, las relaciones fraternas entre los hijos del mismo Padre celestial. Esta obra de odio se lleva a cabo algunas veces con el libro, con más frecuencia aún con los diarios.
(Pío XII)


“Lo que no responde a la verdad y a la ley moral, no tiene, objetivamente, ningún derecho a la existencia, ni a la propaganda, ni a la acción”.
(Pío XII, Alocución Ci Riesce a los juristas, 6 de diciembre de 1953)


“La libertad de la palabra y de la prensa es el pretendido derecho que cada cual tiene de decir y publicar todo lo que le agrade, bueno o malo. Esta falsa libertad es contraria a la ley natural, que no permite igualar el error con la verdad, el bien con el mal.
-Pervierte la inteligencia, porque pocos hombres tienen la facultad de dedicarse al estudio y distinguir un razonamiento de un sofisma.
-Corrompe el corazón, porque los hombres se sienten inclinados a aceptar fácilmente las teorías que favorecen o halagan sus pasiones.
La libertad de la prensa, concedida a los enemigos de la religión, de la moral y del orden público, es un azote terrible para la sociedad. El diario es un maestro cuya tiranía fatalmente sufre el lector; es un abogado poco leal, que seduce al pueblo con la mentira y la calumnia. La autoridad tiene el deber de no abandonar al pueblo a merced de hábiles embusteros.
(…) La prensa.- La francmasonería esparce profusamente sus monografías, sus libros, particularmente sus diarios malos y sus novelas y folletines. Si creyéramos a estos escritos, el liberalismo representa todo lo que hay de más bello, más noble, más grande: la libertad, la igualdad, la fraternidad, el progreso, la civilización, la ciencia, etc. La Iglesia, por el contrario, no representa sino lo que hay de más pequeño, estrecho e innoble: la tiranía, la esclavitud, la intolerancia, la barbarie, etc. Con estas mentiras, la mala prensa pervierte las inteligencias y corrompe los corazones.
-Todos los días explota en los diarios las faltas reales o imaginarias de los pastores de la Iglesia, para hacerlas recaer sobre la Iglesia misma y hacerla odiosa. En cuanto a sus beneficios, a sus obras de caridad, a sus numerosos ejemplos de virtud dados por sus sacerdotes y sus fieles, la prensa masónica guarda el más profundo silencio, y si habla es para negarlos, disminuirlos o ridiculizarlos.
-Con pretexto de ciencia ataca sin descanso las doctrinas de la Iglesia, ya negándolas, ya tratando de ridiculizarlas con la ironía y el sarcasmo. En el espíritu de los débiles y de los ignorantes va destruyendo pieza tras pieza todo el edificio de la fe católica.
-La masonería halaga los malos instintos con producciones inmorales y los levanta rabiosos contra la Iglesia que los condena. Es moralmente imposible que un lector asiduo de semejante prensa no se llene, a la larga, de toda clase de errores y prevenciones.
(En la vida pública)- Hay que emplear contra la masonería las armas que ella emplea contra la Iglesia. La prensa.- No comprar nunca diarios malos, y, sobre todo, no suscribirse a ellos.- Sostener la buena prensa con la influencia, los recursos, etc.”
(P. A. Hilaire. La Religión demostrada, 1933)


“Si continuáis la lectura de las actas de los Papas una después de la otra, veréis que todos han dicho lo mismo sobre las libertades nuevas nacidas del liberalismo. La libertad de conciencia y de cultos, la libertad de prensa, la libertad de enseñanza, son libertades envenenadas, falsas libertades. Porque el error es siempre más fácil de difundir que la verdad, es más fácil de propagar el mal que el bien. Es más fácil decir a la gente: “podéis tener varias mujeres”, que decirles “no tendréis más que una durante toda la vida”; ¡es más fácil en consecuencia establecer el divorcio como “contrapeso” del matrimonio! Igualmente, dejad indiferentemente a lo verdadero y a lo falso la libertad de obrar públicamente y con seguridad habéis favorecido el error a costa de la verdad.
Actualmente les agrada decir que la verdad hace el camino por su sola fuerza intrínseca y que para triunfar, no tiene necesidad de la protección intempestiva y molesta del Estado y sus leyes. El favoritismo del Estado hacia la verdad es inmediatamente tachado de injusticia, como si la justicia consistiese en mantener equilibrada la balanza entre lo verdadero y lo falso, la virtud y el vicio...Es falso: la primera justicia hacia los espíritus es favorecerles el acceso a la verdad y precaverlos del error. Es también la primera caridad: “veritatem facietes in caritate”: En la caridad, hagamos la verdad. El equilibrismo entre todas las opiniones, la tolerancia de todos los comportamientos, el pluralismo moral o religioso, son la nota característica de una sociedad en plena descomposición, sociedad liberal querida por la masonería. Ahora bien, los Papas de los cuales hablamos han reaccionado contra el establecimiento de tal sociedad sin cesar, afirmando al contrario que el Estado –el Estado católico en primer lugar- no tiene derecho a dejar tales libertades, como la libertad religiosa, la libertad de prensa y la libertad de enseñanza”.
(Mons. Lefebvre. Le destronaron. Del liberalismo a la apostasía. La tragedia conciliar).


