“Es, por tanto, una de las necesidades de nuestro tiempo vigilar y trabajar con todo esfuerzo para que el cinematógrafo no siga siendo escuela de corrupción, sino que se transforme en un precioso instrumento de educación y de elevación de la humanidad”

S.S. Pío XI



“Que el cine sea ordenado a la gloria de Dios y a la salvación de las almas, y sirva eficazmente para la extensión del Reino de Cristo sobre la Tierra”.

S. S. Pío XII

domingo, 5 de agosto de 2012

EXTRAS - DE LA VIEJA CRITICA

Los críticos cinematográficos y el público

 
Por O. Micheli
Revista Reflector Nº 43, Setiembre 1959.

De un tiempo a esta parte se nota en nuestro país una considerable corriente de opinión pública que trata de desentrañar el fenómeno cinematográfico.

Muchos son los que ven al cine como algo más que un simple entretenimiento y tienen la inquietud de estudiar la materia para compenetrarse del verdadero sentido del que ha dado en ser llamado séptimo arte.

La crítica y la bibliografía especializadas en ediciones nacionales o extranjeras, la proliferación de cine-clubes y cine-debates, la organización de conferencias, mesas redondas y aún de escuelas de cine, están logrando, sobre todo entre los jóvenes, esta promoción de espectadores cultos o preparados.

Estos pueden juzgar a un film, no solamente en base a sus estrellas o a su argumento, como lo hacen el resto de los espectadores. Ya saben que el verdadero creador responsable de una película es el director; muchas veces conocen al autor del argumento y están informados sobre si se trata de un tema escrito especialmente para ser filmado o si es una adaptación de una novela o pieza teatral; están en condiciones de apreciar la riqueza de la fotografía, la excelencia de un ángulo de toma, el papel de la música o de la banda sonora.

Al ir a elegir un programa, no lo hacen a tontas y a locas, acuciados solamente por la presencia en el reparto de la estrella o el actor favorito. Juegan un papel preponderante en la elección los factores ya analizados.

Saben distinguir la obra de arte del producto comercial. Y cuanto mayor sea el criterio selectivo en ellos desarrollado, menores serán las probabilidades de que salgan defraudados de una función. En una palabra: no caminan a ciegas, sino que saben lo que quieren y a donde van.

Todos pueden, si quieren, lograr especializarse. Quien esto escribe también ha pasado por esas etapas de formación cinematográfica.

A pesar de lo dicho, estamos en condiciones de asegurar que todas esas personas pasibles de asimilar una educación para ir al cine, constituyen una minoría. Grandes masas de público confiesan con toda soltura que a ellos “nadie tiene nada que enseñarles”, y se niegan a ser encauzados.

Estos “sabelotodo” desconocen por completo a la crítica seria, pero se dejan llevar, en cambio, por las opiniones de revistas y audiciones radiales que tienen gran resonancia popular y poco o ningún propósito formativo.

¿Los resultados? Argentina es uno de los países del mundo que menor importancia confiere a la cultura cinematográfica.

Este mal estado de las cosas no es de reciente data y no es precisamente el público del todo culpable. Se origina en los tiempos en que en nuestras publicaciones, hacer una crónica de cine equivalía a contar el argumento (misión al alcance de cualquier espectador), mencionar los nombres de los artistas y del director.

Estos malos periodistas (sería mejor decir falsos) que no cumplen con su misión específica, existieron y en la actualidad, ellos o sus continuadores, continúan ejerciendo su nefasta tarea.

En infinidad de casos, una película elogiada con entusiasmo por la crítica, es menospreciada por el público y viceversa. Como ejemplos recientes de lo afirmado en primer término están entre otras, “Cómicos”, “Sombras del mal” o “El Desertor”. “Mujeres peligrosas” y “Las piernas de Dolores” configuran el caso contrario. Son películas de ningún valor y sin embargo, las plateas de Buenos Aires las han convertido en los éxitos del año.

Sólo en casos aislados (“La Strada”, “El puente sobre el río Kwai”) se da una total correspondencia entre especialistas y profanos.

Aunque muchas veces podamos desalentarnos ante los sucesivos esfuerzos fallidos en pro de la educación del espectador, no dejan de ser aliciente las múltiples “conversiones” al buen cine, que a diario se producen.

La tarea es ardua, lenta y paciente pero a la larga da excelentes resultados. Es por eso que seguimos en la brecha, pese a los que piensan que los críticos no tienen finalidad alguna.