miércoles, 28 de julio de 2010
DE SPECTACULIS
“Ducadelia decía: “No sé cuándo es la Parusía, pero es pronto. Si sucede ahora mientras vivimos, falta poquísimo; si morimos primero, el tiempo de espera en la otra vida va a ser un soplo”. El feroz Tertuliano en su libro “De Spectáculis” exhortaba a los primeros cristianos a no ir a los espectáculos paganos, groseros y lascivos, o bien sangrientos y crueles. No vayan al cine y a los matches de box –les decía más o menos- tenemos la Parusía ¿qué más quieren? Veremos a Miguel y a Satán luchando en el cielo, al Dragón y a la Mujer luchando en la tierra, al Rey venidero en su corcel blanco aniquilando con su espada a todos los ejércitos de la maldad. ¿Para qué quieren más teatro?
Cierto. Aun cuando un drama de Shakespeare, o aunque sea una cinta de Chaplín o de Walt Disney tampoco están del todo mal para matar el tiempo. No que yo necesite matar el tiempo (el tiempo de Buenos Aires me mata a mí) sino que a veces los ojos no me dan más de tanto leer; y en la gran ciudad turulata no hay más que eso; y calles bramando de autos, y plazas barridas por el viento Sur, con bancos de piedra sin respaldo y no de madera para sentarse, que no arredran sin embargo a los enamorados. Muy pocas veces sí, pero a veces confieso que me meto en el cine del barrio con el pretexto de descansar; y salgo renegando de los yanquis, de los rusos, e incluso de mis cineros connacionales. Es decir, pago no sé ya cuántos pesos para tener que arrepentirme. ¿Qué más cine que Buenos Aires misma, con todos sus dramas y payasadas? Desde hoy, pienso obedecer a Tertuliano”.
Padre Castellani, Parábola de la Parturienta, en “Las Parábolas de Cristo”.
ANIVERSARIO - ANTONIO VIVALDI - J. S. BACH

28 de julio de 1750

NOTA - LOS NACIONALISTAS Y LA CULTURA
APUNTES
Tener paz en el corazón no implica vivir en paz.
El moderno quiere que lo dejen en paz. ¿Para gozar de qué, de sí mismo? Qué tontería.
El moderno no vivirá en paz pero tampoco tendrá paz en sí mismo. Eso no existe si no se está en paz con Dios.
“Cambia, todo cambia”, dice el progresista. Sin embargo, su imbecilidad permanece inalterable, siempre igual a sí misma, imperturbable.
El progresista abusa del lenguaje porque le teme al silencio. Es claro: el silencio no cambia nunca, las palabras en cambio dan la ilusión de que pueden ser manipuladas impunemente. Muestra de que desconoce el valor de la palabra, que le será retirada a su debido tiempo.
La mujer hermosa no le perdona al hombre que no la haga sentir hermosa. La fea tampoco. Las mujeres son democráticas.
Las mujeres con pañuelo en la cabeza son charlatanas. Menos las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo. A falta de urbanidad y educación, éstas son insultantes. Usan el pañuelo en la cabeza como lo usa el asaltante en la cara para que no lo descubran; lo usan como los revolucionarios usan de la barba. El criminal busca siempre disimularse tras un disfraz.
Las ancianas que nos dan conversación en los medios de transporte nos recuerdan que vivimos cabe el prójimo. Son la última muestra de una humanidad bien educada que llega a su fin.
La simpatía en las mujeres es una forma de la inteligencia. Simpatía, no sonrisa boba o deseos de agradar.
Una mujer sin compasión, ¿puede haber algo más inhumano?
Y sin embargo las hay.
“Ya es tarde para hablar”, frase dicha por mujeres.
Mujeres: nos enseñan a dar. O mejor: nos enseñan que tenemos que dar.
La mujer es una ayuda o una distracción, sin términos medios. Hoy esta última es más bien un lastre que impide elevar el corazón a Dios.
Se percibe a diario, y hasta un ciego lo ve, la orgullosa avanzada de la sexualidad femenina presentada a través de voluptuosas y previsibles formas, señalando su genitalidad y su vulgar pedantería. De seguir así, el carácter femenino será una perla: será difícil encontrar una mujer entre tantas hembras.
¿Por qué el hombre olvida tan fácilmente sus obligaciones para con la mujer? Es el hombre quien ayuda a la mujer a conocerse a sí misma.
Es en lo femenino donde vive lo concreto, lo inmediato, lo cercano, lo terreno. Tal vez por eso decimos LA mañana, LA tarde, LA noche. En cambio, lo masculino se pierde y mira más allá: EL día, EL mes, EL año, EL mañana, EL pasado, El futuro.
El deseo de poder en la mujer es concreto: se corporiza en un hombre o en lo que éste puede proporcionarle. En el hombre, en cambio, es abstracto: de allí su sed de poder por el poder mismo.
Por lo mismo, las mujeres son más aptas para la administración de la casa, de lo temporal, y lo son menos para consideraciones generales del gobierno.
La bobería pasa de la euforia a la furia y de allí a la depresión con suma facilidad. Se es más bobo cuanto más se cree en sí mismo sin tener la menor razón para ello, y en el fondo no queriéndolo admitir.
Nadie tiene razones por las que deba creer en sí mismo.
La alegría siempre es recompensada.
El hombre nace impaciente: debe volverse paciente.
Lo primero que hace falta para vivir en este mundo es paciencia.
Lo que demuestra realmente si lo nuestro es amor o no es el sacrificio.