“La libertad de Prensa, corrupción de una santa verdad que se podría llamar “primacía del pensamiento”, es en la práctica hodierna simplemente “la patente al sofista”, la libertad de aprovecharse el (intelectualmente) fuerte del débil, la licencia para el muchachón de trompear al pibe. Esclavitud del pensar.”
(P. Castellani. Las ideas de mi tío el Cura, págs. 137-138)


“19-X-68 – Terminaron los festejos de la SIP (Sabandija Invisible Prepotente). Es un cierto armatoste masónico para defender la “Libertad de Prensa” en Hispanoamérica solamente, como está dicho. Discursazos, banquetazos y lambidas mutuas.
En castellano viejo “libertad de prensa” significa libertad de prensar para periódicos judaicos capitalistas (P.D.J.C.) por lo cual el armatoste no funciona en España, lo han armado los yanquis para uso de la mísera Sudamérica, Agustín Edwards, Agustín Edwards...
Ellos saben que el Monstruo Moderno Mundial (MMM) de la Prensa Prepotente (PP) no tiene nada que temer fuera de la espada; o sea el poder político en manos de un hombre honrado; por lo cual acorazan al monstruo con cotas hechas de baba y “conceptos” hasta que parece un mastodonte (MMMM). Y aun así temen.
Es horroroso pensar que un ignorante o un canalla anónimo escondido detrás de una o diez linotipos puede hacer pensar lo mismo en un momento dado a 40.000, 400.000 o 4 millones de hombres. O lo que quizás es peor, puede castrarles el pensar. Esto es lo que se quiere proteger con “sociedades internacionales”.
Para eso basta tener el dinero para los linotipos y la aquiescencia del gobierno; y por supuesto, de la Sabandija.
Es una de las bellezas apocalípticas de nuestra época.
Si la prensa es argentina, al gobernante argentino le toca moderarla y protegerla; y mantenerla independiente y honrada. Si el gobernante argentino se vuelve tirano, eso no lo arregla ni la SIP ni la SAP.”
(P. Castellani, Revista Jauja)


“28–X–69 – Asamblea de la SIP: sobre la “libertad de prensa en América”. La libertad de prensa es uno de los dogmas de la herejía liberal (...) La libertad de prensa consiste actualmente, dicho breve y mal, en que la prensa dañina sea libre y la prensa honrada no sea libre: es la libertad de perderse, que dijo León XIII. O sea, antiguamente NO había libertad de prensa porque no se podía hablar mal de Dios; ahora hay libertad de prensa porque se puede hablar mal de Dios, pero no del gobierno. (...) Son misterios de la religión moderna. La gente anda boquiabierta papando noticias inútiles que les ingurgita la prensa paquidérmica para tenerlos abobados y que no reflexionen”.
(P. Castellani Jauja N 36)


“Gracias al periodismo y a lo que dél depende, hay muchísimas mentiras sueltas y verdades encadenadas en la Argentina. Dicen que la mentira tiene patas cortas. ¡Cuernos! Tiene las patas cortas cuando no le ponen auto; ahora tiene auto y atropella por todo. Nos dan mentira y encima nos cobran por ella; la verdad está en un pozo, y hay que sacarla, y así resulta más cara que la mentira; y la gente se va a lo más barato.”
(P. Castellani. Sermón Domingo sexto después de Epifanía, Domingueras prédicas II)


“¡La libertad de prensa en América! Un mister Harris acusa bravamente aunque no brevemente a 5 naciones. La libertad de prensa en América es un comodín del capitalismo. Es la libertad para prensarnos”.
(P. Castellani. 25-III-69, Revista Jauja)


“Los hebreos tienen hoy en la Argentina mucho más patria que muchos de nosotros. Un escritor judío mediocre tiene en la Argentina donde escribir; yo no tengo donde escribir, aunque tengo, eso sí, libertad de prensa. No me importa por mí; al contrario, para mí es más cómodo. Me importa por la Patria.
Los judíos son dueños actualmente entre nosotros de los más poderosos vehículos de expresión; y los yanquis tienen el control de todos ellos. Si la Argentina no consigue rehacer la posibilidad de su expresión independiente, está lista como nación independiente”.
(P. Castellani. “Seis ensayos y tres cartas”).


“El hombre necesita la verdad más que el pan. No es lícito vender panes mezclados unos de harina y otros de cal con levadura de sulfato de cobre o sea pan con mejorador (capaz de producir parálisis infantil) como estos bárbaros mejoradores que pilló con las manos en la masa cuando era intendente don José A. Güiraldes. El pan debe ser de harina y basta. Y el panadero debe comprometerse a hacerlo de harina y tiene derecho a pedir ser recompensado y protegido contra los falsificadores. Y el falsificador tiene derecho a ser fulminantemente castigado, para que al menos salve su alma, si la tiene.

Hay que perseguir la falsificación de la verdad...

