“Es, por tanto, una de las necesidades de nuestro tiempo vigilar y trabajar con todo esfuerzo para que el cinematógrafo no siga siendo escuela de corrupción, sino que se transforme en un precioso instrumento de educación y de elevación de la humanidad”

S.S. Pío XI



“Que el cine sea ordenado a la gloria de Dios y a la salvación de las almas, y sirva eficazmente para la extensión del Reino de Cristo sobre la Tierra”.

S. S. Pío XII

martes, 10 de noviembre de 2009

LISTADOS

LAS MEJORES PELÍCULAS DEL CINE ARGENTINO





Se ha lanzado recientemente mediante Internet, y aun continúa, un concurso-encuesta denominado “Las mejores películas del Centenario del Cine Argentino 1909-2009”. Se afirma en ese sitio (Cine.ar - concurso) que la primera película argentina argumental fue estrenada en 1909, y se da este nombre: “La Revolución de Mayo”. Sin embargo, los libros y manuales del cine argentino reportan informativamente que la primera exhibición de cine argumental o de ficción fue “El fusilamiento de Dorrego” en el año 1910. ¿Una divergencia más para la historia argentina? ¿Tan difícil es de establecer semejante hecho, o se trata de una nueva manipulación como tantas? Las versiones de los historiadores difieren. Algunos dicen que “El fusilamiento de Dorrego” se filmó en 1909, otros, en 1908, por lo que hablar de un “centenario del cine argentino” parece algo difuso.

Por otra parte, sería más acertado hablar de cinematógrafo, que no de cine, ya que éste como lenguaje fue inventado por Griffith hacia 1908, y no llegó hasta estas tierras sino en los comienzos del sonoro, por lo menos por lo que se ha podido ver del escasísimo cine mudo argentino que se ha podido conservar.

La encuesta, muy democrática, es una muestra de la ignorancia, la injusticia, la vulgaridad y la banalidad que caracterizan estos tiempos. En la postulación de las “100 mejores películas” (donde ya siquiera hablar de 100 películas argentinas que puedan ser dignas de verse es un disparate) predomina el cine que el sistema liberal-progresista-democrático produce, programa, difunde y defiende desde sus medios de comunicación y sus cátedras universitarias. Un cine casi todo nacido a partir de los años ’80, con una total prescindencia de todo el cine clásico producido entre 1933 y 1960, aproximadamente (con alguna que otra excepción, caso “Las aguas bajan turbias”, por razones equívocas y como la excepción que confirma la regla). Un cine que da vergüenza ajena y que da a conocer –en el hacer- el estado actual de la Argentina, su sometimiento a la estulticia, el nihilismo, la ramplonería y el materialismo.

Es notable, aunque no es tema del que se ocupe nadie, la ruptura que se dio con aquel cine clásico argentino que tantos valores –formales y aun morales- comunicaba, pero esto fue así porque hubo una ruptura con aquel país, y no precisamente ruptura de sesgo coyuntural o castrense, sino un corte cultural y espiritual con un país que todavía conservaba rasgos de una impronta cristiana largamente establecida, aunque ya en decadencia. Con los años ’60 la Revolución hace su entrada –sin necesidad de un gobierno “socialista”- vía lo cultural. Si esto fue así a nivel mundial, la tendencia argentina a denigrar lo propio hizo que tal ruptura echara tierra sobre todo un pasado que contradecía los nuevos postulados y la nueva forma de ver el mundo. El nacionalismo presente en naciones como Estados Unidos, por ejemplo, hizo que todo el tesoro cultural cimentado en su corta historia esté siempre disponible para todo aquel que quisiera abrevar en él. Así es como en los años ’70 hubo una renovación basada en la mirada que jóvenes directores tenían de ese cine del pasado que continuaba presente en ellos. Aunque muchas veces degradado, ese lenguaje y esa forma de ver el mundo se continuaban. Entre nosotros fueron los mismos que se dedicaron al cine quienes se desligaron de ese acerbo cultural inmenso y talentoso, por una cuestión ideológica que, evidentemente, miraba hacia afuera, incapaz de construir nada a partir de lo propio. La encuesta muestra las graves consecuencias de esa actitud propia de quien ha abdicado de su soberanía en nombre de la libertad y el progreso. La barbarie se ha instalado en la ciudad.

“La literatura es la expresión de la vida nacional. Este sentimiento común, este ideal, este amor en el cual se reconocen todos los ciudadanos de una nación, es, por su naturaleza, vago e indeterminado. Solamente con la literatura se expresa, se precisa y se hace reconocer por todos con una fascinación irresistible. No basta que existan grandes escritores para que haya una literatura nacional: es indispensable que en esos grandes escritores se exprese con fuerza el alma de la nación” (Gastón Paris, “La Chanson de Roland y la nacionalidad”). Hoy el cine argentino expresa la falta de valor del alma de la nación argentina, cretinizada hace mucho tiempo por el liberalismo.

