“Es, por tanto, una de las necesidades de nuestro tiempo vigilar y trabajar con todo esfuerzo para que el cinematógrafo no siga siendo escuela de corrupción, sino que se transforme en un precioso instrumento de educación y de elevación de la humanidad”

S.S. Pío XI



“Que el cine sea ordenado a la gloria de Dios y a la salvación de las almas, y sirva eficazmente para la extensión del Reino de Cristo sobre la Tierra”.

S. S. Pío XII

miércoles, 28 de julio de 2010

DE SPECTACULIS


“Ducadelia decía: “No sé cuándo es la Parusía, pero es pronto. Si sucede ahora mientras vivimos, falta poquísimo; si morimos primero, el tiempo de espera en la otra vida va a ser un soplo”. El feroz Tertuliano en su libro “De Spectáculis” exhortaba a los primeros cristianos a no ir a los espectáculos paganos, groseros y lascivos, o bien sangrientos y crueles. No vayan al cine y a los matches de box –les decía más o menos- tenemos la Parusía ¿qué más quieren? Veremos a Miguel y a Satán luchando en el cielo, al Dragón y a la Mujer luchando en la tierra, al Rey venidero en su corcel blanco aniquilando con su espada a todos los ejércitos de la maldad. ¿Para qué quieren más teatro?
Cierto. Aun cuando un drama de Shakespeare, o aunque sea una cinta de Chaplín o de Walt Disney tampoco están del todo mal para matar el tiempo. No que yo necesite matar el tiempo (el tiempo de Buenos Aires me mata a mí) sino que a veces los ojos no me dan más de tanto leer; y en la gran ciudad turulata no hay más que eso; y calles bramando de autos, y plazas barridas por el viento Sur, con bancos de piedra sin respaldo y no de madera para sentarse, que no arredran sin embargo a los enamorados. Muy pocas veces sí, pero a veces confieso que me meto en el cine del barrio con el pretexto de descansar; y salgo renegando de los yanquis, de los rusos, e incluso de mis cineros connacionales. Es decir, pago no sé ya cuántos pesos para tener que arrepentirme. ¿Qué más cine que Buenos Aires misma, con todos sus dramas y payasadas? Desde hoy, pienso obedecer a Tertuliano”.

Padre Castellani, Parábola de la Parturienta, en “Las Parábolas de Cristo”.