“Es, por tanto, una de las necesidades de nuestro tiempo vigilar y trabajar con todo esfuerzo para que el cinematógrafo no siga siendo escuela de corrupción, sino que se transforme en un precioso instrumento de educación y de elevación de la humanidad”

S.S. Pío XI



“Que el cine sea ordenado a la gloria de Dios y a la salvación de las almas, y sirva eficazmente para la extensión del Reino de Cristo sobre la Tierra”.

S. S. Pío XII

domingo, 5 de agosto de 2012

EXTRAS - UNA NUEVA NATURALEZA HUMANA

Una nueva naturaleza humana


 Carta de Monseñor Richard Williamson

De fecha 1º de Mayo de 1997, incluida en el libro de Alberto Boixados “La Cuarta Revolución Mundial New Age: Crónica de una Revolución Anunciada”, Prólogo de Rafael Gambra, Ediciones Gladius, 1997.


Queridos amigos:

Los públicos y secretos amos del Nuevo Orden Mundial están fabricando una nueva naturaleza humana. Que sea hecha no a imagen de Dios, sino del hombre, especialmente a través de la educación.

Un prestigioso académico de este país, y gran amigo, me informa cómo está evolucionando la situación, con cabal conocimiento del problema.

No hago más que ordenar las citas que él me envía:

“En los últimos dos años la total experiencia en el aula ha cambiado. Hay una nueva generación (o casta) de estudiantes, que de allí surge. No son realmente estudiantes, porque ellos tienen cada vez menos interés en estudiar. Uno o dos de mis colegas se han alarmado del cambio, pero la mayoría están felices, pues no tienen que enseñar en lo sucesivo. Algo ha sucedido y los alumnos no saben lo que es”.

“La gente joven ahora no reacciona ante nada, no efectúan ni establecen la menor relación, o conexión que los enfrente al menor esfuerzo. Encuentro sumamente dificultoso relacionarme con ellos. No se horrorizan por nada. El horror crea en ellos alegría. Menos y menos centellea en su interioridad cualquier reacción humana. La palabra de tres letras (sex) se ha tornado tan lugar común, que solamente con la violencia se encuentra y avanza sin obstáculos...”.

 “Parecería que los jóvenes no pueden aferrarse a ninguna tarea, por lo tanto los trabajos se tornan irreales, y entonces buscan una existencia subterránea o secreta. Todo es muy desalentador. No puede marchar...”

“Los impulsos del corazón humano (los cuales aún estan en su interior) siendo tan mal comprendidos, finalizan en mutuo suicidio masivo en las calles. Ello es el fin”.

“Yo nos los culpo. No es su falta. ¿Dónde ven a su alrededor algo por lo cual alguien ofreciera su vida? Por ejemplo, ningún estudiante que yo conozca hizo un comentario acerca de las últimas elecciones de noviembre en los EE.UU., porque conocen que todo está vacío y fraudulento. De hecho, ¿qué ven a su alrededor? Gente que no vive, sino somnolientos caminantes, zombies, introduciéndose en una máquina para ir a trabajar, trabajando sobre una máquina a lo largo del día, recreándose con una máquina por la noche. Eso no es vivir, y los jóvenes lo saben. No obstante tales personas están consumidas por el orgullo y se exaltan indignadamente si alguien les señala que no están viviendo”

“Yo no culpo a las máquinas, porque las máquinas son solamente máquinas, pero sí culpo a los adultos que formulan, descubren o completan sus vidas a partir de las máquinas, especialmente en nuestro tiempo, de excesivo uso de las computadoras”.

“Los adultos están creando realidad virtual, y el suicidio masivo mutuo en las calles será una forma de esa “realidad virtual”.

“Si yo vivo mi vida mirando pantallas, entonces el globo del ojo se transforma en pantalla, y sea que yo cree un mundo, o haga “zapping” con el mundo, sobre la pantalla o en la vida, todo es lo mismo”.

“Reflexionemos, por un momento, acerca de la naturaleza de estas pantallas llenas de destellos o resplandores. El cine es ya pernicioso, en cuanto es solamente humano a medias. Manipula las mentes a través de imágenes muertas. No hay un intercambio vivo entre el ejecutante y la audiencia, no hay nada real”.

“La Televisión es peor con sus cien canales de hojarasca, después de tanta expectativa, cuando apareció por primera vez. Pero peor aún, con respecto a los propósitos humanos, es la computadora, la cual es tan mecánica y pasiva como la televisión, solamente que la pasividad está mejor disfrazada”.

 “Por ejemplo, al permitirme acceder a la biblioteca, televisión, tienda de videos, periódicos y revistas, la computadora me da la ilusión de omnisciente, de conocer todo. Pero, la información a la cual se accede pasivamente no es lo mismo que el conocimiento activamente asimilado. Los menores son los más ingeniosos usuarios de las computadoras, pero ellos no las usan para adquirir conocimientos”.