(...) Dijimos que la excusa siguiente: “Nosotros no hacemos sino vehiculizar información” es una falsía y una patente mentira. La información no está solo vehiculizada, sino dirigida, amañada, y si es preciso, fraguada. Se eligen las agencias, se hinchan y decoran (o mutilan) los telegramas, se les adoba el tono, se dispone el lugar de ellos, se los resume en tendenciosos titulares, se los condensa en editoriales y por último se invita a teorizadores a escribir estudios filosóficos o literarios que respondan al sentido del diario y hagan de marco teórico a su información. “La guerra de los titulares” llama Hugo Wast al reñidero de la actual bélica propaganda argentina. En suma, se monta y arma un grande y completo aparato de hacer opinar a la gente en este sentido y no estotro y ¡a eso se llama libertad de opinión! Ese aparato responde a un pilotaje invisible y está fuera de todo control nacional, político o no político. Máquina de rellenar mates, la han llamado los franceses, y es máquina digna de consideración atenta. Esta guerra con su desaforada propaganda ha hecho a los que piensan el servicio de ponerles ante los ojos patente esta máquina odiosa. Pero los que piensan no son todos.
¿Podría existir una prensa de mera información y no de opinión? Se puede concebir una prensa así, diarios de pura documentación indiscriminada, pero en el estado actual del mundo no existe a no ser en forma de revista científica o de prensa local o especializada. Siendo pues esto así, que toda prensa grandota está dirigida aunque finja ser libre ¿no es mejor que se sepa por quién está dirigida?, ¿y no es preferible que lo esté en todo caso por el gobierno nacional o por grupos nacionales que no por oscuros y temibles grupos económicos internacionales? Esto es lo que han pregonado y han ejecutado los dictadores europeos, que en esto no son tan enemigos de la libertad; y si lo son, han tenido bastante buenos maestros en los defensores de ella.
Para un católico cristiano la pregunta muchas veces equivale a ésta. La impartición de la verdad ¿es preferible que esté en manos de cristianos conocidos, aunque sean gobernantes, o de judíos desconocidos? La respuesta esplende, para mí al menos. La falsía de la libertad de prensa conduce al deseo de la dura verdad de la prensa estatalmente dirigida, hasta que se llegue a la verdad humana de la prensa corporizada.
(...) Chesterton decía que la libertad moderna consiste en que le puedes decir perro a Dios, pero guárdate bien de llamarlo perro al Comisario. Nuestra prensa sucia, encabezada por “Crítica” (...) tiene las manos libres para atentar contra la honra de una familia, de una orden religiosa, de una institución sagrada, de un pobre acusado, antes que el juez se pronuncie (...) tiene autorización para minar la decencia, la religión, las costumbres recibidas, el respeto a la autoridad, la educación de los niños y el sentido común del pueblo...Por hacer todo eso, gana millones el dueño, es respetado por las autoridades y cuando un accidente de auto lo libera de la amenaza de la tabes o la parálisis general (aunque no del juicio del Eterno) y lo reintegra a la naturaleza, entonces van a honrar su féretro personajes que se han consagrado públicamente al Corazón de Jesús, ¡y gracias doy yo al cielo todavía que no haya ido ningún Obispo por suerte! Para dexecrar el país habría que desenterrar sus huesos y quemarlos en la Plaza Principal frente al Fuerte, como lo haría si viviera don Juan de Garay.
(...) Opinión es una afirmación no cierta, basada en argumentos válidos mas no evidentes, opuestos a otros argumentos también válidos. Yo opino que las neurosis son psicosomatogénicas, otros doctores opinan que son todas psicogénicas, otros que son todas somatogénicas. Opinión no es cualquiera afirmación lanzada al aire porque sí, por charlatanismo o temeridad de botarate: eso es macaneo. No confundamos, pues, el derecho de opinar y el derecho de macanear, que es lo que hizo el liberalismo.
¿Quién tiene derecho a opinar? No todo hombre sobre todo tema, sino los entendidos sobre aquello que entienden. Sólo ellos deben tener una libertad de opinar que merezca consideración política.
(...) Quede pues solemnemente fijo que la libertad de expresar sus opiniones en el sentido sacro que el liberal dio a esta fórmula no existe; lo que existe es la obligación, para todos los capaces de pensar, de coadyuvar al hallazgo de lo verdadero y lo conveniente (primero); la obligación de todo buen gobierno de servirse de ellos, so pena de errores dañosos y después la fatal anemia y neurosis de la cual el régimen liberal perece (segundo); la obligación de todo poder humano de respetar en el hombre la pensadora, que es lo mejor que tiene (tercero); y en fin la obligación de ser tolerante un tanto con las charlas del hombre, que es charlero por esencia, mientras no vayan a lo intolerable. Eso es todo. La fórmula libertad de opinar, cuando se pasa de esta raya, es un solemne engañabobos. ¡Y un obispo en la Argentina, sale opinando públicamente que “la libertad es el don más grande que Dios ha hecho al hombre”!
(...) Por lo demás sabemos que los gobiernos llamados democráticos lo que hicieron fue fingir que hacían opinar a la masa acerca de finanzas o política internacional o todo lo que no entendía, para no dejarla opinar acerca del precio de las papas y acerca del aumento del salario, que es lo que entendía; y en definitiva hacer su antojo del modo más desaconsejable.
(...) Es que la libertad de vocear opiniones, y no sólo opiniones sino mentiras y calumnias manifiestas, necesariamente reduce al silencio al sabio y hace el juego del sinvergüenza. Donde muchos gritan, el sabio calla. En un régimen liberal la virtud y la sabiduría se vuelven paulatinamente un eautóntimoroúmenos: un castigo de sí mismas.

