“Es, por tanto, una de las necesidades de nuestro tiempo vigilar y trabajar con todo esfuerzo para que el cinematógrafo no siga siendo escuela de corrupción, sino que se transforme en un precioso instrumento de educación y de elevación de la humanidad”

S.S. Pío XI



“Que el cine sea ordenado a la gloria de Dios y a la salvación de las almas, y sirva eficazmente para la extensión del Reino de Cristo sobre la Tierra”.

S. S. Pío XII

martes, 12 de julio de 2011

CRITICA - EL SEÑOR DE LAS MOSCAS


EL SEÑOR DE LAS MOSCAS
Director: Peter Brook - 1963

APOCALYPTO SMALL



Basada en la famosa novela del premio Nobel William Golding, esta meritoria película inglesa muestra a un grupo de niños de escuela que, debido a la caída del avión en el que viajaban, durante una guerra, resultan náufragos en una solitaria y paradisíaca isla. Allí deben hacer frente al caos, organizándose para satisfacer sus necesidades y sobrevivir a los peligros -reales o imaginarios- que los rodean.

El film muestra, con una apropiada e inquietante objetividad entomológica, una refutación práctica y extemporánea al "buen salvaje" roussoniano. Los niños, con todo el encanto y la inocencia que poseen, llevan el caos y la destrucción dentro de sí. Fuera de los limitativos y reguladores marcos de la civilización, el mal que lleva en sí el hombre brota incontenible como una erupción volcánica con terroríficas consecuencias. Y hablamos del "hombre" porque, a pesar de que el film muestra sólo niños, Golding y Brook en su versión lo que hacen es, a la manera de Swift con su "Gulliver", plantear a través de la aventura y la fantasía infanto-juvenil, una vivisección feroz de la sociedad de los hombres, que, ya desde niños, llevan encima el germen de la corrupción moral y el desorden. Para decirlo en términos cristianos: el pecado original.

Desde luego que el film no ofrece una cosmovisión cristiana, pero sí reconoce una moral sin ambigüedades que se impone de manera imprevista y feliz, cuando la civilización (en este caso los adultos) interviene. Por cierto que el repetitivo "kyrie eleison" que corean los niños cazadores opera a la manera de inconsciente reclamo de auxilio que desde las profundidades de su caída el mundo pagano envía al Creador.

Fuera de campo y más allá del film, el espectador podría preguntarse si no hace falta algo más para que esa civilización salvadora no degenere en una sociedad de salvajes (puesto que el hombre lleva el mal encima) o, en otros términos, qué fue lo que hizo que los otrora salvajes paganos europeos se civilizaran.

Pues bien, esa respuesta la ha dado otra película que, ahora puede verse claramente, ha sido inspirada por ésta.

Nos referimos a "Apocalypto", la obra maestra de Mel Gibson que repite con maestría el esquema estructural de "El señor de las Moscas", en particular hacia el final, donde las notorias coincidencias no dejan lugar a dudas de la asimilación por parte del film de Gibson.

La diferencia es que este último retoma y supera la versión pequeña de "Apocalypto" con el agregado histórico concreto y con una respuesta a la demanda salvífica de su antecesor inglés: la Gracia de Dios, sin la cual nada podemos.