“En forma semejante, potenciando a la gente a fin de que se puedan comprar sus víveres, hacer sus trabajos, ir a la escuela, etc., sin moverse de su silla, la computadora puede que se sientan omnipotentes, muy poderosos. Pero, esta mecanización de los contactos humanos, aísla a la gente aún más. El nuevo lenguaje generado por las computadoras parece asimismo, más apropiado para una iniciación casi-ritual que para una comunicación humana”.

“Por supuesto, estas máquinas pueden muy bien servir si ellas se mantienen en su razonable lugar. Pero en la vida real, parecen minar esa razonabilidad de los usuarios, que es necesaria para mantenerlos en su lugar. Observemos a mis colegas por ejemplo”.

“Están perdiendo interés en los temas que enseñan, por juguetes computarizados. Surge un nuevo juguete cada dos meses. Yo desconfío de la computadora, pero aún a mí me impulsa. Ud. juega con ella. Mis colegas parecen encadenados a sus computadoras, tanto que si sus computadoras decaen, pueden asustarse, y se los ve vagando a través de las galerías de la escuela, como almas en el Hades. Luego las computadoras entran en actividad nuevamente, y el “E-mail” retorna una vez más: envíos instantáneos, recepciones y reacciones instantáneas, pero ausencia de tiempo para estudiar. No hay oportunidad para pensar. No se piensa. Las imágenes reemplazan a las ideas”.

“Las computadoras pueden ser vistas actuando en la vida real como un narcótico, una adicción, una forma de esclavitud. Y -volvemos a la educación- el Presidente de EE.UU expresa sus deseos de que haya computadoras en cada aula de las escuelas. El camino por el cual la educación está yendo, creará zombies, quienes no sabrán nada, excepto tocar botones”

“En cuanto la pantalla crea al niño, el niño se convierte en algo parecido a una máquina. Los seres humanos se están convirtiendo casi en máquinas, anhelando ser programados, todos felices por estar declamando la misma necedad. Esta voluntaria ignorancia del corazón humano, de sus necesidades fundamentales, es lo que está generando la violencia. El Dios que hizo ese corazón para Sí no es burlado...”.

 En cuanto a los católicos tradicionales, la Fe que ellos tienen en ese Dios les otorga un asidero en sus propios corazones y las necesidades de sus hijos, pero si no viven totalmente de acuerdo con su Fe, e imitan a la gran mayoría, en medio de un ambiente de máquinas y computadoras, no vivirán plenamente, ya que sin darse cuenta, entrarían en un estado de esquizofrenia, desgarrados en Cristo y la cultura del Anticristo. Pero si están desgarrados, están aún, al menos semi-vivos”.

Queridos amigos: llegan a mí, a nuestra Iglesia, diversas personas con alguna que otra pregunta que piensa yo puedo responder. Elaboro un caso para contestar sus preguntas. Fijan su vista en mí. Tres semanas después retornan con la misma pregunta. Parecería como si el cerebro no pudiera absorber nada más. Las ideas parecen haber perdido algún poder para efectuar lo que la gente piensa o vive.

El problema es profundo. Algo muy significativo ha ocurrido en la manera en que la mente trabaja y absorbe información. La inundación de imágenes programadas en pantallas va detrás del colapso de las ideas –y el colapso de las palabras para expresarlas- pero pienso que ello también ayuda para causar ese colapso. Es una incompatible catástrofe, una enorme frustración, pero pocos pueden ver lo que ha ocurrido o sospechar su magnitud.

Habiendo sido desvirtuadas las ideas, cualquier visión integral se torna muy difícil. Estamos como inmersos en un mundo nuevo. La crisis es mucho más profunda en los años de 1990 que en los 1970, sin embargo casi todas las personas no tienen conocimiento de ello. Estamos en un nuevo conjunto de problemas que de allí provienen.

Queridos amigos, el Bill Gates del infierno no prevalecerá necesariamente... la doctrina, sacramentos y la Iglesia instituida y legada a nosotros por Nuestro Señor Jesucristo no puede quedar trasnochada o perder su eficacia. Con una condición: que mantengamos la doctrina real, sacramentos e Iglesia... El Rosario es un camino seguro de acceder a Dios, quién no es burlado, ni tampoco inaccesible...

Sinceramente en vuestro Xto.


Richard Williamson
St. Thomas Aquinas Seminary
Winona, Minesota U.S.A.



EXTRAS - VERTIGO EN LA CIMA

Según una reciente encuesta...

VÉRTIGO: MEJOR PELÍCULA DE LA HISTORIA



Londres. (EFE).- Vértigo de Alfred Hitchcock ha sido designada "mejor película de todos los tiempos" superando a Ciudadano Kane de Orson Welles, según la última encuesta de la revista Sight and Sound del British Film Institute (BFI), la Filmoteca de Londres.

