“Los hilos de un relato se entrelazan de vez en cuando y forman una imagen en la trama: de vez en cuando los personajes adoptan alguna actitud, entre ellos o hacia la naturaleza, que deja grabado el relato como una ilustración. Crusoe retrocediendo ante la huella de un pie, Aquiles clamando contra los troyanos, Ulises doblando el gran arco, Christian que corre con los dedos en los oídos: cada uno de éstos es un momento culminante de la leyenda, y todos ellos han quedado impresos para siempre en el ojo de la mente. Podemos olvidar otras cosas: podemos olvidar las palabras, aunque sean hermosas; podemos olvidar los comentarios del autor, aunque hayan sido ingeniosos y veraces; pero estas escenas capitales, que ponen la marca definitiva de la verdad en un relato y, de golpe, colman nuestra capacidad de placer, las adoptamos de tal modo en la entraña de nuestra mente que ni el tiempo ni las mareas pueden borrar o debilitar su impresión. Es éste el aspecto plástico de la literatura: encarnar el carácter, el pensamiento, la emoción en algún acto o actitud que impresione notablemente al ojo de la mente”.
Robert Louis Stevenson, “A Gossip on Romance”, Memories and Portraits, 1887.