El aprendizaje comienza cuando uno se da cuenta de que otro tiene razón.
Todo, absolutamente todo en la vida nos enseña algo.
La realidad del sufrimiento es la realidad del amor, la medida del amor. Donde hay sufrimiento hay capacidad de amar. Y allí todavía se esconde Dios.
La alegría es concentración, no dispersión. Es serenidad, no alboroto. Es alabanza, no depreciación.
Conocemos el espejo para el cuerpo, pero, ¿cuál es el espejo para el alma?
El espejo para el alma es Jesucristo.
No hay peor peligro que aquel que se acerca silencioso y nos acecha como una sombra. Cuando toma nuestra forma ya es tarde: su poder es implacable. Su vehículo: la dulce costumbre que se acepta “porque el mundo lo hace”.
Palabras inexactas revoloteando como polillas alrededor: hoy abrí el diario.
Para esto se ha de escribir: descubrir en todas partes la verdad, desbrozar lo verdadero de lo falso, distinguir, discriminar, definir, enjuiciar, comprender, exaltar, establecer, defender.
“Aquellos que han prescindido de la poesía en esta tierra, lo han ignorado todo”, dijo Claudel.
Tierra de muertos, muertos que lo ignoran todo porque prescinden de Dios, y sin Dios no hay sentido de la poesía, ni vida alguna que merezca vivirse –es decir, deseable de vivirse.
Arte: Enaltecer los pensamientos y sentimientos de los hombres, elevarlos a la consideración de verdades que los involucran, revelarles la belleza escondida en las cosas y la armonía de las formas, hacerles descubrir los peligros que los circundan y la oscuridad que llevan en sí mismos. Y esto a cada uno en forma personal.
Los verdaderos bienes son espirituales. Los verdaderos bienes vienen disfrazados a veces de males.
Como esos árboles que soportan toda la violencia del viento flexionando grácilmente sus ramas, pero que al cabo vuelven a su posición original sin haberse quebrado, pues todo lo que no les sirve lo dejan pasar. Así debe uno dejarse abatir pacientemente por la oleada de opiniones que intentan forzarlo, hasta que el viento se produzca dentro de uno mismo con la fuerza que es capaz de provocar una convicción elocuente sostenida por el conocimiento.
La interioridad del hombre no es algo cerrado, sino abierto. A ello apunta el arte (y debe, también, el cine). A esa interioridad que busca perfeccionar la vida, por lo que el hombre, mediante la palabra o la imagen, se pone en relación con las cosas y con los otros hombres.
“¡Que una cosa tan visible como la vanidad del mundo esté tan oculta! ¡Que sea algo extraño y sorprendente decir que es una necedad buscar las grandezas! ¡Esto es admirable!” (Pascal)
Es admirable, también, que haya católicos que no se sientan desterrados en este mundo y que disfruten tanto de él. Las pequeñas –o grandes- cosas que nos alegran deben ser vistas como anticipos lejanos de la gloria futura, como obras de la mano de un Padre generoso, misericordioso y sabio.
En el silencio pareciera que hay más tiempo, o que el tiempo no corre, sino camina a un sabio ritmo vital. Hay un silencio que esconde la vida, y hay otro que acoge ruidoso la muerte.
En el silencio se esconde Dios; detrás del ruido acecha el diablo.
Dios nos habla en el silencio. El dolor es también una forma del mismo, es inefable como el silencio del que nuestra naturaleza tiende a huir, pero nuestra alma anhelante de amor desea abrazar.
El problema es que no se sabe amar.
Por no saber a quién amar no se sabe amar. Se ama mal y lo que no se debe, y se es indiferente a lo que hay que amar.
Por el dolor somos probados en el amor.
El dolor es lo único que puede producir la conciencia de nosotros mismos, de lo que somos.
¿Cómo alguien que no sufre puede pretender que se lo llame cristiano?
Si somos cristianos, somos miembros del “Varón de dolores” e hijos de la “Madre dolorosa”.
Se aprende a amar sufriendo.
Se aprende a morir amando.
Se aprende a gozar muriendo.
Aunque no maten, no roben o no forniquen, si no cumplen el primer mandamiento –sabiendo que deben hacerlo-, matan en su corazón a Dios, roban sus propias vidas para dársela a criaturas infinitamente insignificantes ante su Creador, y fornican con los placeres mundanos, puesto que quien no ama a Dios por sobre todas las cosas ama al mundo caído y fornica con él.
Dios nos quiere para sí. Lo que nos da es para que lo amemos más. Saber reconocerlo en lo que elegimos.
El gran pecado es el que más se oculta: hacer de uno mismo o de otra criatura el centro de nuestra vida. No hacer de Dios el centro y el todo de nuestra vida. Creer que tenemos “nuestra” vida.
A veces leemos obituarios elogiosos que gustan de enumerar títulos, logros, cargos, estudios, cátedras, actos, premios obtenidos, etc. En realidad, mucho o poco, todo debería reducirse a esto:
“Amó a Dios, e hizo lo que pudo para que los otros lo amaran”.
En definitiva, dio testimonio.
La verdadera renovación de la Iglesia (supuestamente buscada por el Vaticano II) vino con Monseñor Lefebvre, y consistió en una vuelta atrás, al más acendrado catolicismo que nos legó la tradición apostólica y que nada tiene que ver con el mundo.
Para eso sirvió indirectamente el Vaticano II, para que surgiera este movimiento tradicional y renovador.
