“Es, por tanto, una de las necesidades de nuestro tiempo vigilar y trabajar con todo esfuerzo para que el cinematógrafo no siga siendo escuela de corrupción, sino que se transforme en un precioso instrumento de educación y de elevación de la humanidad”

S.S. Pío XI



“Que el cine sea ordenado a la gloria de Dios y a la salvación de las almas, y sirva eficazmente para la extensión del Reino de Cristo sobre la Tierra”.

S. S. Pío XII

martes, 15 de marzo de 2011

NOTA - ALFRED HITCHCOCK Y LA IRRITACIÓN DE LOS PROGRESISTAS II


HITCHCOCK Y LA IRRITACIÓN DE LOS PROGRESISTAS, parte II


No es nuevo el desprecio con que los progresistas suelen referirse a Alfred Hitchcock. Ya hemos analizado aquí :www.videotecareduco.blogspot.com/2009/09/nota_17.html un aspecto de ese desdén no exento de envidia y, sobre todo, reproche por no mostrarse complaciente con el contenidismo o el “intelectualismo” mensajero que los progres pretenden imponerle al cine. La misma figura de Hitchcock les repele porque ven en él encarnada la idea del orden, la jerarquía, la construcción deliberada y el control imaginativo. Ya cuando en 1957 Rohmer y Chabrol publicaron su libro, fueron vituperados por aquellos que acusaban a Hitchcock de hacer un “cine aburrido” (sic), o pasatista, o de arrastrar a la juventud hacia una “cultura neonazi” (sic). Claro: los críticos franceses que defendían a Hitchcock hablaban de metafísica, culpa, pecado, moral y otras cuestiones nada simpáticas para los progres, que vinculan de inmediato todo ello a “represión medieval”, “jesuitismo”, etcétera. En fin, toda clase de gansadas –muchas veces a favor- se han dicho, pero creemos que ninguna tan torpe e idiota como la que sale a decir ahora la más “prestigiosa” actriz argentina, Norma Aleandro.

La oscarizada y progresista actriz afirma en una entrevista (“La profesión más vieja no es la prostitución...”, Diario Perfil, sábado 12 de marzo de 2011) que “Hitchcock no sabía dirigir a actores”. Y agrega: “Pero en otra época me hubiera gustado ser actriz en Inglaterra”.

No bastaba con tener que aguantar, en este pobre país, las sandeces que lanza enfáticamente al aire Cristina viuda de Kirchner, para ahora tener que soportar tamaña insolencia de esta sinvergüenza (Castellani llamaba a las actrices de peor manera, equiparando a la actuación con la “profesión más vieja del mundo”, con las excepciones del caso, desde luego, aunque es difícil encontrarlas en la Argentina, visto el retrato veraz que hace el último lamentable Cóppola). ¡Y esto dicho por parte de una actriz que en Inglaterra no hubiese actuado ni de mucama, con perdón de las mucamas! Pero ocurre que los actores (de cualquier género que sea) portan en su propia condición un ego gigantesco, al cual nunca Hitchcock se prestó a “masajear” o secundar. En el cine el protagonismo le corresponde al director, autor de la obra con el cual colabora todo el resto, cosa que sólo los actores muy inteligentes son capaces de entender. Por supuesto que por una simple cuestión de cholulismo, los actores argentinos son capaces de hacer el último papel para cuanto director extranjero arribe a estas tierras. Pero, tratándose de un prócer del cine, nada asimilable a las corrientes del adormecedor e “intelectual” cine europeo, cualquier gansada puede expulsarse por la boca.

Preferimos dejar al lector con los testimonios de algunos grandes actores del cine que tuvieron la oportunidad de trabajar con el maestro del cine:


Joan Fontaine (“Rebecca”, “Suspicion”):

“Hitchcock tenía un gran sentido visual, y sabía actuar. Se ha dicho que no era un buen director de actores, aunque yo aprendí mucho de él”.


Laurence Olivier (“Rebecca”):

“Por lo que a Hitchcock se refiere, la experiencia fue muy deleitable. No recuerdo que me diera muchas pautas. Tan solo cosas sencillas, como “no farfulle”. Y no le faltaba razón”.


Ingrid Bergman (“Notorious”, “Spellbound”, “Under Capricorn”):

“Era un director fantástico, tan comprensivo. Había actores que decían que no era un buen director de actores, pero se equivocaban”.


John Gielgud (“El agente secreto”):

“Disfruté mucho trabajando con Hitchcock. Era un tipo muy bromista. Hoy por hoy, adoro la película, y me considero un privilegiado por haber tenido la oportunidad de aparecer en ella”.


Henry Fonda (“El hombre equivocado”).

“Hitchcock tenía un toque sutil. No decía gran cosa, pero yo sentía el papel, y la expresión de sus ojos me indicaba que estaba satisfecho con mi trabajo. Huelga decir que como director sabía perfectamente lo que quería.”


“Alfred Hitchcock siempre se comportaba como un perfecto caballero. Me habría encantado hacer alguna película más con él, haberle conocido mejor, pero nuestros caminos no volvieron a cruzarse”.


Janet Leigh (“Psicosis”):

“Era gratificante y nos entendíamos bien. Sabía que él apreciaba nuestro trabajo y nosotros éramos conscientes de lo que él hacía. Conocíamos las reglas. Nos ateníamos a ellas sin discutirlas, porque tenían sentido”.


Joseph Cotten (“La sobra de una duda”):

“No había ningún otro director con el que fuera tan fácil trabajar".


Teresa Wright (“La sombra de una duda”):

“Veía completamente el film en su mente antes de que empezáramos...era como si tuviera una pequeña sala de proyecciones en su cabeza. Cuando me contó por primera vez la historia fue en su oficina, en junio de 1942, pero hubiéramos podido estar sentados en un cine viendo la película terminada. De modo que durante el rodaje nos hizo sentir a todos muy relajados. Su dirección nunca llegaba a través de instrucciones. Sentíamos que podíamos confiar en él, y él nos guiaba proporcionándonos una sensación de libertad. Estaba muy tranquilo, como si simplemente estuviéramos contribuyendo a algo que el había visto ya completamente terminado. Nadie planea un film tan completamente como él lo hacía, y nadie lo veía tan claramente como él desde un principio. Otros directores normalmente dejan que las cosas vayan desarrollándose a medida que ruedan, pero con él todo podía ser mas sereno, y podíamos disfrutarlo incluso.”

“Utilizaba el sonido como ninguna otra persona a la que haya conocido. Si algún otro director le pedía a un actor que depositara una taza de té, quería decir simplemente eso. Pero con Hitch esto se hacía por una razón muy determinada. Si un actor tamborileaba con sus dedos no se trataba solamente de un tamborileo ocioso, sino que había un ritmo, un esquema musical en ello...era como un estribillo. Ya fuera alguien caminando o estrujando un papel o rasgando un sobre o silbando, ya fuera el canto de unos pájaros o un sonido exterior, era algo cuidadosamente orquestado por él.”




“The Official Story”

Corrección política + cine “comprometido” y publicitario = Oscar de Hollywood.