“Es, por tanto, una de las necesidades de nuestro tiempo vigilar y trabajar con todo esfuerzo para que el cinematógrafo no siga siendo escuela de corrupción, sino que se transforme en un precioso instrumento de educación y de elevación de la humanidad”

S.S. Pío XI



“Que el cine sea ordenado a la gloria de Dios y a la salvación de las almas, y sirva eficazmente para la extensión del Reino de Cristo sobre la Tierra”.

S. S. Pío XII

sábado, 21 de noviembre de 2009

IMAGENES


DIA DE FIESTA Dirigida por Jacques Tati en 1947

Cómo no hay que hacer el reparto “a la americana” cuando se es europeo.


Tatischeff lo mira todo con alegría, es decir, vitalidad, aún lo que parece destinado a la nostalgia. Al contrario de Bresson, que construye un artificio de sonidos que se notan agregados, Tati se complace en no privarnos de la intimidad que nos deparan el canto de los pájaros, los cacareos de las gallinas, los lejanos ladridos de los perros, el zumbido de una abeja molesta, el cascabelito de una bicicleta, el murmullo que sale de la boca de los personajes, que nunca se encierran en sí mismos y eluden toda posibilidad de psicologismo. La mirada de Tati es un poco la del pintor que visita este pueblo, que parece estar en todas partes, sólo observando calmadamente, para alejarse finalmente con su pintura a otra parte. Pero su pintura no es naturalista ni impresionista, sino sencillamente humana, sin ismos discordantes con la amabilidad hacia las cosas que su mirada sugiere.
Todo tiene vida en este film, todo es parte de lo que pasa; una vida sencilla, pintoresca, que con elegancia, simpatía y cierta ironía, nos la muestra el director y protagonista. Pienso en Robert Walser al registrar esta mirada de lo pequeño e insignificante. Es un respeto por las cosas, una caridad residuo de una tradición –de una mirada trascendente- que supo tener Europa debido al Cristianismo. Es esa deliberada atención a lo insignificante que el cine argentino quiso y quiere imitar inútilmente, porque lo hace sin amor y sin dolor, sin talento y sin tradición, cayendo siempre en el nihilismo. Tati retrata también el final de una época y de una mirada.
Contra el apuro, Tati se complace en la demora gozosa, los gags limpios e inocentes, visualmente exactos, bien ejecutados, bellamente encuadrados.. Su personaje está al margen, como decisión, pero tal vez también como imposibilidad. Tal vez porque eso es lo que al europeo le ha dejado el imperialismo (que no Imperio) norteamericano.
El blanco y negro y la hermosa música contribuyen a hacer que el film parezca un sueño; está hecho con la observación de la realidad, pero nada se le parece en la realidad. Nada se le parece, es cine.