Como dice Kierkegaard: “El individuo, con esta categoría la causa del Cristianismo se mantiene o se cae. Sin esta categoría, el panteísmo ha triunfado absolutamente”.
Individuo: una forma personal y única de vivir la religión, la relación de amor con Dios, aunque exteriormente se compartan las fórmulas y rutinas en común.
La relación con Dios ha de ser en tanto es relación individual, de individuo a su Creador, Padre, Salvador, Redentor, Maestro, Médico, etc. En tanto uno no es individuo, se vuelve multitud, así esa multitud se llame católica. Y ese es el primer paso para dejar de ser, efectivamente, católico.
El amor procede de Dios. Si no van a Él, si no lo piden, ¿cómo han de saber amar? Si sólo viven para sí o para el mundo, ¿cómo tendrán amor para dar? No será amor verdadero.
La única relación fructífera que puede haber entre los hombres es el amor. Para ello, dada su naturaleza, deben pasar más tiempo en contacto con Dios que entre sí mismos.
Porque amo a los hombres, precisamente por eso me alejo de ellos.
Ustedes saben: de noche se ve más lejos. Miren sino al cielo una noche despejada.
En la noche del alma hay que mirar hacia arriba, no hacia adelante ni hacia atrás ni hacia abajo. Hacia el cielo mediante la oración.
Las mejores cosas tardan en descubrirse.
Contra este mundo que nos ofrece lo instantáneo (la sopa, el café, el amor y el saber) pero sin vivir el instante, sostenerse en la paciencia de la larga espera. Pero esperar en la sombra del mundo, bajo ese sol secreto que es María.
Las máquinas alejan al hombre de Dios, porque lo desacostumbran a esperar. Dios maneja otros tiempos. Creo que Soloviev refirió que el progreso tecnológico acelerado marca la cercanía del fin de una época o el fin de los tiempos.
Un justificación del cine:
“Cuando se nos exponen con claridad, comprendemos mucho mejor los estados del alma ajena que los de la nuestra propia. La misma situación clara y fácil cuando se trata de los demás, viene a resultar oscura y complicada cuando se trata de nosotros mismos” (R. P. Mestre, “Catecismo de la vida interior”).
El cine, como la literatura, puede ser ese auxiliar que nos enfrente a nosotros mismos, escarmentando en cabeza ajena. Cuando pienso en cine pienso en Hitchcock. Cuando pienso en un espectador pienso en alguien despierto porque tiene fe.
El cine debe: mostrar la diferencia entre ser y parecer, entre lo que es y no parece, y lo que parece y no es.
Enseñar a ver el cine, ¿no es acaso un medio para enseñar a ver la vida?
Debemos ver la vida a través de la firmeza de la fe y la doctrina católica, si acaso nos llamamos católicos. Y no a través de una teoría que se propone como la panacea de la exégesis sobre el mundo moderno para a partir de allí justificar nuestros desvaríos en base al cine, siendo que tal teoría es producto de los errores insuflados por el mundo moderno. En tal caso no se trataría de ver la verdad en los films, sino de encajar éstos dentro del corsé de la respectiva teoría.
La crítica debe sacar a la luz lo que no todos pueden ver. Se trata de demostraciones evidentes y concluyentes asentadas en relaciones determinadas por y en la obra. La subjetividad debe ser dejada de lado a la salida del cine.
¿Por qué Dios crea la belleza sino para que lo alabemos? ¿Quién puede comparársele? Por eso, el mal uso de la belleza, la perversión de la belleza es un pecado atroz que arrastra a otros a caer en el pecado.
Un hombre no es hombre sino hasta que descubre que forma parte de una tradición. Porque entonces deja de mirarse a sí mismo y conoce lo que es la gratitud, la responsabilidad, y la riqueza que debe a su vez ser entregada, en esa continuidad de la que forma parte. A partir de entonces le espera un rudo combate.
Principal característica del hombre de hoy: la DESATENCIÓN.
Don Quijote es un vencido. Todo cristiano lo es.
Pero don Quijote es un vencido en la novela, luego la trasciende y sigue vivo, es eterno. La posteridad es su Cielo. Nosotros testimoniamos su triunfo final. No los miles de imbéciles que hablan a su pesar de él, sino los que formamos esa posteridad, “una superposición de minorías”, que decía Castellani.
Don Quijote vence tras la muerte, no puede vencer sin ella. “Post tenebras spero lucem”.
“Todos tenían en común el rasgo esencial de tomarse el cristianismo en serio”.
Esos amigos quiero.
La indiferencia y el olvido para con los muertos es pasmosa, abominable. ¿Cómo dejar de querer al que se quiso? ¿Acaso porque nunca se lo quiso?
Tan importante es no sentirse apenado por un maltrato como no sentirse satisfecho y envanecido por un trato amable.
Hoy nadie quiere ser convencido; sólo seducido.
Vencerse mediante una reflexión. Que alguien me obligue a pensar.
Ningún papel nos sale tan bien como el de víctima de las circunstancias.
La única brújula que puede hacernos rectificar el rumbo es la fe. Lo demás son luminosas tómbolas de bingo que ha usurpado un cine.
Desde que se ha decretado que la verdad es algo relativo, se hace imposible ponerse de acuerdo con nadie, siendo uno un reaccionario.
La verdad relativa crea el desprecio absoluto.
Dísticos democráticos:
“¡Con la democracia se come, se cura y se educa!”
Dijeron el rufián, el banquero y la puta.