Esta publicación especializada lleva a cabo ese tipo de sondeos cada diez años y la cinta dirigida por Welles había copado el primer puesto en esa lista de 50 mejores películas durante las últimas cinco décadas. En la última encuesta, los expertos situaron en primera posición a Vértigo, el filme de suspense que el director británico dirigió en 1958, superando por 34 votos a Ciudadano Kane, y no incluyeron en la lista ningún filme rodado en la última década.
A esos expertos en cine -un total de 846 entre distribuidores, críticos, académicos y escritores- se les pidió que valoraran los trabajos en función de su relevancia en la historia cinematográfica, sus hallazgos estéticos o el impacto que tuvo cada película nivel personal en base a su propia visión del cine.
Con un reparto que incluye a los actores James Stewart y Kim Novak, Vértigo versa sobre un agente de policía jubilado, Scotty Ferguson, que siente pánico a las alturas. En el último sondeo que la revista llevó a cabo hace una década, la película de Hitchcock, a la que el propio director británico se refirió como su "cinta más personal", se había quedado a solo cinco votos de Ciudadano Kane (1941).
Al igual que con la película de Welles, Vértigo recibió críticas contradictorias cuando se estrenó aunque ha ido ganando prestigio con el paso del tiempo. En la clasificación del BFI, la cinta de Yasujiro Ozu Tokyo Story (Los cuentos de Tokyo) (1953) pasó de la quinta a la tercera posición, mientras que La Regle du Jeu (1939) de Jean Renoir, perdió un puesto hasta el cuarto.
Entre las diez primeras películas hubo dos nuevas entradas: Man With a Movie Camera (El hombre de la cámara) (1929) de Dziga Vertov, en el número ocho, y The Passion Of Joan Of Arc (La pasión de Juana de Arco) (1927) de Carl Theodor Dreyer, en novena posición.
De los trabajos seleccionados, el más reciente fue 2001: A Space Odyssey (2001: Una odisea del espacio) (1968) de Stanley Kubrick, en sexto lugar. El director de la revista Sight and Sound, Nick James, indicó a los medios británicos que el resultado de la clasificación "refleja los cambios realizados en la cultura de la crítica cinematográfica" en los últimos años.


La lista de las diez mejores películas queda de la siguiente manera:


1- Vértigo (Hitchcock, 1958)


2- Ciudadano Kane (Welles, 1941)


3- Los cuentos de Tokyo (Tôkyô monogatari, Ozu, 1953)


4- La regla del juego (La Règle du jeu, Renoir, 1939)


5- Amanecer (Sunrise: a Song for Two Humans, Murnau, 1927)


6- 2001: Una odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, Kubrick, 1968)


7- Centauros del desierto (The Searchers, Ford, 1956)


8- El hombre de la cámara (Chelovek s kino-apparatom, Vertov, 1929)


9- La pasión de Juana de Arco (La passion de Jeanne d´Arc, Dreyer, 1927)


10- 8 ½’ (Fellini, 1963)

Enlace original:

COMENTARIO REDUCO: Ya lo sabíamos. Pero aunque por razones no del todo convincentes, satisface un tiro para el lado de la justicia, aunque los medios de comunicación de la Argentina ninguneen la noticia o destaquen más bien que "Ciudadano Kane" ha dejado de ser la número uno. En fin, nuestras razones, creemos que de más peso, pueden leerse aquí, para quien esté interesado: Vértigo: apuntes temáticos 
Hemos colocado en negritas, por otra parte, las películas que vale la pena conocer. El hecho de que tanto la obra maestra de Hitchcock como la obra maestra de Ford (The searchers) figuren en el listado de las diez películas, es más que auspicioso. Cuando macaneadores como Fellini o Kubrick dejen de aparecen allí, seguramente el mundo será más justo, es decir, cristiano. 


EXTRAS - VERDADERA CARIDAD



“La doctrina católica nos enseña que el primer deber de caridad no está en la tolerancia de las opiniones erróneas, por muy sinceras que sean, ni en la indiferencia teórica y práctica ante el error o el vicio en que vemos caídos a nuestros hermanos, sino en el celo por su mejoramiento intelectual y moral no menos que en el celo por su bienestar material”.
San Pío X, “Notre Charge Apostolique”

EXTRAS - EL TRIUNFO DE LA CRUZ

La esfera y la cruz


Por  G. K. Chesterton


Capítulo inicial de su novela, donde aparecen San Miguel y Lucifer en una especie de platillo volante discutiendo de teología.


-Una vez –dice el Arcángel -conocí a un hombre como usted.

-¡¡No existe otro hombre como yo!!- gritó Lucifer con tal violencia que estremeció la nave.