“La llamada libertad de imprenta es notada por la Iglesia Católica como error in fide, error en la fe, la calificación más cercana que existe a la herejía. No es propiamente herejía, mas eso no por una mayor posibilidad de conciliarse con la revelación cristiana, sino simplemente porque tal como apareció en los programas de los turbulentos reformadores del año 1848 y en los escritos de Hugo, Lamennais, Mazzini no parecía tocar directamente materia dogmática sino más bien asumir una actitud práctica. Pero esa actitud práctica, si bien se examina, implica en sí la negación de tres verdades teológicas de primera importancia, que son:
Negación de la Encarnación de Cristo, negación de la Caída Original, y negación de la dependencia Esencial del hombre –la cual a su vez implica en sus raíces, si ha de ser consistente, el ateísmo. He aquí pues por qué hace ya un siglo el apologista español Sardá y Salvany escribía un libro con el título “El liberalismo es pecado”.
(...) El libertinaje de proferir, o sea la falsa libertad de prensa (o el privilegio del macaneo) de las malicias del liberalismo no es la peor; pero es la última y en nuestro país la más peligrosa y más impostergable a remediar.
(...) Los que crean que hay que rehuir por todos los medios posibles las sangrientas y problemáticas soluciones por-catástrofe, deben concluir que es imposible seguir permitiendo en nombre de cualquier libertad, la mentira, la calumnia, la venalidad y la propaganda sofística a todo ente que posea una rotativa y bobinas, vengan de donde vengan. Un gobierno se suicida si esto cree, porque se pone al margen de la moral y aun paulatinamente en contra de ella. Cualquier gobierno razonable que no haya renegado la nacionalidad por la ideología puede crear sin dictadura ni sacudidas una ley de imprenta sobre el cimiento de estos principios indispensables:
1º Castigo de toda mentira impresa. La mentira entra en el concepto del bien público, más jurídicamente que la basura de las calles, la supravelocidad vial o los ruidos molestos. Los teólogos declaran a la mentira intrínsecamente mala y le encuentran una especial dañinez social, desde que ella falsea ese instrumento específicamente primero de toda sociabilidad, que es el lenguaje, envenenando así la función de lo que es el primer bien común de un pueblo. Toda mentira comprobable en los papeles públicos debía tener su multa, conforme a los grados de malignidad o perjuicio de ella, que son tres: mentira sacrílega o perjurio, mentira dañina o calumnia, mentira interesada o grupo. Queda aún la mentira fútil, que es permitida a los poetas.
2º Firma de los artículos. La prensa dictamina, opina y enseña acerca de las cuestiones más trascendentales, candentes o difíciles en el más irresponsable anonimato. Así como la mentira es vil, así el anónimo es despreciable.
3º Premio de la veracidad difícil. La veracidad es la razón de ser de la prensa. Pero la veracidad es una virtud –o sea una fuerza de hacer obras difíciles- y toda virtud tiene grados, y se estimula por el honor o reconocimiento que se le rinde. Las pretensiones actuales de la prensa viciosa de ser respetada como un magisterio, y honrada como un poder, ridículas como son en el caso del patente mercantilismo que la caracteriza, tienen un fundamento en la naturaleza de la función, por más radicalmente invertida que esté hoy día. Decir y propalar la verdad con la indispensable autoridad, oportunidad y prudencia es en efecto un altísimo oficio de gobierno, el oficio que los antiguos conocieron y practicaron con el nombre de consejo. ¿Por qué razón el gobierno que controla la balanza del almacenero y la densidad de la leche no va a controlar la veracidad de los periódicos?
4º Regulación estatal de toda la función prensa. Estamos en los tiempos de la economía dirigida. Si aún en el campo del aumento y conservación de los bienes materiales, groseros y vegetativos, en una sociedad realmente humana, la ley de la oferta y la demanda se ha revelado insuficiente y absurda, ¿qué será en el dominio mucho menos mecánico de las realidades morales?
El Estado es una sociedad completa lo mismo que la Iglesia en su propia esfera, nos enseña la filosofía. Un Estado que profesara dejar a un lado y no integrar en el organismo de su constitución misma la función de la impartición de noticias y opiniones, atentará contra su misma esencia y se verá obligado a arbitrios violentos o caprichosos. Si esto es teoría solamente o bien lo estamos viendo en práctica, los lectores pueden responder por sí mismos.
Sólo el principio corporativo puede zanjar completamente la difícil antinomia de la necesaria libertad de la inteligencia docente con su no menos necesaria integración dentro del bien común social. El periodismo, que al fin y al cabo es docencia de adultos deberá ser un día corporizado y obtener su propio Estatuto...”
(P. Castellani. Doll y la libertad de imprenta, “Proceso a los Partidos Políticos”, Buenos Aires, 1982)


“Es para llorar el espectáculo que presenta el país, mirado espiritualmente. El liberalismo ha suministrado a la pobre gente –no a toda, sino a la que no ama bastante la verdad- una religión y una moral de repuesto, sustitutivas de las verdaderas; un simulacro vano de las cosas, envuelto a veces en palabras sacras. ¡Qué es ver tanto pobre diablo haciendo de un partido un Absoluto y poniendo su salvación en un nombre que no es el de Cristo –aun cuando a veces el nombre de Cristo está allí también, de adorno o de señuelo-¡ Se pagan de palabras vacías, vomitan fórmulas bombásticas, se enardecen por ideales utópicos, arreglan la nación o el mundo con cuatro arbitrios pueriles, engullen como dogmas o como hechos las mentiras de los diarios; y discuten, pelean, se denigran o se aborrecen de balde, por cosas más vanas que el humo...Una vida artificial, discorde con la realidad, les devora la vida.”
(P. Castellani. Una religión y una moral de repuesto. Cristo, ¿vuelve o no vuelve?, págs. 278-279, Biblioteca Dictio, 1976)