“Con la democracia se come, se cura y se educa!”
Eructaron un mamarracho y una mariuca.
“¡Con la democracia se come, se cura y se educa!”
Vomitó un periodista que no piensa nunca.
La sociedad actual no educa ni instruye. Televisa.
El arma más eficaz para la eutanasia: el control remoto.
Entre el control remoto y el teléfono celular, entre el “mouse” y el gatillo del revólver, los dedos lo deciden todo. Poder de perdición. Monos que encajan cubos y aprietan botones, el hombre se empecina en hacer realidad la fantochada de Darwin, pero al revés.
Televisión: la Omnipresencia Degradante.
Hoy toda casa, toda oficina, toda estación, todo comercio, toda sala de espera, toda habitación de hospital, todo tugurio, tiene una ventana que da al inframundo: por esa ventana que es el televisor penetra el mundo que manipulan los demonios.
Por la televisión se puede viajar miles de kilómetros para ver en directo lo que pasa en el otro lado del planeta. Esa distancia es infinitamente más pequeña de aquella que el telespectador recorre para alejarse de su propia alma.
El hombre de campo tiene televisor. Ergo: ya no tiene campo.
La televisión debería llamarse en realidad “monovisión”. En todos los sentidos de la palabra “mono”.
“Dime quién te divierte y te diré quién te domina”, dijo si no me equivoco Castellani. Lo cual no se limita a la televisión, claro está. Hay imbéciles que no miran la “tele” porque se creen superiores, y después se envilecen con otros vicios más “prestigiosos”.
El diablo no es con ellos “discriminador”. Sabe cómo divertir a todo el mundo, menos a las almas que a Dios le pertenecen.
“Cuando desaparecen los santos, aparecen los afeminados” escribió Anzoátegui.
Por lo tanto, para que desaparezcan los afeminados, deben aparecer santos.
Para que haya santos, antes debe haber hombres y mujeres.
Ese es hoy nuestro deber: que los hombres sean hombres, y las mujeres sean mujeres.
Y que Dios nos dé el deseo de llegar a ser santos cuyo altar sea la cruz, única esperanza nuestra.
Al fin, todo se reduce a una palabra, que debe encarnarse en actos: caridad. Las palabras inmortales de San Pablo en la primera carta a los corintios deberían resonar en nosotros para pedir a Dios que mantenga encendida esa lámpara en nuestros corazones. Para no oscurecerla debemos negarnos a nosotros mismos. Sólo podemos hacerlo imitando a Jesucristo.
LA DEMOCRACIA Y LA MENTIRA

“Sabéis que los que figuran como Jefes de las naciones los tiranizany los grandes entre ellos abusan contra ellos de su autoridad”(San Marcos, 10, 41-42)
jueves, 22 de julio de 2010
ARTE

CRITICA

Dirección: Jacques Perrin y Jacques Cluzaud - 2010
AGUA DE VIDA
Muy valioso documental, que nos presenta los mismos reparos y objeciones ya mencionados en otra ocasión, por lo que remitimos al lector a nuestra crítica sobre “La marcha de los pingüinos”(Luc Jacques, 2005), donde mencionamos al pasar el anterior trabajo de Jacques Perrin, “Tocando el cielo” (Wimged migration), no registrado, por cierto, en una nota de “La Nación diario” sobre este film (¿acaso porque el escriba no lo conoce, o no se tomó el trabajo de investigar?).
El sorprendente y maravilloso espectáculo de la naturaleza –insuperable- debería llenarnos de admiración y gratitud hacia el Creador, por lo que films como éste deberían ser excelentes vehículos para dar gloria a Dios. Pero, ¡ay!, el hombre moderno es “evolucionista”, entonces, ¿a quién le dará gracias? ¿A “la vida”, como dice la canción zurda tan difundida? Si la evolución por sí sola tiende a crear belleza, equilibrio y sabiduría, dejemos entonces actuar a la evolución que es sabia y nos conducirá a nuestro feliz destino –deberían concluir. ¿O el hombre no es también parte integrante de la gran evolución de la vida? Pero, si descubrimos leyes en la vida natural, ¿no seremos capaces de ver las leyes que rigen la vida del hombre, desde el aspecto médico-sanitario hasta el de la moral? Si esto es así, esas leyes denotan un legislador, o sino, un azar ciego que podría cambiar las cosas mañana mismo, ¿por qué no? El naturalista sabe, porque observa el comportamiento de los animales y plantas, que esto no es así. El artículo de La Nación (Revista adn, 10 de julio de 2010) sin embargo, no se muestra muy seguro de nada, ya que celebra “la exhibición permanente de un mundo que es la obra de arte más hermosa jamás imaginada” (el resaltado es nuestro), y entonces nos preguntamos: ¿una obra de arte que se hace sola a sí misma? Luego sigue el periodista, casi casi entreviendo pascalianamente lo trascendente: “Lo que el mar declara es que la vida es consecuencia de la belleza, y que de la belleza sólo se es digno si se la aprecia con la humildad del caso. El mar es imponente; el hombre, no. Pero el hombre puede ser la más alta de las creaciones si aprende a valorar aquello que lo rodea”.
