domingo, 5 de agosto de 2012
EXTRAS - ANECDOTARIO
TARZAN SALE DE LA SELVA
(Un actor)
Johnny Weissmuller, el Tarzán de tantas películas famosas, deseoso de entrar en la Iglesia Católica, se hizo bautizar por el entonces arzobispo de Nueva York, Cardenal Spellman.
Se recuerda el comentario que hizo al prelado después de recibir el sacramento de la regeneración:
-Me parece que solamente ahora he salido de la selva...
HABLAN DEL TIEMPO...
(Un poeta)
Lo cuenta Julien Green en su autobiografía:
En los días en que la llamada de Dios rondaba su alma de incrédulo, había algo que lo frenaba y detenía ante las mismas puertas de la conversión. Era la poca fe de los cristianos en la fuerza viva de los sacramentos. Entraba en las iglesias y observaba las caras aburridas de los asistentes. ¿Creían aquellos hombres en lo que decían creer?
Examinaba a la salida de misa sus gestos frívolos. ¿Venían estos hombres de asistir a la muerte de Cristo?
El escritor francés resume sus experiencias en una frase terrible:
"Bajan del Calvario y...hablan del tiempo".
UN ANTIDOTO CONTRA LA VANIDAD
(Una actriz)
Cuando la conocida estrella cinematográfica de Estados Unidos Irenne Dunne, fue condecorada en la Universidad de Notre Dame, formuló el siguiente comentario:
-Afortunadamente la Iglesia tiene el mejor antídoto contra el elogio de los demás, y es el diario examen de conciencia. Nada nos reduce más a nuestra verdadera estatura como arrodillarnos ante un confesonario para pedir perdón a un Dios que lee los corazones y no los titulares de la prensa.
LA MODESTIA DE LOS GRANDES
(Un pintor)
Paul Cezanne (1839-1906), insigne cultor del impresionismo, era de carácter excepcionalmente modesto y jamás hubiera imaginado que la posteridad lo iba a considerar como uno de los padres de la pintura moderna.
Quizá acentuara su timidez natural la incomprensión de sus contemporáneos que lo condenaron a un cuasi anonimato. No hizo, desde luego, fortuna con sus cuadros que obsequiaba habitualmente a amigos y conocidos. Hasta que un hombre de negocios de París, recogió cierto número y armó una exposición. Cezanne fue advertido. Era ya entrado en años y sus achaques le impedían andar expeditamente. Tomado del brazo de su hijo, entró, con emoción contenida, en la sala de la exposición. Los ojos se le arrasaron de lágrimas al constatar la atención inusitada que habían brindado a esos humildes lienzos suyos, algunos de los cuales, con el tiempo transcurrido, no alcanzaba a reconocer.
Con corazón agradecido y, sin saber lo que decía, el gran artista comentó entre sollozos:
-Mira, hijo: si hasta les han puesto marco a mis cuadros...
SU MEJOR RECREO
(Un músico)
Varios artistas de nombre, entre los cuales estaba también Haydn, departían en alegre reunión.
Entre otras cosas se hablaba sobre la mejor manera de recrearse después del trabajo mental.
Las opiniones y experiencias discrepaban. Uno decía: "Una copa de buen vino me devuelve la fuerza y ganas de seguir trabajando". Otro: "Un paseo al aire libre me da inspiración y elasticidad". Un tercero: "Yo me echo a dormir una horita. Si lo consigo me levanto completamente fresco para seguir mi ocupación".
¿Y Haydn?
Modestamente como siempre dijo, al ser requerida su experiencia: "Yo tengo en mi casa una especie de capilla doméstica. Allá me retiro y rezo, cuando estoy cansado. Este remedio me ha surtido siempre buen efecto".
Los demás callaron con respecto al gran maestro cuyo mejor recreo lo constituía la conversación con su Dios.
EL ROSARIO DE GLUCK
(Un músico)
Un dominico, Fray Anselmo, regaló al joven Gluck, el que fue más tarde el genial músico y compositor de más de cien óperas, un Rosario.
"Hijo mío -le dijo-, toma este Rosario y si lo rezas diariamente, él será la verdadera llave de oro que te abrirá las puertas, no sólo del templo de la fama, sino del verdadero templo de la inmortalidad, que es el cielo".
Desde entonces Gluck llamaba a aquel Rosario el breviario del músico, porque rezándolo y contemplando sus misterios, hallaba la musa que inspiraba aquellas melodías que eran asombro y encanto de todo el mundo.
Murió Cristóbal W. Gluck tan plácidamente como si la misma Santísima Virgen le hubiera asistido en su agonía, sin soltar de la mano el Rosario de Fray Anselmo.
LOS ROSARIOS DE MIGUEL ANGEL
(Un pintor, arquitecto y escultor)
De Miguel Ángel, coloso de la pintura, de la escultura y de la arquitectura, se conservan en la casa de la vía Chivelina, en Florencia, rosarios de gruesas cuentas, que él pasaba religiosamente entre sus dedos de artista genial, único en la historia. Dos de sus rosarios se ven bastante usados. En la famosísima pintura suya del Juicio Final, "dos almas se unen la una a la otra con el rosario, y una de ellas, que ha llegado antes al Paraíso, con las cuentas de su rosario hace llegar también a la otra". Difícilmente hallaremos entre los artistas una representación más significativa. La devoción de Miguel Ángel hacia la Virgen era tan sincera que, encargado por el Papa de llevar a término la estupenda decoración de la Basílica de San Pedro en Roma, rechazó toda recompensa material, expresando que le era suficiente trabajar por Dios y por su amada Señora la Virgen María.
Fuentes: "Estrellas en la noche", P. S. Lichius, S.V.D. – Revista Didascalia nº 10, Diciembre de 1977 - "Cien breves relatos marianos", Pablo Schneider, S.V.D. - "Rosas del Paraíso. Devoción al Smo. Rosario", T. Domínguez del Río, C.M.F.