-Como iba diciendo -continuó Miguel-, ese hombre opinaba también que el símbolo del cristianismo era un símbolo de barbarie y de sinrazón. Su historia es un tanto divertida. Viene a ser también una alegoría perfecta de lo que les ocurre a los racionalistas como usted. Comenzó, por supuesto, negándose a tolerar un crucifijo en su casa, ni siquiera pintado, ni pendiente del cuello de su mujer. Decía, igual que usted, que era una forma arbitraria y fantástica, una monstruosidad, amada por ser paradójica. Después fue haciéndose cada vez más violento y ...excéntrico; quería derribar las cruces de los caminos, porque vivía en un país católico romano. Finalmente, en un acceso de furor trepó al campanario de la iglesia parroquial y arrancó la cruz, blandiéndola en el aire, y profiriendo atroces soliloquios, allá en lo alto, bajo las estrellas. Una tarde, todavía en verano, cuando se encaminaba a su casa por un caminito vallado, el demonio de su locura vino sobre él con esa violencia y demudación tan fuertes que trastruecan el mundo. Se había detenido un momento, fumando, delante de una empalizada interminable, cuando sus ojos se abrieron. Ninguna luz brillaba, no se movía una hoja, pero él vio, como en una mutación súbita del contorno, que la empalizada era un ejército innumerable de cruces ligadas unas a otras, de la colina al valle. Enarboló el garrote y se fue contra ellas, como contra un ejército. Y milla tras milla, en todo el camino hasta su casa, fue rompiéndolas y derribándolas. Porque aborrecía la cruz y cada empalizada era una pared de cruces. Cuando llegó a su casa estaba completamente loco. Se dejó caer en una silla, y luego se alzó de ella porque los travesaños del maderamen repetían la imagen, insufrible. Se arrojó en una cama, lo que sirvió para recordarle que la cama, igual que todas las cosas labradas por el hombre, correspondía al diseño maldito. Rompió los muebles, porque estaban hechos de cruces. Pegó fuego a la casa, porque estaba hecha de cruces. En el río lo encontraron.

Lucifer le miraba mordiéndose un labio.

-¿Es verdad esa historia? -preguntó.

-¡Oh, no! -dijo Miguel vivamente-. Es una parábola. Es la parábola de todos los racionalistas como usted. Empiezan ustedes rompiendo la cruz, y concluyen destrozando el mundo habitable. Les dejamos a ustedes diciendo que nadie debe ir a la iglesia contra su voluntad: Cuando les encontremos de nuevo estarán ustedes diciendo que nadie tiene la menor voluntad de ir a ella. Les dejamos a ustedes diciendo que no existe el lugar llamado Edén. Les encontramos diciendo que no existe el lugar llamado Irlanda”.