Bien dicho: “la más alta de las creaciones”, pero, ¿creación de quién? Esto puede la inmensa belleza de lo creado: hacer que un periodista de hoy, en medio de su conmoción estética, vislumbre que el hombre es una criatura, un ser creado. Y si es “creado”, entonces no es “evolucionado”. La inconsistencia típica de los periodistas hará que no llegue a sacar las conclusiones que arrima en sus premisas. Sospechamos que lo mismo ha acontecido con los realizadores del film, con una sana preocupación ecológica (y dan un mensaje explícito, demasiado, tal vez porque apuntan a que lo entiendan hasta los niños, y no nos parece mal), pero con una falta de reflexión a estas alturas alarmante. Porque si el hombre no comprende qué es el hombre, ¿cómo podrá evitar que siga destruyendo la naturaleza? Primero debe evitar que se destruya la inteligencia. Además, el hombre que depreda y mata y contamina, no puede ser detenido con consideraciones puramente “ecológicas”, sino con la sanción inequívoca de un Legislador y Autor que coloque al hombre en su verdadero lugar, porque cuando el hombre no actúa como criatura, actúa entonces como un dios, y ese es precisamente el problema de fondo.
La película aborda los océanos sin su carácter simbólico, sin su carga histórica y su sustrato mítico, lo cual sería inabordable en un solo film, pero también lo es su aspecto zoológico-ecológico, que la película, a pesar de su extensión y su variedad, deja con deseos de una mayor exploración de tan vasto repertorio. Como en la anterior obra del francés, nos regocijamos ante la contemplación de criaturas grandes y pequeñas tomadas desde lugares nunca antes entrevistos, y en un ágil ensamblaje de escenas y momentos que no necesitan de comentarios adicionales. Recordamos algunos de los animales reconocibles, como el delfín, el tiburón, tiburón martillo, tiburón ballena, atún, pez espada, pez payaso, morena, orca, beluga, ballena azul, ballena franca, dugongo, narval, morsa, oso polar, pingüino emperador, cormorán, cangrejo ermitaño, tortuga, medusa, lobo marino, calamar, pulpo, víbora de coral, manta raya, anémona, el extraño pez aguja, el más extraño anfioxo, etcétera. Curiosamente no aparecen especies muy distintivas y simbólicas como el hipocampo o la estrella de mar, pero el catálogo sería así inagotable (aunque aquí el film aparece con 20 minutos menos que su original, ¡ahí nadie se queja de la censura, por supuesto!). Las criaturas más extrañas se encuentran fuera de nuestra vista: están en las profundidades de los océanos o escondidas como los insectos entre las plantas que nos rodean. No necesitamos viajar a ningún planetoide trucho (como en “Avatar” incluidas sus “medusas-espíritus”) para colmar nuestro asombro o incitar nuestro sentido de lo simbólico.
El amante de la naturaleza y el mar puede acrecentar su deleite por la obra que Dios ha puesto allí para nosotros. Quien quiera ejercer la reflexión admirativa y elevarse por encima de lo que ha visto, también puede hacerlo. Quien quiera descansar del mundo y del cine actual, sus actores y grandilocuentes efectos especiales, debería ver esta película, lamentablemente corrida de los circuitos importantes de exhibición y arrumbada en una sola, maltrecha y defectuosa sala.
sábado, 17 de julio de 2010
DIA DEL PECADO
DIA NACIONAL DEL PECADO
“Dijo También a sus discípulos: Imposible es que no sucedan escándalos; pero ¡ay de aquel que los causa! Menos mal sería para él que le echasen al cuello una piedra de molino y le arrojasen al mar, que no que él escandalizara a uno de estos pequeños.”
San Lucas, 17, 1-3.
“Al llegar cerca de Jerusalén, poniéndose a mirar esta ciudad, derramó lágrimas sobre ella, diciendo: ¡Ah, si conocieses también tú, por lo menos en este día, lo que puede atraerte la paz! Mas ahora está todo ello oculto a tus ojos. Vendrán días sobre ti, en que tus enemigos te cercarán con vallas, te rodearán, y te estrecharán por todas partes; te arrasarán con los hijos tuyos, que tendrás encerrados dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto has desconocido el tiempo en que Dios te ha visitado”.
San Lucas 19, 41-44.
“Velad, pues, orando en todo tiempo, a fin de que merezcáis evitar todos estos males venideros, y comparecer ante el Hijo del hombre”.
San Lucas 21, 36.
“Si el pecador se limitase con su pecado a arrojar a Cristo de sí, podríamos tal vez consentirle marchar. Pero, es que –en fase aterradora de San Pablo- el pecador toma a Cristo en sus manos y vuelve a crucificarle, haciendo burla de El (Hebreos VI, 5); y esto en manera alguna podemos consentirlo”.
John Henry Newman
“Si no hacéis penitencia, todos igualmente pereceréis”.
San Lucas 13, 3-5
“Cuando el Señor castiga a un pueblo, el castigo empieza por los sacerdotes, por ser ellos la primera causa de los pecados del pueblo, ya por su mal ejemplo, ya por la negligencia en cultivar la viña encomendada a sus desvelos”
San Alfonso María de Ligorio
“Me iré, y me retiraré a mi lugar
hasta que ellos reconozcan su culpa
y busquen mi rostro”.
Oseas 5, 15
“Reflexionad sobre vosotros mismos
y arrepentíos, oh nación sin pudor,
antes que se ejecute el decreto,
y el día pase como tamo;
antes que os sobrevenga
la ira ardiente de Dios,
y antes que caiga sobre vosotros
el día de la ira de Dios”.
Sofonías 2, 1.