“La prensa (empleo la palabra “prensa” para designar todos los medios masivos de comunicación) goza, naturalmente, también ella, de la mayor libertad. Pero ¿cómo usa esta libertad? Ya lo sabemos: guardándose bien de transgredir los marcos jurídicos, pero sin ninguna verdadera responsabilidad moral, si desnaturaliza los hechos y deforma las proporciones. ¿Acaso el periodista y su periódico son verdaderamente responsables ante sus lectores o ante la Historia? Cuando, por ejemplo, al publicar una información falsa o al sacar conclusiones erróneas, han engañado a la opinión pública o incluso han hecho dar un paso en falso a todo el Estado ¿acaso los hemos visto reconocer públicamente su culpa? No, evidentemente, porque ello hubiera ido en detrimento de la venta. En un asunto semejante, el Estado podrá dejar las plumas; en cambio el periodista se escapa siempre. Puede usted apostar que ahora, con renovado aplomo, escribirá lo contrario de lo que afirmó antes.
La necesidad de dar con firmeza una información inmediata, obliga a llenar los espacios en blanco con conjeturas, a hacerse eco de rumores y suposiciones que luego no serán desmentidos y permanecerán por lo tanto en la memoria de los lectores. Todos los días, ¡cuántos juicios apresurados, temerarios, presuntuosos y falaces, que obnubilan el cerebro de los oyentes, y allí se fijan! La prensa tiene el poder de falsificar la opinión pública, y también de pervertirla. Vemos así cómo corona a los terroristas con los laureles de Eróstrato, cómo revela asuntos secretos aún cuando pertenezcan a la defensa nacional, cómo viola impúdicamente la vida privada de las celebridades al grito de: “Todo el mundo tiene derecho a saber todo”. Es este un slogan mentiroso para un siglo de mentira. Porque por encima de este derecho hay otro, hoy perdido: el derecho que tiene el hombre a no saber, el derecho a que no llenen su alma creada por Dios con chismes, habladurías y futilidades. La gente que verdaderamente trabaja y cuya vida está bien ocupada, no necesita para nada esta ola pletórica de informaciones embrutecedoras.
La prensa es el lugar privilegiado donde se manifiesta esta precipitación y esta superficialidad que son la enfermedad mental del siglo XX. Se le ha prohibido ir al corazón de los problemas; no está para eso, sino para ofrecer fórmulas sensacionalistas.
Y, con todo eso, la prensa se ha convertido en la fuerza más poderosa de los Estados occidentales, más poderosa que los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Sin embargo veamos: ¿en virtud de qué ley ha sido elegida y a quién rinde cuenta de su actividad? En el Este comunista, un periodista es abiertamente nombrado por el Estado, como todo funcionario. Pero, ¿qué electores han decidido que los periodistas occidentales tengan una posición tan preponderante? ¿Por cuánto tiempo la ocupan y cuáles son sus poderes?
Agreguemos por fin un rasgo inesperado para un hombre que viene del Este totalitario, donde la prensa está estrictamente unificada: si se toma en conjunto la prensa occidental, observamos cómo también en ella las simpatías se dirigen en bloque hacia el mismo lado (donde sopla el viento del siglo), juicios afirmados dentro de ciertos límites aceptados por todos, quizás también intereses corporativos comunes. Todo esto tiene por resultado no la competencia sino una cierta unificación. La libertad sin frenos es para la prensa misma, no para los lectores: una opinión sólo será presentada con cierto relieve y resonancia si no está demasiado en contradicción con las ideas propias del diario y con esa tendencia general de la prensa.
(Alexandr Solyenitsyn. El suicidio de Occidente, Ediciones Mikael, 1983)


“La voluntad de poderío, disfrazada de un modo democrático, ha llegado a su obra maestra, ya que el sentimiento de libertad se ve halagado por la misma técnica que le impone la servidumbre más completa que ha existido jamás. El sentido liberal burgués se enorgullece de haber suprimido la última barrera –la censura- mientras el dictador periodístico mantiene a sus rebaños de esclavos lectores bajo el látigo de sus artículos, telegramas e ilustraciones.”
(Oswald Spengler. “La decadencia de Occidente”, cit. por Hipólito Uzal en “Nación, sionismo y masonería”, Ed. Corregidor, 1980)


“No hay más tremendo sarcasmo contra la libertad de pensamiento. Antaño no era lícito pensar libremente; ahora es lícito hacerlo, pero no puede hacerse. Otro aspecto de esa libertad es que la prensa puede condenar a muerte una “verdad” ajena absteniéndose de comunicarla al mundo. Esta formidable censura del silencio es tanto más poderosa cuanto que la masa servil de los lectores de periódicos no nota su existencia.”
(Ibid.)


“Hoy en día, desgraciadamente, el 90 % de la población de nuestros países “cristianos” “PIENSA” lo que consume supra y subliminalmente en el material prefabricado por revistas y periódicos de orientación naturalista, anticristiana, voceros de los grandes centros plutocráticos de poder, que preparan un Universo de Hombres Domesticados para el Gobierno Mundial de los “Oneworlders”.
Ante el bombardeo de letra impresa, suciamente cargada de ideología, la actitud del cristiano debe ser proclamar los DERECHOS DE LA VERDAD. La única pedagogía “liberadora del oprimido” es la verdad. Y esto lo dijo Cristo.
Por otra parte, contra los neotecnócratas y sus campañas de “acción psicológica” -¡como si el hombre fuera un cobayo más!- el Rumiante afirma que la única “acción psicológica” auténticamente cristiana es la DIFUSIÓN DE LA VERDAD, “opportune et importune”, como enseña el Apóstol.
(Thomas McIan. Introducción a “Mentiras del mundo moderno” 8 /12/ 1976)