EXTRAS - UNIDAD EN LA VERDAD

Si la sal se vuelve insípida…


Por Dietrich von Hildebrand

“El gran peligro que amenaza hoy a los católicos y a una amplia parte de la jerarquía, es el deseo de conciliar cosas que son inconciliables.
No me refiero aquí a los que se ha dado en llamar progresistas, a los que ya no quieren reconocer los dogmas, a los que niegan la resurrección de Cristo como hecho histórico. En una palabra, a todos aquellos que determinan el objeto de su fe a través de la ciencia y de las interpretaciones que de la ciencia hacen, y no ya siguiendo la doctrina tradicional de la Iglesia y del Evangelio. No me refiero a esos. Pienso en aquellos que desean seguir siendo fieles al depósito de la fe católica, en los que profesando el credo del Papa Pablo VI aceptan al mismo tiempo el mito del hombre moderno.
Algunos, en efecto, no se dan cuenta de que declarando: “Debemos abandonar el ghetto católico y adoptar una actitud más positiva en relación al mundo”, abren la puerta al diablo, que les conduce a no ver ya el contraste, irreconciliable y sin fin, entre el espíritu del Cristo y el espíritu del mundo.
(…)
La naturaleza de la Pastoral.
El desconocimiento de la verdadera naturaleza del aspecto pastoral va acompañado de la preponderancia de lo pastoral con relación a lo dogmático. Si debemos pensar que toda alteración de la Revelación de Cristo, escudada en motivos pastorales, es una ofensa a Dios, hemos de pensar también que la pastoral pierde su sentido y su justificación cuando se la coloca más alto que la verdad divina de la Revelación. El objetivo de cualquier pastoral es, en efecto, que cada alma llegue a un encuentro real con Cristo, y que se llene de la fe en la verdad divina inalterada: que reciba la vida sobrenatural por los sacramentos y que se santifique por la imitación auténtica de Cristo. Cualquier compromiso por razones pastorales en la transmisión de la verdad divina imposibilita conseguir el objetivo al que debe tender la pastoral; de ese modo la pastoral pierde su sentido.
Al primado funesto de lo pastoral mal entendido está ligado el desinterés en relación a la Verdad Divina, el olvido de nuestro primer deber hacia Dios: darle Gloria. La salvación se convierte en el único tema -como ya reprochaba Kierkegaard a Lutero- y la glorificación de Dios –que es el sentido y la razón de nuestra existencia y lo que objetivamente interesa antes que nada- se encuentra relegada a un segundo plano. ¿Acaso no ha declarado expresamente la Iglesia que el fin último primordial del hombre es la asimilación –similitudo- con Dios y que la beatitud –beatitudo- es el fin último secundario?
Amor al prójimo y comunidad humana.
Otro error es la confusión entre el amor al prójimo y comunidad religiosa. En efecto, la caridad con el prójimo se extiende también a aquellos con los que no tenemos ni el derecho ni el deber de entrar en comunidad, entendiendo ese término de comunidad en sentido estricto. Si entendemos de ese modo comunidad –comunicación, relacionarse establemente, formar una unidad-, hay que concluir que eso, en determinados casos, no es solo imposible, sino que es un mal. Yo no puedo ni debo tener comunidad con los malos. No tengo derecho a comportarme como si su desviación moral no tuviese importancia; no puedo pasar por encima de eso y entrar en una comunidad personal con él, como puedo y debo hacerlo con otros. Hablando de malos no pienso, evidentemente, en el pecador. Eso sería un increíble fariseísmo: querer alejarse del pecador sería hacer lo contrario de lo que ha hecho Cristo. El malo al que me refiero aquí no es el débil que cae, el publicano, la mujer adúltera; es el enemigo declarado de Dios, el que odia a Dios y se dedica a envenenar las almas de los demás. También a éste se extiende la caridad, pero no tenemos derecho a entrar en comunidad con él. Esto se expresa claramente cuando el gran Apóstol de la caridad nos dice: “Si un herético viene a nosotros, hemos de abstenernos incluso de saludarlos” (2 Juan, 10, 11).
La comunidad en la que nos alegramos de estar con alguien, o aquella otra en la que nos sentimos simplemente relacionados con otro de una forma más general –intercambio de ideas, diálogo…- no ha de extenderse al malo, al enemigo de Dios. No debemos actuar como si su posición y su actuación –que hacen de él un instrumento de Satanás- no tuvieran la menor importancia para nosotros. Algunos, piensan, sin embargo, que comportarse de ese modo –no darle importancia- es un signo privilegiado de su ausencia de prejuicios; imaginan así que son tolerantes, aprecian su propia bondad, se vanaglorian de haber superado las oposiciones.
Es preciso hacer otra distinción. La comunidad de la que hablamos aquí abarca algo que va desde la conciencia profunda de estar relacionados, pasando por la simple colaboración, hasta el amable comer juntos. Este tipo de comunidad implica que yo supero esa separación: la que, en el caso del malo, arranca de su enemistad con Dios. Implica que yo ignoro ese abismo, que trato al otro como si fuera un buen hijo de Dios y no ya a ese malo del que dice San Pablo que no le debemos tolerar en nuestra comunidad religiosa.
Las cosas son muy diversas cuando alguien se acerca al malo, con la esperanza de conducirlo a Dios. El contacto que entonces se intenta para cumplir ese acto eminente de amor al prójimo, no reviste el carácter de aceptación del otro en una comunidad que quiera ignorar que él es enemigo de Dios o pase olímpicamente por encima de ese hecho. Al contrario: el motivo del contacto con un hombre así es precisamente el profundo dolor que se experimenta ante su enemistad con Dios, el deseo ardiente, que se origina en la caridad, de conducir a ese hombre, con la ayuda de Dios, a la conversión. En este caso no se pasa por alto el hecho de la aversión a Dios y a la verdad; se trata de hacer del enemigo de Dios, un servidor de Dios. Este contacto está motivado por el celo de la gloria de Dios, por el amor a Dios y al prójimo. La comunidad que no tenemos ni el derecho ni el permiso de establecer con él es, al contrario, esa pseudo-magnanimidad a expensas de los intereses de Dios. Es lo opuesto a la caridad, indiferencia profunda hacia la salvación eterna del prójimo. Estamos aquí en presencia de una especie de honradez burguesa: se trata simplemente de malearse juntamente con el otro. Y para esto se cita –horribile dictu- la palabra de Cristo. Ut sint unum.
Hemos visto que el amor al prójimo –a diferencia de la comunidad con él- debe extenderse a cada ser humano, también a los enemigos de Dios. Un amor así presupone en nuestra alma mucho más que el consentimiento de establecer una comunidad con él. Sólo es posible con fruto de un amor ardiente a Cristo, de una comunidad personal de Tú y Yo con Cristo, que llena nuestros corazones de su amor santo. Pero no presupone nada en el prójimo al que va nuestro amor. Estar en comunidad con alguno presupone mucho menos en nosotros, pero mucho más en la persona con la que nos relacionamos: cuanto más profunda y más íntima es la comunidad, más dignidad presupone en la persona con la que establecemos esa comunidad.
La unidad no está por encima de la verdad.
Una tendencia muy extendida es la que pone la comunidad por encima de la verdad; eso lleva a considerar la unidad más importante que la verdad y a temer más el cisma que la invasión del error y de la herejía en la Iglesia. Considerando esencial la paz de los creyentes, si verdaderos discípulos de Cristo alzan la voz, para defender el depósito de la fe católica contra las falacias de nuevas interpretaciones que despojan de su contenido sobrenatural el mensaje del Verbo encarnado, son considerados por muchos prelados como perturbadores incómodos.
Poner la unidad por encima de la verdad es un error de raíz. Por lo demás, una unidad real y verdaderamente humana no puede encontrarse sino en la verdad. Toda comunidad presupone un bien común que hace la unidad. Sólo cuando ese bien tiene un valor auténtico –y no ilusorio o incluso un anti valor- puede nacer una verdadera unidad, una concordia que es también un valor. Aristóteles lo había visto claramente en su capítulo sobre la amistad –libro VII y IX de la Ética a Nicómaco-. La unidad fundada sobre la enemistad con Dios no es una unidad verdadera. No unifica verdaderamente el corazón: lo unifica tan poco como la unidad que existe entre los miembros de una banda de criminales. El valor de la unidad está indisolublemente ligado al valor del bien que unifica.
Toda unidad verdadera presupone, como acabamos de decir, que el bien unificador sea un bien de verdad y no una ilusión o un pseudo-bien, y mucho menos el ídolo mentiroso de un valor negativo. El P. Werenfried Van Straaten afirma con razón: “Todos se preocupan por la unidad; pero muchos prefieren la unidad a la verdad y olvidan que la verdadera unidad no puede ser obtenida sino en la verdad. La oración de Jesús: Que todos sean una sola cosa, implica que los hombres sean uno con El; por eso esas palabras no pueden separarse de estas otras: “El que no entra por la puerta en el rebaño, ése es un ladrón y un salteador…Yo soy la puerta”.
Toda unidad entre creyentes, si se obtiene a expensas de la verdad, no es sólo una pseudo-unidad; en su esencia más profunda es una traición a Dios. Se coloca la fraternidad social, el vivir bien juntos y el no molestar a nadie por encima de la fidelidad a Dios. Esa es precisamente la actitud contraria a la de todos los grandes adversarios del arrianismo: de un San Atanasio, de un San Hilario de Poitiers.
Nadie, como Pascal, ha desenmascarado tan clara y profundamente el falso irenismo que pone la unidad por encima de la verdad. Escribe: “¿No se ve con claridad que, como es un crimen perturbar la paz cuando reina la verdad, también lo es permanecer en paz cuando se destruye la verdad? Hay, pues, un tiempo en el que la paz es justa y otro en el que es injusta. Está escrito que ‘Hay tiempo de paz y tiempo de guerra’: es el interés de la verdad el que los discierne. Pero no hay tiempo de verdad y tiempo de error; está escrito, al contrario, que ‘la verdad de Dios permanece eternamente’ Por eso Jesucristo, que dice que ha venido a traer la paz, dice también que ha venido a traer la guerra; pero no dice que ha venido a traer la verdad y la mentira. La verdad es, por tanto, la primera regla y el último fin de todas las cosas (Pensées, 949)”.