“Es evidente que las leyes mortíferas que los enemigos de Dios y de la Iglesia pujan por imponer en todas las sociedades no quedarán sin consecuencias. El aborto, la homosexualidad y todo cuanto va contra la ley natural son crímenes que, como nos enseña el catecismo, piden la venganza del cielo y de Dios porque el autor de la ley natural es Dios mismo. Las sociedades que quieren vivir bajo tales leyes se atraen la ira de Dios y no verán la paz social y la prosperidad en tanto y en cuanto esas leyes no sean abrogadas. Hasta que eso no suceda, es imposible que acontezca toda restauración social y política. Esos países harían mejor si temiesen la cólera divina, por lo mismo que ese tipo de leyes llevan en sí mismas el sello de la rebelión contra Dios, que porque es Padre, no puede dejar impune tales delitos.
En consecuencia, debemos considerar bajo el signo de la probabilidad que puede no ser casual que mientras la anterior presidente de Chile, la Señora Bachelet, firmaba un decreto ampliando la utilización de la “píldora del día después”, un terrible movimiento sísmico sacudió la ciudad de...Concepción.
¿Cómo explicar, además, que la República Dominicana, que el año anterior había sido consagrada por los obispos del país al Inmaculado Corazón de María, quedara indemne del terremoto que asoló Haití, país contiguo a ella, y que se llevó a la tumba a trescientas mil personas? La religión oficial de Haití es el vudú...Los siniestros efectos del sismo se detuvieron en la frontera entre los dos países...¿Será una casualidad? Yo no lo creo.
(...) Con fe y confianza hagamos subir nuestra súplica a la presencia de Dios, adornándola de nuestras penitencias para que salve nuestras patrias, las preserve y suscite en ella una élite política y religiosa realmente católica, provista del coraje de defender los derechos de Dios sobre la tierra y deseosa de trabajar por la restauración del reino de Cristo Rey, que es el único que puede conducirnos a la práctica de la virtud, y dar la paz y la prosperidad a nuestras sociedades agonizantes.”
(Editorial Revista Iesus Christus Nº 128, R. P. Christian Bouchacourt, F.S.S.P.X.)
ACTUALIDAD
Vosotros, los que aspiráis a sojuzgar a las gentes, a dominar en las naciones y a ejercer un imperio sobre la raza humana, no os anunciéis como depositarios de verdades clarísimas y evidentes; y sobre todo no declaréis vuestras pruebas, si las tenéis, porque jamás el mundo os reconocerá por señores; antes se rebelará contra el yugo brutal de vuestra evidencia. Anunciad, por el contrario, que poseéis un argumento que echa por tierra una verdad matemática; que vais a demostrar que dos y dos no hacen cuatro, sino cinco; que Dios no existe o que el hombre es Dios; que el mundo ha sido esclavo hasta ahora de vergonzosas supersticiones; que la sabiduría de los siglos no es otra cosa sino pura ignorancia; que toda revelación es una impostura; que todo gobierno es tiranía y toda obediencia servidumbre; que lo hermoso es feo, que lo feo es hermosísimo; que el bien es mal y que el mal es bien; que el diablo es Dios y que Dios es el diablo; que fuera de este mundo no hay infierno ni paraíso; que el mundo que habitamos es un infierno presente y un paraíso futuro; que la libertad, la igualdad y la fraternidad son dogmas incompatibles con la superstición cristiana; que el robo es un derecho imprescriptible y que la propiedad es un robo; que no hay orden sino en la anarquía ni hay anarquía sin orden, y estad ciertos de que, con este solo anuncio, el mundo, maravillado de vuestra sabiduría y fascinado por vuestra ciencia, pondrá a vuestras palabras un oído atento y reverente. Si al buen sentido de que habéis dado larga muestra, anunciando la demostración de todas estas cosas, añadís después el buen sentido de no demostrarlas de ninguna manera; o si, como única demostración de vuestras blasfemias y vuestras afirmaciones, dais vuestras blasfemias y vuestras afirmaciones mismas, entonces el género humano os pondrá sobre los cuernos de la luna; sobre todo si ponéis un cuidado exquisito en llamar la atención de las gentes hacia vuestra buena fe, llevada hasta el punto de presentaros desnudos como estáis, sin haber acudido a las vanas supercherías de vanas razones, de vanos antecedentes históricos y de vanos milagros, dando así un público testimonio de vuestra fe en el triunfo de la verdad por sí sola; y si, por último, revolviendo a todas partes vuestros ojos, preguntáis dónde están y qué se hicieron vuestros enemigos, entonces el mundo, extático, atónito, proclamará a una voz vuestra magnanimidad, y vuestra grandeza, y vuestra victoria, y os apellidará píos, felices triunfadores.
Yo no sé si hay algo debajo del sol más vil y despreciable que el género humano fuera de las vías católicas.
En la escala de su degradación y de su vileza, las muchedumbres, engañadas por los sofistas y oprimidas por los tiranos, son las más degradadas y las más viles; los sofistas vienen después, y los tiranos, que tienden su látigo sangriento sobre los unos, sobre las otras, son, si bien se mira, los menos viles, los menos degradados y los menos despreciables. Los primeros idólatras salen apenas de la mano de Dios, cuando dan consigo en la de los tiranos babilónicos. El paganismo antiguo va rodando de abismo en abismo, de sofista en sofista y de tirano en tirano, hasta caer en la mano de Calígula, monstruo horrendo y afrentoso, con formas humanas con ardores insensatos y con apetitos bestiales. El moderno comienza por adorarse a sí propio en una prostituta, para derribarse a los pies de Marat, el tirano cínico y sangriento, y a los pies de Robespierre, encarnación suprema de la vanidad humana con sus instintos inexorables y feroces. El novísimo va a caer en un abismo más hondo y más oscuro; y tal vez se remueve ya en el cieno de las cloacas sociales el que ha de ajustar a su cerviz el yugo de sus impúdicas y feroces insolencias.”