“Para evocar la persistente tendencia a corromper de los periódicos, nada mejor que citar una reflexión de James Fenimore Cooper. Aunque este autor vivió antes de la aparición de la prensa amarillista, me parece que consiguió resumir lo esencial de la situación, con una veracidad y elocuencia imposibles de superar, cuando en “El demócrata americano” señalaba: “Tal y como actualmente existe en este país, pareciera que la prensa ha sido expresamente diseñada por el agente supremo del mal para abatir y aniquilar todo lo bueno, y para enaltecer y promover todo lo nefasto en esta nación. Cuando por milagro fomenta alguna verdad, suele ilustrarla a través de alguna personalidad zafia, mermándola y viciándola. Por contraste, quienes se nutren de falsedades, falacias, enemistades, parcialidades y toda clase de intrigas, en la prensa han descubierto un instrumento que ni el mismo diablo hubiera soñado con inventar para defender su causa”.
Un siglo después, Huey Long pronunció una verdad políticamente incorrecta cuando dijo de su impuesto sobre los periódicos que era el “impuesto sobre la mentira”.
A la vista de esta realidad, ¿cómo no sospechar que podríamos vivir más pacíficamente y gozar de mejor salud moral si la institución periodística fuera lisa y llanamente suprimida? Jefferson observó en una oportunidad que sería preferible tener periódicos y prescindir del gobierno que lo contrario. Pero a sus setenta años, él mismo le escribía a John Adams: “He dejado los periódicos por Tácito y Tucídides, Newton y Euclides, y soy mucho más feliz”.
Los rusos, con su acostumbrado realismo lógico, que parece una solemne reconvención a la mentalidad occidental, han llegado a la conclusión de que la libertad para entablar conflictos no es una de las libertades legítimas. Razón por la cual han instaurado el control estatal del periodismo. Si lo único que saben hacer los periódicos es mentir, al menos que lo hagan en beneficio del Estado, lo que, siendo lo que es la lógica de Estado, es todo salvo mentir. Queda por ver, por cierto, si las democracias occidentales, con sus fuertes corrientes divisorias, podrán seguir permitiéndose una auténtica libertad de prensa. La verdad es que ya hay indicios, en algunas áreas, de que este tipo de libertad tiene los días contados.
El cambio comenzó a producirse con la sigilosa aparición de los encargados de prensa y relaciones públicas. Cada día más instituciones de todo tipo se convencen de que no deben dar acceso ilimitado a informaciones sobre su propia realidad, así que crean oficinas de publicidad y contratan a escritores hábiles en el manejo de la propaganda, a quienes encargan la elaboración y propagación de ficciones útiles para la empresa. Inevitablemente, este tipo de actividad al mismo tiempo supone el desempeño de labores de censura, destinadas a quitar hierro a informaciones perniciosas para la reputación del organismo, cuando no suprimiéndolas directamente. No cuesta nada, claro está, disfrazarla de servicio encargado de mantener al público debidamente informado, pero esto no cambia el hecho de que si lo que importa es la interpretación, controlar las fuentes es lo fundamental.”
(Richard M. Weaver. “Las ideas tienen consecuencias”, Ciudadela libros, Madrid, 2008)


“No existe tal cosa como una prensa libre. Ustedes lo saben y yo lo sé. Ninguno de ustedes se atrevería a escribir sus opiniones honestamente. El negocio del periodista es destruir la verdad, mentir sin rodeos, pervertir, vilipendiar, adorar a Mammon, y venderse a sí mismo, a su país y a su raza, para conseguir su pan diario. Nosotros somos instrumentos y vasallos de hombres ricos que se encuentran entre bastidores. Somos gatos saltarines; ellos accionan las cuerdas y nosotros bailamos; nuestros talentos, nuestras posibilidades, y nuestras vidas son la propiedad de estos hombres. Somos prostitutas intelectuales”.
(John Swinton, 1880).



LIBERTAD DE PRENSA: LAS FLORES DEL MAL


El diario ultraoficialista K, como siempre atacando a la Iglesia y defendiendo el "adelanto" de la corrupción y degeneración sexual, el revanchismo y el odio. De la banca judeo-yanqui Goldman-Sachs.

Para esto quieren la libertad de prensa.

El diario Clarín se acuerda siempre de Dios, ya sea en sus "chistes"...


...en su revista de "cultura"...


...o en su periódico deportivo. Desde luego, su insolencia y perversidad no quedarán sin su castigo.

“Creo, lector, que si Satanás hubiese de encarnarse en algo digno de su perversidad y de su odio a Dios y al género humano, encarnaríase en un mal periódico. Recorriendo con la imaginación lo mucho malo que sobre la haz de la tierra ha vomitado el infierno desde el pecado de Adán hasta las blasfemias de hoy día, nada encuentro tan diabólicamente corruptor como un periódico impío. Así deben de haberlo conocido también los enemigos de nuestra fe y de la felicidad del pueblo, cuando tan buena maña se han dado en llenar el mundo de esta funesta mercancía”. (R. P. Félix Sardá y Salvany)


Revista de los años '80, en plena "primavera democrática", de Ediciones de la urraca.


Aviso de la misma editorial (censurado por nosotros), revista Humor.De la urraca empezó a vender bien durante el Proceso. Cuando llegó el "Padre de la democracia" Alfonsín, no tuvo límites para su degeneración y salvajadas (Otras revistas: Fierro,Superhumor,Sexhumor,Humi,Caín,etc.)


“Los pobres tenían antes la defensa de no saber leer, se la hemos quitado: eran solamente analfabetos, los hemos hecho ignorantes.”(Castellani. “¡Frutos de la libertad!” en “Proceso a los partidos políticos, Bs. As. 1982)



“Se me hace que la prensa grande por eso anda tan entusiasmada con traer inmigrantes después de la guerra, aunque sean judíos: quiere tener más lectores. Pero después ¿qué les da a leer? Basura. Es decir, mentira. Dice San Agustín que la mentira es un vicio antisocial, ya que el error es el mal más grande del hombre. Como el monedero falso, el mentiroso ataca un bien común social, que es la expresión inteligible, sin la cual no habría sociedad; y por eso debe ser reprimido por la autoridad en los casos graves. San Agustín se oponía a que las autoridades romanas persiguiesen a los herejes donatistas en su diócesis de Cartago; porque decía que no se bautiza a la fuerza y que la Fe se persuade pero no se impone. Pero cuando le probaron que los donatistas hacían su propaganda a base de mentiras, soltó las manos y dijo: “Entonces ya no tengo nada que ver. Aquí entra el César”.
(P. Castellani. Prensa archivenal, Las canciones de Militis, pág. 208)