Publicado en France Catholique, 21-4-1972 y en “Iglesia-Mundo” 8-12-1973.




EXTRAS - UN FILOSOFO ANTE LA MUERTE

Un filósofo ante la muerte

Por Hugo Wast


Se han cumplido diez años de la muerte de Anatole France, uno de los más encarnizados enemigos de Dios en la tierra.


Después de Voltaire, nadie ha intentado arrojar tanto ridículo sobre la religión cristiana, especialmente sobre la figura de Cristo.


Pero, como la mayor parte de esos filósofos que desprecian las ideas cristianas acerca de la vida futura, Anatole France tenía la obsesión y el pavor de la muerte.


Se ha hallado entre sus papeles, copiado de su mano, un pasaje de Lucrecio, que aprendió de memoria y que repetía constantemente en sus últimos días.


Dicho pasaje dice así:


“¿Qué es la muerte y qué me importan sus terrores, si el alma ha de desaparecer con el cuerpo? ¿Éramos acaso sensibles a los disturbios de Roma, en los siglos que precedieron a nuestro nacimiento, cuando el África entera vino a sacudir el imperio?...Pues bien, cuando hayamos dejado de vivir, estaremos también al abrigo de todos los acontecimientos”.


¡Si el alma ha de desaparecer con el cuerpo!...


¡Ahí está la cuestión! La falta de lógica de este razonamiento pueril, que fue el único alimento espiritual del autor de El jardín de Epicuro, salta a la vista de todo hombre de buena fe. Si el alma ha de desaparecer con el cuerpo, no hay duda tampoco, para mí, que la respuesta de un filósofo de la envergadura moral de Anatole France debe ser, ante el anuncio de la muerte próxima, un sonriente y sincero Je m’en fiche…¿Pero estaba seguro Anatole France de que el alma cesa de vivir con el cuerpo?


Cuando tenía cuarenta años y escribía las Noces Corinthiennes, parece que sí. Pero cuando empezaron a caérsele los dientes y a enfriársele los pies, se ve que le entró la duda, la más pavorosa de las dudas que aprieta en este mundo el corazón de un filósofo. No puede significar otra cosa su ansiedad por convencerse y autosugestionarse con las palabras de Lucrecio, que repetía de memoria, como un muchacho silba una canción alegre al pasar de noche por un cementerio, cual si necesitara nutrirse de esa negación para que no flaquearan las fuerzas de su filosofía en los últimos momentos.


¡Desventurado del que no tiene más que las palabras de Lucrecio para aliviar los terrores de sus postrimerías! Porque de allí no surge una afirmación consoladora, sino la duda, que mordió día y noche el corazón de aquel pobre hombre, que murió, no como él nos afirmaba que iba a morir, con la muerte serena de un filósofo, seguro de su filosofía, sino desesperado, y llamándose a sí mismo el más desgraciado de los hombres, según el relato de su médico, el doctor Mignon.