DONOSO CORTES - “Ensayo sobre el Catolicismo, el Liberalismo y el Socialismo”, 1851.
DEMOCRACIA
“Le basta al gobernante actual proclamarse de izquierda para que todo le sea permitido y todo le sea perdonado”.
“El sentimentalismo, la benevolencia, la filantropía, son las incubadoras de las grandes matanzas democráticas”.
“El socialismo se vale de la codicia y de la miseria; el capitalismo se vale de la codicia y de los vicios”.
“El cristiano vive pidiendo perdón, el socialista que lo premien”.
“Errar es humano, mentir democrático”.
“Democracia liberal es el régimen donde la democracia envilece a la libertad antes de estrangularla”.
“El demócrata defiende sus convicciones declarando obsoleto a quien lo impugna”.
“El político demócrata no adopta las ideas en que cree, sino las que cree que ganan”.
“Cuando a un demócrata se le gangrena un dedo, sólo se le ocurre reclamar una ley que ordene la cercenadura de todas las manos”.
“La democracia es una religión antropoteísta. Su principio es una opción de carácter religioso, un acto por el cual el hombre asume al hombre como Dios”.
“La dignidad del hombre no está en su libertad, está en la clase de restricciones a su voluntad que libremente acepte”.
“Cada nueva conquista del hombre es la nueva plaga que castiga su soberbia”.
“Para esclavizar al individuo no hay mejor pretexto que la “dignidad del hombre””.
“Proclamarnos autónomos es no querer más amos que el vientre y el sexo”.
“Quien se libera de todo lo que oprime, descubre pronto que se liberó también de lo que lo ampara”.
“Cuando baja la marea religiosa, la hediondez de las almas se difunde”.
“Si la Iglesia se convierte en un partido político, las puertas del infierno vomitarán cuantos electores necesiten para prevalecer contra ella”.
“Las religiones languidecen cuando las rogativas cesan”.
“La única precaución es rezar a tiempo”.
NOTA - LA SABIDURIA DE UN POBRE
LA SABIDURÍA DE UN POBRE

El diario “La Nación”, tan equilibrado y serio él, acaso al parecer crítico del llamado por los medios “matrimonio gay”, para nosotros la coyunda inmoral de degenerados que quieren se destruya el verdadero y único matrimonio, que es obra de Dios, “La Nación diario”, decíamos, publicó el domingo 11 de julio una encuesta bajo el falaz título “La sociedad, frente al matrimonio gay”, donde presenta breves testimonios acompañados casi todos de fotografías de quienes “La Nación diario” considera “personalidades de diferentes ámbitos” que serían “representativos” de la sociedad. Es decir, de la sociedad que quiere “La Nación diario”, porque además de no representar a la sociedad en su conjunto –menos que menos a la del interior, de las provincias mayoritariamente en contra de esta iniciativa-, por un breve margen la sociedad que escoge el matutino se inclinaría por la aprobación del “matrimonio gay” o putimonio.
De las 50 opiniones recogidas, 27 están a favor, 22 en contra y una indecisa. Claro que entre los que apoyan la degeneración se encuentran tan representativos personajes como el escritor pornógrafo Andahazi, el psicoanalista Rascovsky, el “filósofo” Rozitchner, el sexólogo Kusnetzoff, el “historiador” liberal Romero, la “artista” Minujin, el sindicalista-empresario Moyano y el rabino Goldman, además del norteamericanizado basquetbolista Ginóbili (que renunció a jugar con el seccionado argentino el Mundial de Básquet), la actriz Norma Aleandro (la de la oscarizada “La historia oficial”) y la “actriz” uruguaya Oreiro (que ahora presenta una película anticristiana hecha en la otra orilla, como si no tuviéramos suficientes con las que hay acá), más un “músico” hijo de un rockero que esgrime el infaltable lugar común de la izquierda: “La gente que está en contra del matrimonio gay es fascista e ignorante (sic). Me indigna ver gente tan joven y tan retrógrada (sic)”.
En fin, de gente descerebrada no podía esperarse otra cosa. No es infrecuente que se la consulte acerca de todo, siendo que no deberían opinar acerca de nada.
Ahora bien, de entre los testimonios en contra del proyecto de ley, pocos pueden destacarse, aunque algunos tengan sentido común, porque se dan razones adventicias o del orden judicial y aún se justifica un rechazo pero se aclara que sí se está de acuerdo con la unión civil de los sodomitas. En todo caso, tras contestar cuatro empresarios, un médico, un periodista, un camarista federal, un defensor de menores, una estudiante, una secretaria, una cirujana plática, dos constitucionalistas, una dirigente, una empleada bancaria, una abogada, un filósofo, un dirigente evangélico, un rugbier, una ama de casa y un cartonero, descubrimos que el mejor testimonio lo da este último, porque, más allá de que el Presidente del Centro Islámico dijo que se opone porque su religión no lo acepta, el cartonero ha sido el único, repetimos, el único, que ha mostrado una convicción religiosa aludiendo a Dios en su respuesta, no por sencilla menos elocuente: “Estoy en contra. Para algo Dios creó al hombre y a la mujer y el matrimonio. ¿Qué va a pasar con esos chiquitos si los adoptan padres gays?”.
