“Es, por tanto, una de las necesidades de nuestro tiempo vigilar y trabajar con todo esfuerzo para que el cinematógrafo no siga siendo escuela de corrupción, sino que se transforme en un precioso instrumento de educación y de elevación de la humanidad”

S.S. Pío XI



“Que el cine sea ordenado a la gloria de Dios y a la salvación de las almas, y sirva eficazmente para la extensión del Reino de Cristo sobre la Tierra”.

S. S. Pío XII

martes, 28 de julio de 2009

CRITICA



LA MARCHA DE LOS PINGÜINOS
Director: Luc Jacques – 2005


LA MIRADA A MEDIAS


Decía Alfred Hitchcock: “Hay una gran diferencia entre la creación de un film y la de un documental. En un documental, Dios es el director, el que ha creado el material de base. En el film de acción, es el director quien es un dios, quien debe crear la vida”.
Si los responsables de este documental hubieran tenido el sentido común que manifestaba Hitchcock (y no por ser Hitchcock, sino por ser católico), esta película sería casi perfecta. Porque la belleza que las cámaras lograron captar en el territorio antártico, los momentos descubiertos en la vida de una remota y “simpática” ave, el pingüino emperador, el dejarse estar sin apuro de las cámaras para simplemente transmitirnos una parte de la inconmensurable belleza con que los paisajes y los animales, la luz y el color, combinados con la música acertada, nos cautivan, todo contribuye –todo lo que está allí mas la atenta mirada humana- para, admirados, manifestar la gratitud ante la creación de Dios.
Pero esto no llega a ser así.
No puedo dejar de recordar la intervención de Dios en el Libro de Job, con estas palabras:

“¿Quién abre regueras al aguacero,
y camino a la nube tronadora,
para hacer llover
sobre un país inhabitado,
sobre el yermo, donde no vive el hombre,
para hartar tierras desiertas y vacías,
y hacer brotar un poco de hierba?”
(Job, XXXVIII, 25-27)

La admiración que produce en el espectador la larga serie de pormenores en la vida de estos pingüinos no puede deberse a –no puede ser causado por- estos animales, ya que todo lo que hacen obedece a su instinto. Todo lo que nos maravilla allí, todo lo que durante miles de años ha funcionado, todo ese equilibrio que parece imposible entre elementos tan complejos para que una especie animal sobreviva en un remoto lugar donde nadie ha de verla, no puede ser atribuido necia o ingenuamente a la casualidad. La admiración debe tornarse reflexiva, comprensiva, agradecida. “Alabar la creación en tanto acto de creación”, escribió alguien. Detrás del orden hay un Ordenador.
Ahora bien, hay un sospechoso punto en común que lleva a los responsables de este bello film a “humanizar” a los pingüinos y, valiéndose de su tan particular y graciosa figura, casi a asimilarlos con caricaturas o dibujos animados. ¿Por qué se humaniza a los pingüinos? ¿Por qué se habla de “el amor” o de “almas inquebrantables” para referirse a unos pájaros? (tenemos en cuenta que nosotros hemos visto la mejor versión de este film, la norteamericana, donde sólo una voz en off lo comenta; en Francia varias voces pretenden representar a los distintos pingüinos, con un resultado –sospechamos- bochornoso). Se humaniza a los pingüinos porque, tratándose de un film comercial, se pretende mantener al público interesado, y, sin una visión teológica de las criaturas, sólo cabe la más estrecha y exacta mirada científica –no apta para multitudes-, o la búsqueda de lo “emotivo”. Pero esto último tiende –elevando al animal con sus “almas inquebrantables”- a reducir al hombre. Así el animal ya no habría sido hecho para el hombre –aún para ese hombre que un día iba a descubrirlo con sus cámaras de cine-, sino que, ambas especies independientes una de otra, cada una viviría –sin ningún grado de misterio detrás- su larga vida sin continuidad alguna sino tan sólo en cuanto especie animal. Pero además, lo que la cámara hace para nosotros, captando la fascinante intimidad de estas criaturas, es una especie de “domesticación” en el ámbito mismo del animal y no en el del hombre. Por lo tanto, la distancia entre los animales y los hombres es aún mayor (el hombre es un huésped o visitante del animal), desdibujando en cierta manera lo que el hombre es y su relación con los animales.
Como escribió C. S. Lewis: “El hombre sólo puede ser entendido en su relación con Dios. Las bestias han de ser entendidas únicamente en su relación con el hombre y, a través de él, con Dios.” (El dolor animal, en “El problema del dolor”).

P. S.: Lo mismo que decimos sobre esta película puede afirmarse con respecto a otros dos excelentes documentales, “Wimged migration” y “Microcosmos”, donde se nos desvela la belleza de las criaturas, pero sin el atisbo de un Creador de tanta armonía, gozoso orden que nos convoca a descubrirlo y, en el amor a él, el amor a nuestro Creador. El ver las cosas desde un punto de vista no habitual puede llevarnos a comprender que mientras no se pierda del todo la capacidad de maravillarse de las cosas, aún no está todo perdido. Pero esto supone también que no se haya abdicado del todo del pensar, esa actividad de la que este mundo moderno y progresista quiere eximirnos porque es él mismo quien nos lo procura, dispendioso como es de diversiones y fruslerías que camuflan un pensamiento ya digerido y “listo para usar”.