Nosotros nos valemos de este motivo para dar a conocer y reivindicar el cine que no se conoce, o se mal conoce, o se empeñan en mantener recluido en el arcón de los trastos viejos, en los museos de las cosas muertas y perimidas o en el rincón ruinoso de los ciclos de cine de la televisión en horarios impredecibles, presentados por gacetilleros nostalgiosos que fungen de críticos o especialistas de un cine que se presenta amortajado y con olor a naftalina. Quien quiera acceder a este cine, deberá armarse de paciencia y suma atención para descifrar diálogos que se pierden e imágenes que se oscurecen y se rasgan por culpa del descuido y el abandono a que se ha sometido a estas películas, sin ningún tipo de restauración o traslación a medios digitales. Y todavía nos dicen que Argentina es “un país en serio”. Más bien habría que decir que es un país “paródico”, como afirmó en su momento el padre Castellani, quien lo empezó a ver aun por aquellos años “de oro” del cine argentino, sin tener un panorama completo, como nosotros. Porque esa parodia de lo religioso, lo político, lo cultural, ya estaba como levadura en la masa trabajando despacio, y si el lector se fija en los ejemplos con que subjetivamente hemos formado nuestro listado -que carecen de toda connotación política de nuestra parte- se dará cuenta de que hubo una especie de reacción adulta durante una década, una mirada que quiso distanciarse del pintoresquismo o el costumbrismo para abrevar en lo universal, algo así como un “shock” en la sociedad misma que no pudo concretarse del todo por mil causas que confluyeron (principalmente porque se puso la acción por sobre la contemplación, y porque se le dio la espalda, ya en los años ’60, al paisaje de nuestra patria) y que luego precipitaron de los años ’70 en adelante la parodia de país que hoy padecemos. Decía Castellani la frase de Clemenceau al visitar nuestro país: “El drama de los argentinos es que tienen que tener Institutos Pasteur...y no tienen Pasteur”. En lo que nos concierne, puede decirse que el drama es que tenemos que tener Institutos de Cine, Escuelas de cine y Festivales de Cine...y no tenemos cine (aunque se filmen una película atrás de la otra). Ficciones. Pero eso ahora no importa demasiado, porque para tener cine hay que tener país. Y para tener país –uno llamado Argentina- hay que tener Religión. Quien así no lo entienda seguirá fabricándose –con o sin el cine- finales felices en los que ya nadie cree, o amargas aventuras sin esperanza. De nuestra parte, por lo menos, hemos de ir hacia ese encuentro con lo que fuimos o pudimos ser, para no ser injustos con nuestros mayores ni dejar de comprender mejor hacia dónde hemos de evitar dirigirnos. Porque el ayer está vivo en lo que somos y en lo que queremos seguir siendo, a pesar de todo.



LISTADO REDUCO:
LAS 25 MEJORES PELÍCULAS DEL CINE ARGENTINO


1. Más allá del olvido – Hugo del Carril (1955)
2. Culpable – Hugo del Carril (1959)
3. Barrio gris – Mario Soffici (1954)
4. Rosaura a las diez – Mario Soffici (1957)
5. La Quintrala – Hugo del Carril (1954)
6. Tierra del Fuego – Mario Soffici (1948)
7. No abras nunca esa puerta – Carlos Hugo Christensen (1952)
8. A sangre fría – Daniel Tinayre (1947)
9. El hombre que debía una muerte – Mario Soffici (1954)
10. Pampa bárbara – Lucas Demare-Hugo Fregonese (1944)
11. Las aguas bajan turbias – Hugo del Carril – (1952)
12. Surcos de sangre – Hugo del Carril (1949)
13. Celos – Mario Soffici (1946)
14. Bajo un mismo rostro – Daniel Tinayre (1962)
15. Pasó en mi barrio – Mario Soffici (1954)
16. El extraño caso del hombre y la bestia – Mario Soffici (1950)
17. Rosa de América - Alberto de Zavalía (1946)
18. La secta del trébol – Mario Soffici (1947)
19. La muerte camina en la lluvia – Carlos Hugo Christensen (1948)
20. La indeseable – Mario Soffici (1951)
21. Los pulpos – Carlos Hugo Christensen (1947)
22. La orquídea – Ernesto Arancibia (1951)
23. Historia de una noche – Luis Saslavsky (1941)
24. Ellos nos hicieron así – Mario Soffici (1952)
25. La balandra Isabel llegó esta tarde – Carlos Hugo Christensen (1949)


Otras películas:



Héroes sin fama. Mario Soffici, 1940.


Fuera de la ley. Manuel Romero, 1937.


Del otro lado del puente. Carlos Rinaldi, 1953.


La patota. Daniel Tinayre, 1960.


Amorina. Hugo del carril, 1960.


Viento norte. Mario Soffici, 1937.

La sangre y la semilla. Alberto Du Bois, 1959.
(Coproducción con Paraguay)