Luego de este testimonio, el más sensato nos parece el de un ama de casa que dice: “No estoy de acuerdo con que se casen ni que adopten. Me parece antinatural. Tampoco que en la TV se pasen tantas escenas de relaciones homosexuales”. También se puede destacar a una estudiante que contestó: “No me imagino tener que explicar a un chico por qué tiene dos papás o dos mamás, en lugar de lo fisiológicamente normal, de una madre o de un padre”.
Comprobamos con la encuesta de qué forma los que gozan de prestigio mundano, de títulos y cargos, de honores y publicidad, de renombre y buena posición, se encuentran –en general- más lejos de la verdad que los simples que aún no han sido narcotizados con el veneno ideológico vertido por institutos, universidades y medios de comunicación, verdaderas estructuras de pecado. ¡Oh, bendita pobreza, si nos impide convertirnos en imbéciles redomados!
Allá los sabihondos con su ciencia; Dios sigue dando a los pequeños la sabiduría.
NOTA - DIOS Y EL "MATRIMONIO" ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO
Dios y el “matrimonio” entre
personas del mismo sexo
Fundación Argentina del Mañana
Nos referíamos en el número anterior de “Cruzada” a la necesidad de fundamentar en la doctrina católica y
Hoy ofrecemos a nuestros lectores algunas consideraciones –verdades olvidadas o sistemáticamente omitidas– respecto a lo que representa, a los ojos de Dios, el denominado “matrimonio” entre personas del mismo sexo.
Acudimos para ello a dos fuentes: las Sagradas Escrituras y los comentarios de los Padres de
La amenaza divina se concretó. “Entonces el Señor llovió del cielo sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego por virtud del Señor, y arrasó estas ciudades” (Gen. 19, 24-25). Las ciudades castigadas aún están sumergidas al sur del Mar Muerto, que lleva ese nombre porque en él no hay señal de vida. Aún hoy se conoce como sodomía al pecado contra la naturaleza, precisamente en recuerdo del castigo bíblico a Sodoma.
No poseerán el Reino de Dios
Hay quienes sustentan que la misericordia de Veamos lo que afirma San Pablo: “Por eso los entregó Dios a pasiones infames, pues que sus mismas mujeres invirtieron el uso natural en el que es contrario a la naturaleza. Del mismo modo también los varones, desechando el uso natural de la mujer, se abrasaron en amores brutales de unos contra otros, cometiendo torpezas nefandas varones con varones, y recibiendo en sí mismos la paga merecida de su obcecación.” (Rom. I, 26-27) El Apóstol va más lejos y a esos pecadores amenaza con la muerte eterna: “No queráis engañaros: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, (...) han de poseer el Reino de Dios.” (Cor. I, 6, 9-10)San Pedro y San Judas Tadeo condenan la sodomía. El mismo Príncipe de los Apóstoles, San Pedro, afirma que Dios condenó las ciudades de Sodoma y Gomorra a una ruina total, reduciéndolas a cenizas, para servir de ejemplo a aquellos que vivieran con impiedad (Cfr. Pedr. II, 2, 6-9). San Judas Tadeo, a su vez, afirma: “Así también Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, siendo reas de los mismos excesos de impureza y entregadas al pecado nefando, vinieron a servir de escarmiento, sufriendo la pena del fuego eterno.” (Judas 7)
Duras palabras de San Agustín y Santo Tomás de Aquino
La tradición multisecular de Por ejemplo, el gran Doctor de Santo Tomás de Aquino coloca la práctica de la homosexualidad en el nivel de pecados torpes –como el del canibalismo– por constituir, como todo ellos, un atentado contra la misma naturaleza. En pleno siglo XX, el Papa San Pío X, enseña en su Catecismo que la homosexualidad, por su carácter antinatural, está entre los pecados que provocan la ira de Dios y claman venganza al cielo. * * * No tenemos espacio para citar otros testimonios más recientes de la enérgica reprobación de |
UNA LECCION DE SHAKESPEARE

En Macbeth aprendemos la gran equivocación que comete un hombre cuando supone que un acto malo le abrirá camino y le conducirá al éxito. Las personas estamos diseñadas para llevar a cabo una conducta coherente entre lo que pensamos y lo que hacemos, y esa deseable coherencia nos obliga a pagar un elevado precio por las incoherencias de nuestros actos. Un precio en forma de sufrimiento moral o psicológico. Cuando Macbeth se da cuenta de que no hay ningún obstáculo entre él y la corona de Escocia, salvo el cuerpo durmiente de Duncan, piensa que si realiza un solo acto inmoral podrá ser feliz para toda la vida. Pero el efecto del crimen fue desconcertante e insoportable: un solo acto contra la moral introdujo a Macbeth en un ambiente mucho más sofocante que el de la ley moral. Su tragedia nos enseña que nadie debe cometer una inmoralidad con la esperanza de salir beneficiado. Al prescindir de la moral y la conciencia, Macbeth no es más libre: al contrario, se siente atrapado en un cerco que cada vez se estrecha más. Con su asesinato ha destrozado una barrera, pero al saltarla ha caído en una trampa, y cuanto más extiende su inmoralidad, más se hunde en la trampa. Al final de su vida, Macbeth no es simplemente una bestia salvaje, es una bestia acorralada”.
Gilbert K. Chesterton – “Los Macbeth”, cit. en “La mujer y la familia”, Ed. Styria, 2006.