Hace ya diez años que Anatole France vio, a la luz implacable de la eternidad, cuál de las dos filosofías es mejor almohada para un moribundo, si la de Lucrecio o la de San Pablo, que fue también encarnizado enemigo de Cristo, pero un día se humilló bajo la cruz y pudo morir, pronunciando palabras que son el mejor epitafio de un filósofo verdadero: “He combatido el buen combate; he acabado mi carrera; he guardado la fe; no me queda más que recibir la corona de justicia que me dará el Señor, justo juez”.



Buenos Aires, octubre 12 de 1934.




EXTRAS - ANECDOTARIO


ANECDOTARIO




TARZAN SALE DE LA SELVA
(Un actor)


Johnny Weissmuller, el Tarzán de tantas películas famosas, deseoso de entrar en la Iglesia Católica, se hizo bautizar por el entonces arzobispo de Nueva York, Cardenal Spellman.
Se recuerda el comentario que hizo al prelado después de recibir el sacramento de la regeneración:


-Me parece que solamente ahora he salido de la selva...




HABLAN DEL TIEMPO...
(Un poeta)


Lo cuenta Julien Green en su autobiografía:
En los días en que la llamada de Dios rondaba su alma de incrédulo, había algo que lo frenaba y detenía ante las mismas puertas de la conversión. Era la poca fe de los cristianos en la fuerza viva de los sacramentos. Entraba en las iglesias y observaba las caras aburridas de los asistentes. ¿Creían aquellos hombres en lo que decían creer?
Examinaba a la salida de misa sus gestos frívolos. ¿Venían estos hombres de asistir a la muerte de Cristo?
El escritor francés resume sus experiencias en una frase terrible:


"Bajan del Calvario y...hablan del tiempo".


 
UN ANTIDOTO CONTRA LA VANIDAD
(Una actriz)


Cuando la conocida estrella cinematográfica de Estados Unidos Irenne Dunne, fue condecorada en la Universidad de Notre Dame, formuló el siguiente comentario:


-Afortunadamente la Iglesia tiene el mejor antídoto contra el elogio de los demás, y es el diario examen de conciencia. Nada nos reduce más a nuestra verdadera estatura como arrodillarnos ante un confesonario para pedir perdón a un Dios que lee los corazones y no los titulares de la prensa.




LA MODESTIA DE LOS GRANDES
(Un pintor)



Paul Cezanne (1839-1906), insigne cultor del impresionismo, era de carácter excepcionalmente modesto y jamás hubiera imaginado que la posteridad lo iba a considerar como uno de los padres de la pintura moderna.
Quizá acentuara su timidez natural la incomprensión de sus contemporáneos que lo condenaron a un cuasi anonimato. No hizo, desde luego, fortuna con sus cuadros que obsequiaba habitualmente a amigos y conocidos. Hasta que un hombre de negocios de París, recogió cierto número y armó una exposición. Cezanne fue advertido. Era ya entrado en años y sus achaques le impedían andar expeditamente. Tomado del brazo de su hijo, entró, con emoción contenida, en la sala de la exposición. Los ojos se le arrasaron de lágrimas al constatar la atención inusitada que habían brindado a esos humildes lienzos suyos, algunos de los cuales, con el tiempo transcurrido, no alcanzaba a reconocer.
Con corazón agradecido y, sin saber lo que decía, el gran artista comentó entre sollozos:


-Mira, hijo: si hasta les han puesto marco a mis cuadros...




SU MEJOR RECREO
(Un músico)



Varios artistas de nombre, entre los cuales estaba también Haydn, departían en alegre reunión.
Entre otras cosas se hablaba sobre la mejor manera de recrearse después del trabajo mental.
Las opiniones y experiencias discrepaban. Uno decía: "Una copa de buen vino me devuelve la fuerza y ganas de seguir trabajando". Otro: "Un paseo al aire libre me da inspiración y elasticidad". Un tercero: "Yo me echo a dormir una horita. Si lo consigo me levanto completamente fresco para seguir mi ocupación".
¿Y Haydn?
Modestamente como siempre dijo, al ser requerida su experiencia: "Yo tengo en mi casa una especie de capilla doméstica. Allá me retiro y rezo, cuando estoy cansado. Este remedio me ha surtido siempre buen efecto".
Los demás callaron con respecto al gran maestro cuyo mejor recreo lo constituía la conversación con su Dios.



EL ROSARIO DE GLUCK
(Un músico)


Un dominico, Fray Anselmo, regaló al joven Gluck, el que fue más tarde el genial músico y compositor de más de cien óperas, un Rosario.
"Hijo mío -le dijo-, toma este Rosario y si lo rezas diariamente, él será la verdadera llave de oro que te abrirá las puertas, no sólo del templo de la fama, sino del verdadero templo de la inmortalidad, que es el cielo".
Desde entonces Gluck llamaba a aquel Rosario el breviario del músico, porque rezándolo y contemplando sus misterios, hallaba la musa que inspiraba aquellas melodías que eran asombro y encanto de todo el mundo.
Murió Cristóbal W. Gluck tan plácidamente como si la misma Santísima Virgen le hubiera asistido en su agonía, sin soltar de la mano el Rosario de Fray Anselmo.




