“…Y así la expresión de Dios mismo no ha quedado reducida a su Santa Iglesia. En cierto modo, cada religión, cada confesión cristiana, nos expresa el concepto de Dios bajo una espiritualidad distinta, a través de una estética diversa, con una óptica que aporta algo a todos. (…) Me gusta ver como todo un cosmos musulmán gira alrededor de la Piedra Negra en la Meca, con un giro que sin duda honra al Padre de todos los hombres. (…) Se eleva mi espíritu ante la fotografía de un anciano rabino de venerable barba leyendo y reflexionando la Palabra de Dios en la que no osa mentar el nombre de su Autor.”
“Sabéis que hice el propósito de asistir en Roma a misa en todos los distintos ritos que existen en la Iglesia Católica. Ya he asistido a varios, y hoy me he dicho: ¿Por qué no voy a una misa tridentina? (…) todo el rato no podía evitar el pensar una y otra vez que mi corazón pertenece a la misa del Vaticano II. (…) ésta es la primera misa a la que asisto en este rito y, pienso, que será la última. (…) Y para alguien que como yo ha crecido en el rito y el espíritu del Vaticano II, resulta imposible volver atrás.”
La misa tridentina y la misa de Pablo VI
“El Misal de Pablo VI (…) nos aporta algo que se había ido perdiendo con el pasar de los siglos: la misa como banquete, la misa como cena, la misa como participación de la comunidad de una misma mesa.”
Apología pro Vaticano II
“En mi opinión el más grande, revolucionario y renovador concilio que ha tenido la Iglesia Católica desde su fundación ha sido el Concilio Vaticano II (…) Éste supo infundir un nuevo espíritu. (…) Y por supuesto ningún mérito más grande que la gran y formidable reforma litúrgica.”
Y en “Memorias de un Exorcista” Capítulo C, pág. 90, Fortea escribe:
“Si me he de condenar, casi prefiero hacerlo con la conciencia laxa de los teólogos holandeses, que no con el inflexible rigor de los miembros de la inhumana fraternidad de san Pío X”.
Todo un programa.