Juan Donoso Cortés – Carta al Conde de Montalembert, Berlín, 26-V-1849.
“La fe, más conforme que la evidencia con el entendimiento del hombre, salvó del naufragio a la razón humana. La verdad debía ser propuesta por la fe si había de ser aceptada por el hombre, rebelde de suyo contra la tiranía de la evidencia. Y el mismo espíritu, que propone lo que se ha de creer y nos da fuerzas para que lo creamos, propone lo que es necesario obrar, y nos da el deseo de obrarlo, y obra con nosotros para que lo obremos. Tan grande es la miseria del hombre; tan honda su abyección, tan absoluta su ignorancia y tan radical su impotencia, que no puede por sí solo formar un buen propósito, ni trazar un gran designio, ni concebir un gran deseo de cosa que agrade a Dios y que aproveche a la salvación de su alma. Y, por otro lado, es tan alta su dignidad, su naturaleza tan noble, su origen tan excelso, su fin tan glorioso, que el mismo Dios piensa por su pensamiento, ve por sus ojos, anda por sus pies y obra por sus manos. El es el que le lleva para que ande, y el que le detiene para que no tropiece, y el que manda a sus ángeles que le asistan para que no caiga; y si, por ventura, cae, El le levanta por sí mismo y, puesto en pie, le hace que desee perseverar. Por eso dice San Agustín: “Ninguno creemos que viene a la verdadera salud si Dios no le llama, y ninguno, después de llamado, obra lo que conviene para esa misma salud si El no le ayuda”.
Juan Donoso Cortés – Ensayo sobre el Catolicismo, el Liberalismo y el Socialismo, cap. VI, 1851.