APOCALYPTO:UNA DIGNA Y PODEROSA
CONTINUADORA DE
Por Mons. Richard Williamson
Tomado de Credidimus Caritati Nº 71, Otoño 2007.
Hay una película horrible que desearía que todos ustedes la vieran: se trata de “Apocalypto”, de Mel Gibson, que acaba de estrenarse.
Pero ¿cómo podría yo desear que ustedes vean una película horrible? Simplemente porque el horror que esta película muestra es verdadero, porque este horror nos amenaza, y porque la película recuerda a todos los católicos que nosotros tenemos la solución, siendo el horror mismo el que nos recuerda que esta solución es indispensable.
La película se sitúa en México en la época inmediatamente anterior a la llegada de los españoles, en el imperio maya. En la primera parte, vemos cómo los guerreros del imperio daban caza a los hombres de las poblaciones de la jungla maya, con el fin de vender a las mujeres como esclavas, y de sacrificar a los hombres como víctimas vivas según los ritos de la religión de los mayas, en la cumbre de esas pirámides tan admiradas hoy en día por los turistas en esas mismas junglas.
La brutalidad de esta caza de seres humanos y la manera en que eran conducidos en cautividad para ser convertidos en esclavos o en víctimas sacrificiales de la religión pre-cristiana de los mayas, está muy bien presentada. Antes de realizar la película, Mel Gibson realizó serias investigaciones históricas, y dado que sabemos que hubo en esos pueblos pre-cristianos decenas de miles de sacrificios humanos, resulta difícil poner en duda la veracidad histórica de la muestra cinematográfica de esta brutalidad en “Apocalypto”.
La primera parte de la película nos muestra la cumbre del horror en la cumbre de la pirámide maya religiosa: es el mismo sacrificio humano. Delante de una gran multitud ubicada al pie de la pirámide, y rodeado arriba por la familia real y algunos Sumos Sacerdotes con máscaras verdaderamente diabólicas, el canciller del imperio, al mismo tiempo que arenga a la multitud, clava un puñal de piedra en el pecho de las víctimas para arrancarles el corazón aún palpitante y mostrarlo en forma triunfal a la multitud que aúlla de alegría ¡Reconocemos con tristeza que la realidad histórica había sido esta y no otra! Fueron los españoles quienes pusieron fin a estos sacrificios humanos.
Pero, se podría objetar: ¿Cómo puede amenazarnos semejante horror hoy en nuestro mundo moderno universalmente “civilizado”? La razón estriba en que los enemigos de Dios hacen actualmente todo lo que está en su poder para eliminar de la “civilización” global hasta los últimos vestigios de Nuestro Señor Jesucristo, y la apostasía de las naciones hace que este poder aumente cada día más. ¿Acaso no se honran, incluso reconstruyen, los monumentos de esas religiones de los sacrificios humanos? Pero ¿no están destinados solamente a los turistas? Sin embargo ¿no se ve en América Latina el deseo de resucitar las religiones como tales? ¿Cuándo volveremos a tener los sacrificios humanos? Será un espectáculo ¡para turistas, por supuesto!
No obstante, para ver “Apocalypto”, tuvimos que ver durante algunos minutos, en el cine, unos avances de películas. ¡Qué violencia! ¡Qué agitación! Era una seguidilla de imágenes que estallaban, explotaban, una tras otra, acompañadas de ruidos violentos, ensordecedores. Y todo el conjunto estaba tan vacío de sentido que uno podía prever: he aquí un vacío en las mentes y en los corazones que el diablo pronto se encargará de llenar y uno se pregunta: ¿Llenarlo de qué? ¿No será por una violencia llena de un sentido diabólico? Y el sentido a donde lleva a la gente actualmente ¿no es, acaso, hacia los supremos sacrificios satánicos? ¡Sacrificios humanos! Éstos, ciertamente, ya se realizan en privado. Así, pues, al ver la rapidez de la corrupción actual, ¿cuánto tiempo será necesario para que estos sacrificios sean realizados en público?
Pero nosotros, católicos, tenemos la solución, y “Apocalypto” nos la recuerda. La segunda parte de la película muestra una persecución policíaca hollywoodesca, solo que sin automóviles, en la que el héroe es perseguido a través de la jungla por la misma banda de guerreros. La caza llega a su fin a la orilla del mar, en donde se ven acercarse a la playa misioneros y soldados españoles provenientes de naves ancladas a cierta distancia. A este respecto nos viene a la mente la historia de las Américas: con la llegada de estos conquistadores todo ha cambiado de aspecto, gracias a la religión católica, gracias a Nuestro Señor y a Nuestra Señora, gracias al verdadero Sacrificio de
¡No hay, pues, nada más políticamente incorrecto que “Apocalypto”! Como película de Mel Gibson parece una digna y poderosa continuadora de “
¿Acaso usted, querido lector? Entonces, se lo ruego, ¡no siga llegando tarde al Santo Sacrificio de
Impartiéndoles mi bendición y con la promesa de nuestras oraciones, los saludo en Cristo y María.
Apocalypto, Otro cachetazo de Mel Gibson. por Carlos Pérez Agüero.
Apocalypto. La buena nueva. Por Flavio Mateos.