Dice esta publicidad del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, saludando a Clarín en su 60 aniversario: “Hace 60 años, en la provincia, no había televisión y casi nadie tenía radio. Pero había un diario, y una escuela para aprender a leerlo”. Como escribió Anzoátegui:“Su aspiración era que todos los habitantes supieran leer, aunque eso no les sirviera después más que para leer Crítica; que todos fueran alfabetos aunque resultaran todos analfabetos mentales.”
(Sobre Domingo F. Sarmiento, en “Vidas de muertos”, Editorial Tor, 1934)


“Los periódicos comenzaron para decir la verdad, y hoy existen para impedir que la verdad se diga.”(G. K. Chesterton. Ortodoxia)





La revista de los domingos de Clarín se caracteriza por ser especialmente impía. Este es un claro ejemplo:la tapa está diagramada con el fin de ofender a la Santísima Virgen. Su interior enfrenta el final de la nota con la imagen de una mujer casi desnuda con un velo blanco caído,como el que usa la Virgen para cubrirse...


La página del índice es significativamente perversa.Nótese la serpiente sobre la cabeza de la Virgen.



“Los pueblos dominantes, las naciones imperialistas –cualesquiera sean sus propias debilidades o particularidades morales, ideológicas o religiosas- aspiran a debilitar sistemáticamente a sus víctimas actuales o potenciales, a fin de poder ejercer su dominio sin resistencias. Y el más eficaz recurso para el debilitamiento integral de la personalidad es la acción disociadora sobre la moral y la cultura de los pueblos sojuzgados por ellos. “
(Walter Beveraggi Allende. “El Dogma Nacionalista”, 1969).




En otra revista Viva, una historieta perversa,destinada a atacar a la Iglesia y a la familia.La mujer malvada lleva una cruz al cuello.


En la misma revista, una mujer casi desnuda con una gran cruz sobre el pecho.





Programación televisiva de Canal 13 (Clarín).




El pecado a la orden del día.



Pero hay que defender la libertad de prensa...




El Ministerio de Educación instruye a través de los diarios sobre la sagrada libertad de prensa, como se ve en este aviso que trae “Actividades para reflexionar en familia y en la escuela”, encabezado por esta frase de Heinrich Heine: “Dondequiera que se quemen libros, más tarde o más temprano también se quemarán hombres” . Sabemos que el inmortal Cervantes no era de la misma idea, pues no tuvo empacho en hacer quemar muchos libros tras un escrutinio en el “Quijote” (caps. VI y VII). Por otro lado, ¿no fueron los liberales y democráticos yanquis que nunca queman los libros, los que quemaron a miles de personas inocentes con las bombas de Hiroshima y Nagasaki, lo mismo que en el Vietnam?



El neoyorquino Adrián Schwarz Kirzner, alias Adrián Suar, director de programación del canal 13, pésimo actor y hábil negociante que nunca hace nada por evitar que su odio judaico hacia el catolicismo aparezca en cuanta telenovela, unitario o programa produce o vende. Siempre hay por ahí un sarcasmo hacia los sacerdotes o un simpático curita progre, una actorzuela o vedette disfrazada de monja o una escena burda e indecente dentro de una iglesia. ¿Esto no es discriminación? Luego el productor y actor se muestra solidario. ¡Qué buena gente!




Más de la basura televisiva de Kirzner alias Suar.




Sin palabras...


Podría haber dicho que “amotinó” al mundo, que lo rebeló, porque el mundo es enemigo de Cristo, por lo cual ese impacto que sacudió al mundo dio impulso a esa reacción.
Además de dar la película con un único y grosero –por lo inesperado-corte publicitario en medio de la crucifixión de Cristo, la publicidad usa la palabra “movilizó” porque movilizar implica dos cosas:1. Una máquina, 2. Una masa humana. El diccionario nos informa que movilizar es poner en actividad o movimiento tropas, partidos políticos, capitales, etc. El hombre-masa, criado en “Democracia”, ya ha incorporado el concepto de “movilización”, sin saber bien para dónde lo llevan. El mundo, entonces, se movilizó para intentar atenuar o desviar los efectos de esta película que no le pertenece.




El afiche publicitario da “señales” de lo que allí se pretende: una imagen de Mel Gibson donde parece confundido o temeroso, y en el centro esta leyenda: “No mires al cielo buscando a Dios”. Y debajo: “Encontrarás otra cosa”.



Telefé (de Telefónica), no se queda atrás con sus ofensas a Dios y a la Religión católica. Esta es sólo una muestra de tantas.




La Verdad




“La obstrucción a la difusión de la Verdad es uno de los crímenes más grandes que se pueden cometer: es uno de los pecados contra el Espíritu Santo”.
P. Castellani, “San Agustín y Nosotros”.

“Sin embargo, hay que tener ánimo: cerrar del todo el paso a la Verdad no es posible, parece que Dios se arregla de modo que, quien tiene algo que decir al fin lo diga, fácil o difícilmente, aunque sea haciéndose pedazos; como San Pablo cuando dijo: “A la palabra no la pueden atar”.
P. Castellani Idem.