LOS ROSARIOS DE MIGUEL ANGEL
(Un pintor, arquitecto y escultor)


De Miguel Ángel, coloso de la pintura, de la escultura y de la arquitectura, se conservan en la casa de la vía Chivelina, en Florencia, rosarios de gruesas cuentas, que él pasaba religiosamente entre sus dedos de artista genial, único en la historia. Dos de sus rosarios se ven bastante usados. En la famosísima pintura suya del Juicio Final, "dos almas se unen la una a la otra con el rosario, y una de ellas, que ha llegado antes al Paraíso, con las cuentas de su rosario hace llegar también a la otra". Difícilmente hallaremos entre los artistas una representación más significativa. La devoción de Miguel Ángel hacia la Virgen era tan sincera que, encargado por el Papa de llevar a término la estupenda decoración de la Basílica de San Pedro en Roma, rechazó toda recompensa material, expresando que le era suficiente trabajar por Dios y por su amada Señora la Virgen María.



Fuentes: "Estrellas en la noche", P. S. Lichius, S.V.D. – Revista Didascalia nº 10, Diciembre de 1977 - "Cien breves relatos marianos", Pablo Schneider, S.V.D. - "Rosas del Paraíso. Devoción al Smo. Rosario", T. Domínguez del Río, C.M.F.


EXTRAS - DE LA VIEJA CRITICA

Los críticos cinematográficos y el público

 
Por O. Micheli
Revista Reflector Nº 43, Setiembre 1959.

De un tiempo a esta parte se nota en nuestro país una considerable corriente de opinión pública que trata de desentrañar el fenómeno cinematográfico.

Muchos son los que ven al cine como algo más que un simple entretenimiento y tienen la inquietud de estudiar la materia para compenetrarse del verdadero sentido del que ha dado en ser llamado séptimo arte.

La crítica y la bibliografía especializadas en ediciones nacionales o extranjeras, la proliferación de cine-clubes y cine-debates, la organización de conferencias, mesas redondas y aún de escuelas de cine, están logrando, sobre todo entre los jóvenes, esta promoción de espectadores cultos o preparados.

Estos pueden juzgar a un film, no solamente en base a sus estrellas o a su argumento, como lo hacen el resto de los espectadores. Ya saben que el verdadero creador responsable de una película es el director; muchas veces conocen al autor del argumento y están informados sobre si se trata de un tema escrito especialmente para ser filmado o si es una adaptación de una novela o pieza teatral; están en condiciones de apreciar la riqueza de la fotografía, la excelencia de un ángulo de toma, el papel de la música o de la banda sonora.

Al ir a elegir un programa, no lo hacen a tontas y a locas, acuciados solamente por la presencia en el reparto de la estrella o el actor favorito. Juegan un papel preponderante en la elección los factores ya analizados.

Saben distinguir la obra de arte del producto comercial. Y cuanto mayor sea el criterio selectivo en ellos desarrollado, menores serán las probabilidades de que salgan defraudados de una función. En una palabra: no caminan a ciegas, sino que saben lo que quieren y a donde van.

Todos pueden, si quieren, lograr especializarse. Quien esto escribe también ha pasado por esas etapas de formación cinematográfica.

A pesar de lo dicho, estamos en condiciones de asegurar que todas esas personas pasibles de asimilar una educación para ir al cine, constituyen una minoría. Grandes masas de público confiesan con toda soltura que a ellos “nadie tiene nada que enseñarles”, y se niegan a ser encauzados.

Estos “sabelotodo” desconocen por completo a la crítica seria, pero se dejan llevar, en cambio, por las opiniones de revistas y audiciones radiales que tienen gran resonancia popular y poco o ningún propósito formativo.

¿Los resultados? Argentina es uno de los países del mundo que menor importancia confiere a la cultura cinematográfica.

Este mal estado de las cosas no es de reciente data y no es precisamente el público del todo culpable. Se origina en los tiempos en que en nuestras publicaciones, hacer una crónica de cine equivalía a contar el argumento (misión al alcance de cualquier espectador), mencionar los nombres de los artistas y del director.

Estos malos periodistas (sería mejor decir falsos) que no cumplen con su misión específica, existieron y en la actualidad, ellos o sus continuadores, continúan ejerciendo su nefasta tarea.

En infinidad de casos, una película elogiada con entusiasmo por la crítica, es menospreciada por el público y viceversa. Como ejemplos recientes de lo afirmado en primer término están entre otras, “Cómicos”, “Sombras del mal” o “El Desertor”. “Mujeres peligrosas” y “Las piernas de Dolores” configuran el caso contrario. Son películas de ningún valor y sin embargo, las plateas de Buenos Aires las han convertido en los éxitos del año.

Sólo en casos aislados (“La Strada”, “El puente sobre el río Kwai”) se da una total correspondencia entre especialistas y profanos.

Aunque muchas veces podamos desalentarnos ante los sucesivos esfuerzos fallidos en pro de la educación del espectador, no dejan de ser aliciente las múltiples “conversiones” al buen cine, que a diario se producen.

La tarea es ardua, lenta y paciente pero a la larga da excelentes resultados. Es por eso que seguimos en la brecha, pese a los que piensan que los críticos no tienen finalidad alguna.