“La comunidad o la nación que peca contra la Verdad, que pierde la reverencia a la verdad y el horror a la mentira, está perdida, dejada de la mano de Dios. ¿Y qué castigo más grande que éste, que el que se va de la Verdad, ella se queda y no lo sigue y él se va? ¿Adónde se va? “A las tinieblas de allá afuera”-dice Cristo. La Verdad no puede imponerse a sí misma por fuerza. Si no la aceptan, se retira. ¡Temed a la Verdad que se retira!”


P. Castellani, Ib.


“La tarea principal del hombre es salvarse, y el hombre se salva por la Verdad. Cuando todo el mundo se preguntaba:¿Qué será del Imperio Romano?, San Agustín disputaba con los Académicos de Carneades acerca de la existencia de la Verdad”.


P. Castellani, Ib.


“No estimar al inicuo, aunque sea poderoso, es una gran señal de rectitud y de ese difícil desprecio del mundo que Jesús nos enseña tanta veces, especialmente cuando nos dice que “lo altamente estimado entre los hombres es despreciable a los ojos de Dios”


Mons. Straubinger, Com. al Salmo 14,4.


“La Verdad estaba entonces en el desierto: Juan dijo de sí mismo: “Yo soy la voz que clama en el desierto”. De suyo a la Verdad no le gusta estar en el desierto, pero la obligan a veces, la corren de la ciudad. ¿Quién la corre? La mentira entronizada. A la Verdad le gusta estar en las plazas y comunicarse con todos: “A mí me gusta andar entre los hijos de los hombres”, dice la Sabiduría en el Libro de los Proverbios, y eso hizo o trató de hacer Cristo -después; entonces la verdad estaba acorralada. Cuando la Verdad está acorralada en el desierto, entonces se pone brava. No es su lugar, está desplazada; y los que la desplazan a la Verdad son criminales.
Un peronista me dijo el otro día que yo estoy descontento del régimen liberal, y cuando vino un régimen antiliberal, el de Perón, también estuve descontento; parecería que soy descontento por temperamento. Me consuela que Juan Bautista estaba descontento de Herodes, de Pilatos, de Anás y Caifás, de los fariseos y de los saduceos; y Jesucristo después, lo mismo. Los dos tenían que refugiarse en el desierto, y si salían del desierto sabían que los iban a matar. Son situaciones en el mundo en que la Verdad está combatida y arrollada y la quieren matar; pero cuando matan al que la dice, la Verdad explota como una tonelada de dinamita y la nación que arrojó de sí la verdad se mató a sí misma.
Ustedes vienen a buscar la Verdad a la Iglesia y hacen bien: en la plaza no está, a pesar del Congreso Eucarístico de 1934; no corre ahora las calles: no está en la Radio, la Vídeo, el cine, los diarios, las revistas, las cátedras de la Universidad, ni los discursos de Balbín y Perette; dejar todo eso es ir a buscar la Verdad al desierto; las Iglesias mismas pueden llamarse el desierto: un 5% de la población de Buenos Aires oye misa y un 3% oye sermones; por lo cual es posible que el hacha esté en la raíz del árbol: pues la Verdad es dinamita. Si la Argentina está atrasada, como lo está, no es por causa de la raza, la religión o el clima (como dicen) ni por falta de inteligencia en los argentinos, sino porque la Verdad está desplazada y acorralada; desde la Independencia, el país está tragando una enorme cantidad de mentiras; las cuales hoy parecen ocupar todas las posiciones”.


P. Castellani. Domingo segundo de Adviento, “Domingueras prédicas”.


“Tenemos pues que defender los bienes de la cultura, la nacionalidad y la tradición cristiana; pero como quien ve que son perecederos, y no ve si Dios los ha condenado acaso desde ya a perecer: sin apoyar demasiado en ellos, sabiendo que Dios nos pide que luchemos, pero no nos pide que venzamos sino que no seamos vencidos. El que tiene mujer como si no tuviera mujer, el que tiene bienes como si no tuviera bienes, el que tiene patria como si no tuviera patria.
Y el bien nacional primero por defender es la libertad de expresión, sin el cual somos presa de la mentira y la oscuridad. La supresión de toda la prensa nacionalista unida a la máxima libertad para el resto de la prensa embanderada y comprada, aun la más guaranga, es un augurio siniestro para el país. Siniestro incluso para la religión, porque los que empiezan por amordazar a los patriotas, amordazarán mañana con la técnica ya hecha a los creyentes, si se pueden separar esos dos epítetos; y entonces la Iglesia deberá prepararse al martirio, anoser que descienda definitivamente, lo que sería horrible, al acomodo total del perro mudo.
El que se deja maniatar puede no pasar de cobarde; pero el que se deja sacar los ojos y la lengua, ése es idiota.
En suma, que esa palabra de San Pablo:”Noli Vinci a malo sed vince in bono malum” (“no te ahogue el mal, pero en bien ahoga el mal”) no significa propiamente que hay que hacer bienes a quienes nos hacen mal, lo cual no siempre es posible; sino más bien que hay que desarrollar y radiar la propia actividad beneficiosa de tal modo que el mal que nos infieren en vez de sofocarnos quede como sofocado o al menos amortiguado en la correntada segura y pacífica de nuestro propio raudal de vida”.


P. Castellani. “Seis ensayos y tres cartas”.


“Retirarse ante el enemigo o callar cuando por todas partes se levanta un incesante clamoreo para oprimir la verdad, es actitud propia o de hombres cobardes o de hombres inseguros de la verdad que profesan. La cobardía y la duda son contrarias a la salvación del individuo y a la seguridad del Bien Común, y provechosas únicamente para los enemigos del cristianismo, porque la cobardía de los buenos fomenta la audacia de los malos. El cristiano ha nacido para la lucha”.


León XIII